Zen, Erick y Deciciones

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Un avión proveniente Japón-Corea estaba aterrizando oficialmente a la Ciudad de Gangneung una cabellera rosada caminaba rápidamente por los pasillos donde debía bajar para llegar al aeropuerto y pasar su boleto, los orbes verde bosque se paseaban ...

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Un avión proveniente Japón-Corea estaba aterrizando oficialmente a la Ciudad de Gangneung una cabellera rosada caminaba rápidamente por los pasillos donde debía bajar para llegar al aeropuerto y pasar su boleto, los orbes verde bosque se paseaban por el lugar de forma rápida buscando a alguien mientras que en su mano llevaba un pequeño bolso viajero solo lo indispensable para máximo dos días aunque esperaba que fuesen mucho menos, pasillos, escaleras, el hambre atacaba pero necesitaba buscar a alguien y repentinamente se detuvo; allí estaba el azabache con esos anteojos y esa sonrisa como no reconocerle si había convivido con él en Japón llevaba un cartel con su nombre "ZEN" y a su lado un hombre de cabellos platinados muy alto y guapo lo cual sorprendió al pequeño peligrosa...


Yuri: zen!!! Que bueno que llegaste - sonriendo- tuviste problemas en llegar?


Zen: todo bien -!observándoles- Yuri quien es el señor?


Yuri: ho lo siento el es Viktor Nikiforov mi pareja y amigo también de Erick


Zen: espera la leyenda rusa del patinaje? El ángel de hielo? -sorprendido- mi Erick tiene amigos importantes


Víctor: me alagas pero no perdamos tiempo el camino es largo...


Yuri: tenemos la esperanza que el despierte al escucharte


Víctor, Yuri y Zen caminaron por el aeropuerto hacia la salida del mismo donde un taxi aguardaba a los mismos, apenas ingresaron fueron al hospital y por el camino Zen observaba el paisaje recordando cómo fue que llego a corea, como todo le cayó como un balde de agua fría, como simplemente todo parecía irse a la basura y todo por algo que no entendía...


<Un día antes>


Zen estaba más que desesperado hacía ya tres días que no sabía nada de su pareja desde el juego pesado que había hecho su primo las cosas habían quedado un poco mal y temia que Erick estuviera deprimido, volvía a marcar por cuarta vez uno, dos, tres timbradas y nada, cinco, seis, siete aun nada hasta caer la contestadora como comenzaba a odiar la voz de aquella maquina mandándolo a buzón una y otra vez


Zen: no nada -preocupado- y ya es la quinta vez que llamo y nada, solo a ti se te ocurre hacer esa broma Eriold


Eriold: lo siento primo no sabía que estaban así -preocupado-


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