Capítulo 8 (Emma)

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Es una mañana fría, la niebla ocupa todo el patio delantero de la casa, la camioneta tapa el agujero que quedo dónde estaba el portón. Ya pasó un día entero desde que se fue Ian y todavía no tenemos noticias de él. Lo último que escuchamos fue una gran explosión seguido de algunos disparos. <¿lo habrán alcanzado?> me preguntó ayer Pía. Me obligo a no pensar en eso.
Me despierto primera, salgo a hacer guardia al balcón, tengo varias capas de ropa pero aún siento el frío. Todavía se puede ver humo saliendo de el lugar de la explosión. Quiero salir a buscarlo, puede estar mal herido, o también puede estar muerto, y en ese caso arriesgaría mi vida por nada, aun quedan muchos indeseables afuera, dando vueltas por las calles.
Me siento apoyándome contra el gran ventanal mirando a la niebla disiparse con el viento.

<Abel, prometeme que siempre vamos a estar juntos>
<te lo prometo Emma. Pase lo que pase> mi última conversación por celular con mi novio. Ya no recuerdo su cara, ni siquiera puedo recordar su voz, ¿pasará eso con todas las personas? ¿me voy a olvidar así de mi padre? ¿de Ian?. Me rehuso a pensar que todo lo que fueron quedará en el olvido. Tal vez no lo quería tanto como yo pensaba.
Era mi novio desde muy chica, capaz era solo costumbre, a Ian lo conocí hace menos de dos días, y creo que ya siento mas por el que lo que sentí en los cinco años de noviazgo por Abel. No quiero sacarle tanto crédito, son tiempos diferentes, antes tenía todo un sostén, una familia, mis amigas, la vida no se basaba en sobrevivir y disfrutar de hasta el más pequeño momento, se basaba en pasar el rato, divertirte. Ian junto a mi hermano son eso, mi sostén, los que me mantienen despierta, sobreviviendo.

Mara me saca de mi trance chasqueando los dedos enfrente de mis ojos.
- ey, ¿está interesante la niebla? Ya pareces uno de ellos con esa cara. Sonrío forzadamente, no quiero ser mala pero no estoy para bromas, ella lo nota. - ¿todavía no hay noticias no?.
<¿Si hubiera noticias crees que estaría acá mirando a la nada con este frío de mierda?>
-no, no aparece ni da ninguna señal.
-nos salvo a todos. Es fuerte, debe estar bien. Dice ella golpeándome el hombro.
- si, eso creo. <o me fuerzo a creer>
Mat sale al balcon resfregandose los ojos y al sentir el frío se hace una bolita adentro de su campera.
- Pía dice que ya está el desayuno.

Nos sentamos al rededor de una mesa ratona, estamos todos tapados con mantas mientras tomamos café con leche en polvo.
-¿ustedes ya eran novias antes de todo ésto?. Pregunta Mat. Le lanzo una mirada regañadora y el responde con cara de perro mojado.
Pía se ríe y contesta
-no, no nos conocíamos y la verdad, nos gustaban los chicos.
- y entonces, ¿como fue que... empezó?. Pregunto ahora yo, intrigada.
- nos encontramos el primer día de ésto en una comisaría, nos refugiamos juntas y después de algunos días, nos empezamos a gustar. Las cosas fluyen con el tiempo. Supongo que vos lo entendiste con Ian.
-en realidad...
- lo conoce desde hace dos días. me interrumpe Mat riéndose. Las dos chicas también sonríen.
-bueno también pasa, amor a primera vista. Dice Mara.
- ya nos habíamos visto antes, me salvó de una horda, pero no pudimos hablar mucho. Mi cara cuando hablo de él cambia muy rápido, sonrió y me entristezco al mismo tiempo. Ellas lo notan, Mat no, es como un ente que no entiende mucho de emociones humanas.
- ¿habrá muerto? Si sobrevivió, con este frío debe estar en las ultimas. Dice el pequeño idiota. Inmediatamente le revoleo la manta directo a la cara.
- podríamos salir a buscarlo, es arriesgado pero no podemos quedarnos esperando nada mas, si está herido necesita ayuda. Dice Pía mirando a Mara. La morocha de ojos claros asiente.
Yo ya estoy de pie, poniéndome las zapatillas. Era arriesgado salir, pero valía la pena. El estuvo dispuesto a dar todo por nosotros, lo mínimo que podemos hacer es ésto.

El frío le escarcha los anteojos a la chica rubia, Mat tiembla abajo de todas las camperas que tiene puestas. La mañana anterior no lo habíamos sentido tanto, supongo que por la adrenalina del momento.
El pasto del patio está todo blanco por el rocío congelado, cada paso que das te moja un poco mas las zapatillas.
Llegamos a la puerta, corremos la camioneta y empezamos a caminar por las calles, armadas con los rifles de asalto de las chicas, con muy poca munición.
Pía va adelante de todo, yo en el medio junto a Mat, y Mara por detrás. La rubia nos hace señas con los dedos apuntando a su derecha, en la calle siguiente hay un grupo de diez indeseables. Están lejos, podemos cruzar sin que nos vean.
Cada cuadra que pasábamos era lo mismo, pequeños grupos separados caminando sin rumbo, sin mucha movilidad.
Llegamos al lugar de la explosión, un olor nauseabundo a carne quemada, pedazos de cuerpos por todos lados y un gran cráter en la vereda derecha todavía humeante decoraban el lugar.
- Lo debe haber echo el. Dice Pía.
- ¿le habrá pasado algo en la explosión?. Pregunta Mara.
- no, oímos disparos después de eso.
- ¿y entonces por que no volvió? . Pregunto yo, intentando no temblar del frío y los nervios.
Pía niega con la cabeza mientras recorre los restos del lugar.
Mat desde la vereda de enfrente nos llama.
- ¡miren! El rifle de Ian.
Nos acercamos lo levantamos y vemos que ya no tenía balas, pero ¿porque lo tiraría? Si ese rifle le encantaba, ¿se le habría caído en la corría? Demasiadas preguntas sin respuesta.
- hay muchos cuerpos alrededor de él, los debe haber matado después de la explosión, eso explica los disparos ¿no?. Dice Mara.
- si, aunque no explica porque no volvió. Contesta Pía.
- hay muchas manchas de sangre acá. Y ninguno de los muertos está tan cerca como para que sea de ellos.
- ¿Lo habrán mordido?.
Cada suposición me pone más nerviosa aun, ya no quiero escuchar.
Levanto su rifle y me quedo agachada junto a las dos chicas mirando el suelo, pensando en que habría pasado. De repente Mat nos dice en voz muy baja pero rápido
- ¡chicas, vienen!.
De la esquina siguiente salen algunas decenas de indeseables. Nos levantamos rápido las tres y empezamos a correr hacia la casa.
- ¡corran!. Grita Mara. - a la casa ya, ya , ya!.
De cada esquina salen los grupos de muertos que habíamos visto antes, supongo que las corridas y los gritos los han alertado. De repente se formó una horda atrás nuestro, y por algún motivo, cada indeseable que escucha gruñir y caminar acelerado a otro, lo sigue. Es como si supieran que van detrás de una presa, y ninguno se quiere perder el botín.

Llegamos a la casa con más de cien indeseables tras nosotros. No queremos disparar, atraeriamos a más.
Entramos, volvemos a poner la camioneta en la entrada y subimos al balcon. Podemos ver de nuevo, como un recuerdo, como se amontonan contra la entrada los muertos intentando llegar a nosotros.
- nos tenemos que ir Emma, si salimos por el baldío podremos huir.
- no podemos irnos sin saber que paso con Ian Pía.
- Vamos a morir si nos quedamos.
Lo pienso, tiene razón, pero no, no me voy a ir.
Me quedo firme, apunto con mi rifle apoyándolo en la reja del balcón y espero. La camioneta se tambalea, en cualquier momento la van a tirar y va a entrar el gran grupo de muertos.
- nosotras vamos a cargar cosas en algunos bolsos, cuando ésto se ponga feo, nos vamos.
Asiento con la cabeza, no me voy a quedar a esperar a que me coman, pero voy a aguantar lo más posible.

La camioneta cae, el primer indeseable aparece por detrás de ella. Disparo, cae, disparo al segundo, cae. Llegan las dos chicas con Mat y los bolsos, los llevan hacia el final del baldío.
Sacan sus rifles y se suman a disparar, nos rehusamos a perder todo, a abandonar todas las provisiones. Los disparos empiezan a atraer a más, y ya casi no tenemos balas, no hay salida, tenemos que huir.
Cuando vamos a cruzar al baldío vemos que por las aberturas de las paredes y rejas empiezan a entrar grupos de indeseables, nos están rodeando.
Saltamos del balcón al paredón, y de él bajamos al piso del baldío. Los que estaban en el patio empiezan a venir al escuchar los disparos, cruzando por el agujero que provocó Ian en su escape. Vienen de todos lados, no hay salida.

Mara termina su cargador, yo sigo disparando, hago valer cada bala. Pía y Mat también se quedan sin munición. Empezamos a retroceder.
Cada vez están más cerca. Sigo disparando, a mi derecha, al frente, a la izquierda, seguimos caminando hacia atrás hasta que chocamos con un paredón gigante perteneciente a la casa en la que estábamos antes.
Me arrodillo, apunto, disparo, la bala no sale. No sale al igual de cuando no pude matar a ese indeseable que mató a mi papa. La bala no sale, Ian no vuelve, nadie sobrevive.

De repente un ruido, uno fuerte. Una explosión, veo humo afuera. Otra, esta vez adentro del baldío, vuelan indeseables para todos lados. Se empiezan a escuchar tiros de diferentes armas y un camión atraviesa el gran paredón lateral del baldío arrasando todo a su paso, sobre el techo del mismo, un hombre con un lanzagranadas y una mujer con un rifle, vienen directo a nosotros.
Frena, aplastando la cabeza del muerto más cercano a nosotros, se abre la puerta del acompañante y el chófer nos hace señas de que subamos.
Presiento, en lo más profundo de mi alma que es Ian quien maneja. Más que presentir, lo deseo.

Entramos y vemos al conductor, es una chica, de piel morena y pelo muy oscuro.
- ¿Quien es Emma?. Pregunta mirándonos.
Yo levanto la mano, sorprendida y temerosa.
- hay un chico que no para de susurrar tu nombre. Dice, mientras mete la marcha atrás para sacar el camión de ahí.

<Ian>. Pienso y sonrío.

Indeseables (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora