Capítulo 3 (Emma)

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No llegué.
Corrí lo más rápido que pude. Encontré una farmacia que aún no había sido saqueada, conseguí vendas, analgésicos, antibióticos, todo, pero no llegué.
Tuve que ver como mi papá daba su último respiro, intentando que el aire llegue a sus pulmones, ya sin fuerzas para seguir intentándolo. Murió desangrado.
Antes, con la poca fuerza que le quedaba, mientras que yo intentaba inútilmente vendarlo, pronunció sus últimas palabras.
- Emma. Cuida mucho a Mat.
-papá no va a hacer falta, vos lo vas a cuidar, porque vas a mejorar.
Mis últimas palabras fueron mentiras, yo sabía que le quedaban pocos minutos de vida, lo habían mordido en el hombro y no paraba de perder sangre.
Mat en la entrada de la habitación lloraba, intentando no hacer ruido. No sólo por los muertos, si no por papá. No quería que lo viera llorar.

Cuando todo terminó, cerramos la puerta de la habitación con llave y salimos de la casa, esquivando los montones de cuerpos amontonados en el pasillo y el living, había sido una noche complicada. Los dos llorabamos, los dos lo disimulabamos, aguantabamos las lagrimas, fingiamos no sentir el nudo en la garganta, fingiamos que el mundo no se caía a pedazos. El nuestro.
Llegamos a un hotel, ocupamos una habitación, trabamos la puerta con algunos muebles, y lloramos hasta quedarnos dormidos, recordando lo que acababa de pasar, recordando la noche anterior.

Había oscurecido, volvimos del centro de la ciudad, no tuvimos éxito buscando provisiones, no nos quedaba comida y los muertos estaban cerca, habíamos disparado varias veces cerca de la casa donde nos quedábamos y eso había atraído a varios de ellos.
Mi papá prendió una vela. <Emma cierra las cortinas> dijo antes de sentarse a leerle un cuento a Mat, mi hermano menor de nueve años, para que se duerma.
Ambos temblaban del miedo y los nervios pero mi papá lo disimulaba un poco.
Oíamos a los muertos en la calle, aproximándose a la casa, la tensión subió. Mi papá dejo de leer, Mat se escondió entre las sábanas de la cama, yo prepare mi pistola. Estaban dentro.
Derribaron la puerta como si fuese de telgopor, entraron decenas de ellos, apretujandose en la entrada. La vela se apagó, solos los disparos alumbraban la habitación, trataba de darles en la cabeza, pero solo veía bultos en la sombra.
Mi papá salio de la pieza con una linterna y su carabina, y empezaron a caer, uno tras otro, parábamos de disparar solo para recargar.
Tiro al frente, tiro a un costado, tiro al frente, no dejaba que ninguno se me acercara, mi padre me había enseñado a disparar bien.
Fueron cinco minutos caóticos, pero lo que siguió fue peor. Un caminante se acercó mucho a mi por mi derecha. Giré, le apunté a la cabeza y al apretar el gatillo mi arma no disparó. Se había trabado<maldita mi suerte>.
Caminé hacia atrás, lo empuje cuando se balanceo sobre mi, varios me rodearon, mi papá vio la escena y se puso adelante mio. Disparó contra todos los que tenía de frente, pero el mismo que me había rodeado a mi, lo rodeo a el. La diferencia fué que el no lo vio. El muerto le mordió el hombro derecho. Mi corazón paró, el mundo dejo de girar, mi papá, el hombre mas importante de mi vida, aquel que me crío y protegió durante dieciocho años, ya estaba prácticamente muerto.
Corrí, atravesé el pasillo en menos de un segundo, empuje al caminante, me tire sobre el, saque mi cuchillo y lo apuñale. No en la cabeza, no quería que se muera tan rápido, quería que sufra. Sabía que eso no iba a suceder, no sienten nada, pero por algún motivo no podía evitar hacerlo. Lo apuñalé veinte veces en el corazón, le corte la garganta, me paré y le pise la cabeza varias veces, una y otra vez, lo golpeaba firmemente con el talón en la sien, su cabeza estaba desfigurada pero yo seguía. Mi papá gritaba que me aleje, que me iban a alcanzar los demás, pero yo no podía escuchar.
El siguió disparando, mató a todos los que quedaban en la habitación. Cuando volvió, me encontró pisando un charco de sangre con huesos y pedazos de cerebro esparcidos por todo el pasillo, no lloraba, solo gritaba. <Hijo de puta>.
Se acercó y me abrazó. <ya está hija, tranquila>. Me tranquilice, así de fácil se me pasó todo. Creo que el tenia un poder sobre mi, lograba calmar mis peores furias, mis mayores tristezas y mis mas grandes desilusiones solo con un abrazo. Lo voy a extrañar.

Indeseables (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora