Vuelvete fuerte.

1K 112 10
                                    

—Kyo... ¡Jajaja! —reía enternecido por la adorabilidad del momento, le hubiera encantado traer una cámara consigo—. ¿Qué crees que haces?.

No sabía qué contestar, estaba avergonzado  a decir verdad esta vez pensó que lo lograría sin ser visto, ¡Y casi lo logra!... De no ser por... «¿¡Quién deja tirado una cascara de banana en medio de un pasillo!? ¡No! mejor dicho es ¿¡Qué diablos estaba
pensando al no mirar por dónde corría!?».

El pequeño sólo gruñó mientras intentaba alejarse de aquello que le mantenía cautivo, cómo odiaba su mala suerte.

—Vale, vale~, no te muevas así que solo te lastimaras —advirtió el castaño acercándose y agachándose a la altura del
azabache—. No entiendo cómo es que no te cansas de lo mismo. Dime, Kyōya, ¿tan mal te sientes aquí como para huir cada vez que puedes?.

El menor en algún momento dejó de mirar al castaño para dirigir sus orbes metalizados a una jaula de ave que se encontraba justo en medio de la habitacion, esta acción no paso desapercibida para el décimo, quien dirigió la mirada en la misma dirección.

—Odio sentirme encerrado.

Dicho esto se sintió más ligero al mismo tiempo que se pudo oír el ruido de unas cadenas
caer, las mismas que hasta hace poco lo aprisionaban y un sonriente castaño mirándole, no importa qué siempre sería de lo más sencillo entenderle.

—Lo se~.

—¿Cómo?...

Mientras el pelirrosa se encontraba en plena discusión unilateral sobre el dinero que le deben, cierto rubio se encontraba jugando pool con un hombre de tez oscura, ojos amarillos, calvo y barba de color rubio, quien en un acuerdo silencioso con su compañero de juego decidieron ignorar las quejas del más joven continuando su juego de billar.

—¡Gamma-Aniki, Tazaru-Aniki!.

Gritó más fuerte apoyando sus manos en la mesa sorprendiéndolos y haciéndoles perder el juego. Estaban empezando a perder la compostura.

—Ya deja de quejarte, Nosaru.

—¡Eso no importa! —bufo señalando hacia una de las esquinas de la habitación—. ¡¡Escapó!!.

Aquello definitivamente llamó la atención de los mayores, quienes miraron al lugar donde momentos antes estaba cautivo un niño y ahora sólo había cadenas rotas, honestamente ¿cuándo había pasado eso?.

—¡No se supone que tú lo estabas cuidando!.

—¿¡Cómo iba a saber que podía usar llamas en ese estado!?.

Era evidente que ese niño había usado llamas para liberarse, sin embargo les era imposible explicar cómo, ni siquiera el por qué de su apariencia; por lo que habían visto él no sabía pelear al momento que lo capturaron, así que «¿Cómo?».

—No es tiempo de pelear —intervinó el rayo entre ellos—. Iris de White Spell está observándonos, creo que sospechan de nosotros... Hay que encontrar a ese niño rápido
así dispusieron a separse para buscarlo.

—¿Cómo?.

Recién empezaba a ser consciente de lo que lo inmovilizaba eran cadenas muy gruesas, cómo llegaron allí era algo que preferiría no recordar.

—¡Ah!... Jaja creo que esperaba que no le tomaras importancia a eso...

Aquella risa nerviosa sólo alentó a su curiosidad y él lo sabía. Conocía muy bien al azabache como para saber que su versión pequeña de igual modo no se rendiría hasta conseguir lo que quiere, el castaño suspiró pesadamente antes de comenzar a explicar de forma comprensible para el niño de qué iba aquello, quizás lo tacharán de pervertido otra vez... Aunque nunca había salido de aquella clasificación.
 
—¿Cómo hago esa llama?.

Viéndote crecer. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora