El tiempo pasa...

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Revisó rápidamente todos y cada uno de los rincones en busca de su zapato faltante, ¡¿por que tenía que ocurrirle aquello su primer día de clases?!

El mundo lo odiaba, no hay duda.

—Tsu-kun, se hará tarde —miró brevemente a su madre con el gesto torcido—. Eh... ¿Sucede algo malo, Tsu-kun?

Asintió y señaló sus pies donde se lucían un zapato escolar y una media de atunes regalada por si padre años antes de "irse a marte a supervisar los vuelos espaciales".

¿Qué estaba mal en la cabeza de ese hombre?

—No encuentro uno de sus zapatos —suspiró decidiendo rendirse y faltar a clase—. ¿Podrías llamar y decir que estoy enfermo? Quizás esto sea una señal que me indica que será un día horrible.

La castaña ingresó en la habitación y le miró con los brazos cruzados y el ceño fruncido, Tsuna maldijo en voz baja su absurda estupidez.

Nana era demasiado correcta cuando a su educación refería.

—No vuelvas a decir algo así en tu vida, señorito —regañó antes de acercarse a él y meter la mano en el armario—. ¡Ni siquiera estás buscando bien! ¡Aquí está!

La mujer sacó un zapato y lo colocó en la mano de Sawada, el chico lo miró, luego miró a su madre y por último fulminó con la mirada al armaría.

«¿Por qué si es ella dejas que aparezca incluso narnia, pero si soy yo no hay ni polvo? ¡Discriminación!».

—Vale, lo siento —suspiró mirando a su madre salir—. Bajaré a desayunar en un minuto, gracias por todo.

—No hay de qué, Tsu-kun.

Luego de una sonrisa compartida ambos regresaron a sus labores, el tan conocido Dame-Tsuna arreglaba con rapidez todas sus cosas y revisaba por última vez su horario escolar mientras su madre volvía a la cocina para terminar de preparar el almuerzo de su primogénito.

Estaban más que acostumbrados a aquella clase de situaciones.

Una vez el chico estuvo listo, salió de su habitación y bajó corriendo, tomó una de las tostadas, bebió algo de jugo y guardó el almuerzo, le dio un beso en la mejilla a su progenitora y salió.

Nuevamente se le hacía tarde y a penas era el primer día.

Miró aburrido la lista de las clases y los estudiantes, ese año no compartiría salón con Sasagawa Ryohei tampoco y según lo que había escuchado de algunos herbívoros la hermana del chico había logrado convencer a sus padres de inscribirla en la misma escuela pública que su tan querido oni-chan.

Menuda familia herbívora.

—Kyo-san, ¿deberíamos posponer por hoy las rondas? —cuestionó otro azabache—. Es el primer día y dudo que vayan a haber muchos esca...

—¿Desde cuándo soy el presidente del comité?

Kusakabe le miró con extrañeza ante la pregunta.

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