•Me perdí•

12 3 0
                                    

Me perdí. Sí. Una vez, hace ya tanto tiempo que no soy capaz de recordarlo, sé que me perdí.
Me perdí en el olor de su piel y el sabor de sus labios, en los surcos de sus mejillas y el calor de su cuello.
Me perdí tratando de encontrarle, corrí tras él todo lo que pude con tal de hacerle regresar, y no sólo no le encontré, sino que también terminé perdiendome yo.
Ahora permanezco sentada en el viejo alféizar de mi descolorida ventana, viendo faros de coches que vienen y van, ventanas de casas que se apagan cuando el sueño llega al corazón de muchos de sus dueños, e incluso alguna que otra estrella que se deja ver entre las nubes.
Recuerdo con nostalgia y mera alegría la sensación de volar libremente por ahí junto a su presencia, de escalar escarpadas paredes casi verticales por completo, e incluso de bucear con el único oxígeno que desprendía su aliento.
Gracias a ese extraño ser que hoy se muestra tan lejano a mi memoria encontré los tesoros jamás pensados de la Atlantida, y pude observar con detenimiento la magia que esconde la profundidad del bosque simplemente mirándole a los ojos.
Me perdí por encontrarle. Por hacerle volver. Por rememorar una y otra vez aquellos tesoros acuáticos y aquella sensación de saber volar, pues todo eso se lo llevó consigo.
Me perdí. Me perdí y jamás volveré a encontrarme, aunque creo que tampoco quiero hacerlo. Si esta es la única forma que tengo de encontrarle, me perderé mil veces más.

No me traigas rosas...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora