Melanie Guillén
Dejo toda la ropa encima de la silla que hay delante de la mesa de escritorio y me acuesto con la imagen de esa mirada tan penetrante. Nunca me había pasado esto, ni siquiera con Álex y eso que con él fue amor a primera vista. Menudo amor encontraste...
—Eliminar recuerdos. Borrar. Borrar. —Hablo como si fuera un robot—. No estoy bien... buenas noches Mel...
Me tapo con las sábanas, a friolera no me gana nadie y me dejo envolver por ellas y por el mar de sueños que siento apoderarse de mí lentamente.
Estoy cansada de ser su chacha, si quiere que alguien limpie que lo haga él mismo o que contrate a alguien. Es su independencia y, desgraciadamente, para mí, mi esclavitud.
No sé cómo hemos llegado a esta situación. No imaginaba una vida así. Supongo que el príncipe del que me enamoré ha salido un gran sapo verde.
—¡Ya estoy aquí! —Hablando del rey de roma—. ¿Todavía no has terminado de limpiar? ¡Qué trasto!, ¡no sirves para nada!
—Pues contrata a alguien... —digo defendiéndome de sus palabras, aunque ha sido una mala idea, sobre todo cuando lo veo delante de mí con su cabeza echando humo de furia—. Me falta solo la cocina.
—Cocina la que te voy a dar a ti en cuanto me vuelvas a contestar así. —Golpea el cubo del agua y lo tira todo—. ¡Límpialo imbécil!
Me empuja cayendo al suelo, mojándome toda. Se marcha al salón y suspiro mientras retengo estas ganas de llorar que me asfixian. Me levanto y limpio todo de nuevo.
Nada más terminar él entra y lo inspecciona por si me he dejado algo, puesto que para él, no sirvo para nada.
—Te mereces un castigo por lo que has hecho hoy...
—He limpiado toda tu casa.
—¡No me hables con ese tono! —Me interrumpe—. ¡Es que no aprendes, zorra!
Me echa otra vez al suelo y se asienta sobre mí. Me repizca la barriga. Intento escapar hasta que me propina uno, dos, hasta cinco puñetazos en la cara.
—¿Quieres que probemos algo nuevo?
—No...
—No hace falta que llores, lo voy a hacer igual.
Alarga el brazo, abre uno de los cajones y agarra un cuchillo. Mi corazón palpita de manera incontrolable y mis ojos son incapaces de soltar más lágrimas. Su mirada da terror observarla. Es desgarradora y escalofriante, sin olvidar su sonrisa perversa.
—No...
Lo introduce feroz en mi pecho.
—¡No! —Me observo toda, completamente sudada, sin nadie a mi alrededor, con todas las cosas en su sitio y la ventana cerrada—. Estoy viva...
Malditas pesadillas que reaparecen cuando menos lo quieres... ¡Pues soy más fuerte! Nadie ni nada me va a quitar disfrutar de esto, aunque me sigan aterrorizando esos malditos sueños.
Dispuesta a embarcarme en una nueva aventura, hoy, porque me da la gana y quiero, me voy a Pisa.
Con la esperanza de no equivocarme, busco en el panel qué autobús va directo. Sé que el viaje es un poquito largo, pero ¿qué es una hora y media? Nada.
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Este chico no es el mío
ChickLitLa venda se desprende de los ojos de Melanie, dándose cuenta de que la relación que tenía con Alex era una completa farsa. Fue en ese momento, cuando vio que solo jugaba con ella y se aprovechaba de lo que realmente sentía. Todo cambió y decidió dar...