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No se sabe que causa la filofobia, no se sabe qué causa este miedo, pero se cree que tiene que ver con recuerdos amargos de relaciones pasadas. Relaciones amorosas que tuvieron un gran impacto a la hora de la ruptura.

La persona puede haber tenido una relación que acabó mal, y no haber sido capaz de seguir adelante. Para esa persona, todas las relaciones representan el dolor o rechazo. Con el fin de evitar que a sí mismo de sentir ese dolor otra vez, la persona puede tratar de evitar las relaciones.

Aunque este tipo de fobia se da más en mujeres que en hombres, Samuel forma parte de ese pequeño porcentaje que poseen los hombre en cuanto esta rara fobia.

Las personas que conviven con Samuel se preguntan muy seguido si este padece de una enfermedad respiratoria o cualquier otro tipo de enfermedad, pues siempre que estaban cercas de Samuel podían notar como este se ponía a temblar, su respiración se dificultaba y empezaba a sudar, ya han sido varias personas que le han dicho que visite a un doctor, pero lo que ellos no sabían es que aquellos son síntomas de la Filofobia.

Es tanta la abrumación emocional que el cuerpo empieza a presentar síntomas físicos como los ya mencionados anteriormente.

Samuel se encontraba en el campus de la universidad, se encontraba exactamente en los jardines, uno de los lugares que le hacían sentirse humano, dejando atrás todos estos miedos. Se encontraba leyendo El conde de montecristo de Alejandro Dumas, cuando sonó la campana que daba a entender que las clases se reanudaban, ahora le tocaría una nueva clase, Historia contemporania de las antiguas lenguas, que tenia relación en como surgió cada idioma y como se fue desarrollando.

Samuel estaba muy ansioso por que este día llegara, pues el esperaba la clase de Historia contemporania de las antiguas lenguas con bastante fervor. Sin duda alguna, una de las clases favoritas de Samuel.

A pesar de que esa clase era nueva, en su horario venia dos veces la misma clase el día de hoy, la primera clase empieza después de receso y la segunda es una hora antes de salir de la universidad; que son tres horas más después de receso.

Samuel estaba apunto de entrar al salón cuando Magnus jaló de este para traerlo hacia él.

— ¿Qué haces, Magnus?, que tenemos clase, y es la primera de esta materia.— Dijo Samuel tratando de quitar el brazo de su amigo para ir a la clase. Samuel es una persona a la cual no le gusta faltar a ninguna de sus clases, así esté enfermo, haya una tormenta eléctrica, él asiste.

—Te tengo que contar algo importante, Samuel. Por la clase no te preocupes, tenemos a alex, y el nos dirá de que se trato la primera clase.— Dijo Magnus jalando a Samuel para llevarlo al comedor para poder contarle, pero el castaño se resistía.

Después de varios segundos sin forcejear por parte de Samuel, este asintió y juntos caminaron hacia la cafetería.

— ¿Qué es lo que me quieres contar, Magnus.? — Dijo Samuel tomando asiento al igual que su amigo.

—¿Te acuerdas de la beca de intercambio que tramite?.

—Si... que tiene.

—Pues me la han dado, me dieron la beca de intercambio hacia Japón.—Dijo Magnus con mucha euforia en cada una de sus palabras. Fue tanta la emoción y felicidad que se paro muy rápido provocandole un leve mareo.

—¿¡QUE!?

Samuel estaba feliz por su amigo, pues a Magnus le hacía demasiada ilusión el poder viajar a Japón y estudiar ahí mismo. Al menos el podía ser feliz, vivir sin ningún temor que le provocara cambios físicos todo por culpa de una fobia.

—Y todavía no termina la cosa.

—Pues que esperas, chico. Cuéntamelo todo.— Dijo Samuel emocionado, pues Magnus le ha trasmitido esa emoción.

—LO MEJOR DE TODO ES QUE LA UNIVERSIDAD ME CUBRIRÁ EL CIEN POR CIENTO DE TODOS LOS GASTOS—- Dijo Magnus abrazando fuertemente al castaño.

—WOW, esto es estupendo.— Dijo Samuel apartándose de aquel abrazo, abriendo la boca de tan sorpresiva noticia.

La universidad en la que ellos estudian ofrecen becas de intercambio a diversos paises del mundo, pero solo a los mejores les otorgan este tipo de beca, solos a los mejores les cubren el cien por ciento de los gastos y Magnus era uno de ellos.

—¿ Y para cuándo te vas a Japón a estudiar?.

—En una semana, Samuel. Una semana más y podre ir a estudiar en Japón.

—No sabes cuanto me alegro por ti, Magnus. No me queda más que decir que felicidades.

La platica se extendió demasiado, sin darse cuenta Alex ya estaba junto a ellos.

—Chicos, ¿por que no asistieron a la clase?.

—Le contaba a Samuel lo que te conté a ti antier,lo de la beca de intercambio.

—Si que no podías esperar, eh. Sera mejor que regresemos al salón, que todavía tenemos más clases.

Samuel también desea poder viajar a un distinto país, y poder estudiar ahí mismo, pero la filofobia no ayuda mucho, pues el miedo a relacionarse ante la demás gente y establecer un lazo le daba miedo, bastante miedo.

Los tres amigos salieron de el comedor para poder ir de regreso a clases.

Por fin Samuel tendría su clase de historia de los idiomas, ya no dejaría pasar esa clase pase lo que pase.

Eterno se le hacía el tiempo a Samuel para que la nueva clase empezara.

Las clases no eran muy entretenidas del todo para Samuel, cada vez que el profesor explicaba los bostezos empezaban a presenciarse en el cuerpo de Samuel. Cosa que es muy raro en él, ya que solo le pasa eso cuando una clase se le es aburrida y algo tediosa.

Cuando ocurrían este tipo de situaciones, la mente de Samuel empieza a divagar y sin más se pone a pensar diferentes formas de vida que el hubiera querido tener. Una vida en el que él no fuera una persona vulnerable a al amor, una vida en donde su padre no lo abandonaría, una vida donde pudiera ser una persona feliz junto a una familia estable.

En ocasiones estos pensamientos le provocan a Samuel derramar lagrimas sin darse cuenta, y lo peor es que se sumerge tanto en estos pensamientos que se le olvida que hay gente a su alrededor, haciendo que terceras personas lo vieran llorar.

(...)

La hora llegó, por fin la clase de Historia contemporania de las antiguas lenguas daría inicio.

El profesor entró y todos se pusieron de pie.

—Buenas tardes, chicos.

—Buenas tardes.— Respondieron todos al unisono.

—Bien, estoy viendo rostros que no vi en la otra clase de hace un momento, eh. Bueno, al finalizar la clase nos presentaremos. Pueden sentarse.

Todos se sentaron y el profesor dio inicio con la clase.

Samuel se veía muy entusiasmado, apuntaba todo con una velocidad increíble, no dejaba pasar cualquier apunte que el maestro les daba. Todo firmemente organizado y limpio, como era de costumbre en los trabajos de Samuel.

La campana sonó, marcando el cierre de las actividades escolares del día de hoy, todos y cada uno de los estudiantes del salón de Samuel empezaron a guardar sus libretas, plumas, entre otras cosas en su mochila. El maestro antes de que todos salieran del salón les recordó que los nuevos se tenían que presentar.

—Antes de que crucen esa puerta.— Señaló la puerta de salida del salón.— Hay personas que se deben presentar, así que comiencen.

Dos chicos se presentaron ante todo el salón, después siguió una chica, y después Samuel.

—Yo soy Samuel de Luque, mucho gusto.

Todos se colocaron sus mochilas y la ultima persona habló.

—Yo soy Guillermo Díaz.

Filofobia || Wigetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora