Prólogo

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Estoy convencido de poder resumir mi vida en una sola palabra: Aburrida.

Desde que tengo uso de razón me he privado de actividades comunes en chicos de mi edad. No voy a fiestas cada fin de semana, no tengo aventuras llenas de adrenalina y, como tristemente no tengo novia, los días de sexo descontrolados escasean por aquí. 

Solo soy un sencillo chico de mi casa, amante de las cosas que pueden disfrutarse en casa; y formo parte de ese porcentaje de adolescentes a los que sus padres sermonean solo por cosas insignificantes, como no ordenar la habitación o lavar las vajillas a tiempo. Así de común. Así de corriente.

Sin vacilar puedo decir que el momento más interesante del día es cuando estoy en el instituto. Ironías de la vida. No me malinterpreten, no es precisamente porque ame estar con los ojos pegados al pizarrón, mis manos en el lápiz y atento a todo lo que salga de la boca de los profesores; en realidad es porque, con solo asistir dos días al Weslly High me entero de la vida de más del setenta y cinco por ciento de los alumnos y/o profesores obligados a asistir a aquel instituto. No es mi hobby favorito, pero rompe mi rutina (o creo que eso forma parte de mi rutina)

La chismes y rumores abundan por los pasillos de Weslly, y, aunque no doy crédito a la mayoría de las cosas que se dicen, es algo entretenido escucharlos especular sobre vidas ajenas, eso hasta que es de ti de quién especulan.

Pero, lo que realmente me impulsa a ir a clases tiene nombre y apellido: Killian Ker; el más grande rumor de todo el Weslly High... Y mi más grande enigma.

No saber por qué participó en aquel vídeo muchas veces me quita el sueño.

Malas lenguasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora