I

1.7K 87 30
                                    

Estimado profesor,

Esta es la primera de lo que espero que sea una larga colección de cartas, cada una con una historia.
Supongo que te plantearás por qué escribo esto. Y por qué ahora. Yo también me lo planteo.
Nuestra historia comenzó cuando yo estaba en 3º de secundaria. Por aquel entonces yo no era más que una cría insegura. Recuerdo que llegar el primer día y que me dijeran que ibas a ser mi tutor. Un tal Juan Muñoz (nombre ficticio para proteger su intimidad), ¿quién será ese? ¿Será majo? Y todavía recuerdo entre risas cuando mis amigos me dijeron que eras de lo peorcito. Que si estabas amargado, que si regañabas por todo, que si me iba a cagar contigo... Digamos que no eras muy apreciado en mi entorno. También recuerdo entrar a clase el primer día y que me agarraras por la capucha y me sacaras de clase por no decir buenos días. Qué miedo me dabas.
Recuerdo que no me comportaba normal cuando tú estabas cerca, era tímida y callada, y me sonrojaba cuando me dirigías la palabra. No entendía qué me pasaba, yo siempre había sido una chica tremendamente extrovertida y segura de mí misma. Pero tú nublaban mis sentidos y me ponías nerviosa. Recuerdo que aquel año fue un año bonito, pero duro a la vez. Te sorprenderá leer esto, pero yo pensaba que te caía mal. Y estaba celosa de mi mejor amiga. Me carcomía por dentro ver cómo le hacías cumplidos, le decías que estaba muy guapa, o que era muy inteligente, y yo me odiaba a mí misma por no ser guapa o seductora como las demás chicas. Recuerdo aquel día en el que nos tocó arreglarnos, el primer día que di importancia a mi físico. Recuerdo que me asomé a la puerta y tú andabas por el pasillo. Recuerdo como tus ojos se clavaron en mi nada más verme. Dios sabe que recuerdo esa mirada. Y te paraste delante mío y me dijiste: Estás muy guapa. Tres simples palabras, tres palabras que pueden parecer vacías, pero qué sé qué dijiste de todo corazón. También recuerdo el día de la despedida de Navidad, besaste en la mejilla a todas las chicas, y cuando me llegó el turno estaba tan nerviosa que me entró la risa. Recuerdo aquella guerra de globos de agua en la que no participaste, bajaste después, todo seco y los demás chorreando, y yo, armándome de valor, te abracé. Y tú me estrujaste contra tí. Sé que sólo bromeabas y que intentabas que tu ropa se mojara, pero ese fue el momento más feliz de mi existencia, estar entre tus brazos.
Y es que no sabes cómo me siento, ¿verdad? A veces me pregunto si en el fondo lo sospechas. Y seguramente nunca lo sepas. Pero, ¿Cómo decirte a la cara que estoy, loca, perdida e irremediablemente enamorada de ti? ¿Qué no te puedo sacar de mi cabeza?

Este año era un nuevo año, curiosamente en el verano apenas pensé en ti. Y con el nuevo año llegó una nueva yo. Literalmente. He cambiado, tú lo has notado, todos lo han hecho. He pasado de ser una cría egoísta a casi una mujer. He pasado de no preocuparme por mi aspecto a tener mi propio estilo, sofisticado y desenfadado. He pasado de estar colada por ti a estar dispuesta a decir que te amo. Y eso me aterra. Y es que hasta ahora no me había dado cuenta de mis sentimientos hacia ti. Te amo te amo te amo. Ojalá pudiera decírtelo a la cara. Te veo pasar por el pasillo. Me sonríes y me saludas, hasta me has elogiado un par de veces. He llamado tu atención, lo sé. "Has cambiado" Me dijiste un día. "Qué guapa" Me dijiste otro. Y sé que puedo confiar en ti. Pero tengo que superarte. Tengo que asumir que lo nuestro es imposible, estás casado y tienes dos hijos hermosos, por no decir que me llevas 20 años. Tengo que dejar de escuchar música romántica y pensar que tú me dedicas estas canciones. Pero no puedo. Me supera. Sé que debería alejarme de ti. Pero no puedo, no soy lo suficientemente fuerte. Y es que me atraes como un imán. Eres especial y no quiero perderte.
Me estás matando. Esto de amarte me mata por dentro. Me encanta amarte, me hace feliz, pero a la vez odio que tengas que ser tú la primera persona a la que amo. Y no puedo evitar preguntarme si alguna vez amaré tanto a alguien como te amo a ti.
No estoy bien, ¿sabes? Estoy rota por dentro, lo noto. Y no hay nada que yo pueda hacer, que nadie pueda hacer, mas que tú. No sabes cuánto quiero decirte que te amo, y pedirte que me ayudes a superarte, porque yo sola no puedo. Pero cómo ponerte en ese compromiso, jamás podría. Además, temo que tú no lo entenderías.
No le he dicho esto a nadie, no temas, más que a mi confidente, pero temo que no puedo llevar el peso de esto yo sola. ¿Cuánto más agauntaré?

Atentamente,

Otra alumna más.

Cartas a mi profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora