IV

583 50 0
                                    

Estimado profesor,

Otra carta más.  Estoy en racha. Anteayer escribí una sobre los celos. Algo bastante común, supongo. La historia que traigo hoy es una un poco distinta. Se podría clasificar como fantasía.
Si me dieran un euro por cada vez que me he dicho a mi misma que es imposible que tú sientas algo por mi... Y aún así no consigo creérmelo. Cada vez que miras en mi dirección pienso que quizás í. Que hay una mínima posibilidad, pero luego se me pasa. Es que en tu mirada hay tanto cariño cuando me miras... Y esos pequeños gestos... Tocarme el brazo, preguntarme por mis vacaciones, decirme que un conjunto me queda bien... Me confundes demasiado. A veces deseo que dejaras de hacer esas cosas, que simplemente me ignoraras, otras muchas deseo que nunca pares. Me duele. Ojalá pudiera simplemente llorar y echarlo fuera. A saber por qué no puedo llorar ahora...
Dios sabe que me duermo pensando en ti, en cómo serían tus besos, tus caricias, tus abrazos... y que me despierto imaginando tu sonrisa y pensando cuándo te podré volver a ver...
Hay días que me emociono pensando que te voy a ver y cuando no te percatas de mi presencia siento como si me hubieran clavado mil puñales en el pecho. Por supuesto a mi alrededor nadie se da cuenta. Tampoco es que se fijen mucho...
Ayer me sacaste de clase. Recuerdo ver tu cabeza asomar por la puerta y sentir mi corazón desbocado. Yo estaba en el sitio de una amiga de pie. Ese día debo reconocer que llevaba ropa más atrevida para captar tu atención. Cosa que creo que hice. Estaba hablando con mi amiga y tú regañabas a alguien. Me hice esperanzas pensando que quizás me ibas a sacar. Y para mi sorpresa lo hiciste. Mientras salía, había un chico plantado en la puerta bloqueando la mitad del espacio, me recordaba a mi misma que no debía hacer el ridículo. Me comí la puerta con toda la cara. Lo bueno: creo que tú ni te percataste. Lo malo: Auch. Me preguntaste si el Martes podíamos hablar y yo pretendí pensármelo, peor por dentro estaba: ¡Oh Dios! ¡Síiiii! 💍🔥🎊🎉. Por supuesto acepté. Tu mirada estaba tan llena de cariño... Casi me derrito. Además, me apretaste el brazo como signo de cariño y me costó horrores seguir andando con normalidad.
No sé lo que quiero y justamente eso pretendo averiguar. ¿Qué espero? Es decir, si tú hicieras lo que yo te dijera que hicieras, ¿qué te pediría que hicieras? No lo sé es la respuesta. Te amo, y justamente por eso quiero lo mejor para ti. Y quizás tu mujer es lo mejor para ti.

Siempre parte de mis fantasías,

Otra alumna más

Cartas a mi profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora