**Y se va otro capítulo, espero que lo disfruten, la investigación a penas comienza, espero que acompañen a estos personajes a descubrir errores del pasado que ya no pueden ser reparados, pero sí descubiertos cuyas heridas pueden ser resanadas y olvidadas, no olvidemos la canción que dice "You must forget and forgive to be free", les dejo la canción en la parte de arriba. Saludos a todos.**
Cuando era pequeña mi padre solía asegurarme que si cerraba los ojos y deseaba con la suficiente fuerza, los monstruos no podrían verme, sonreí ante la idea y rogué en silencio que el intruso sólo se retirara. Así que cerré los ojos y contuve la respiración. Me sorprendió que los latidos de mi corazón no me hubieran delatado ya.
— Ya puedes salir, no le diré a nadie— dijo una voz conocida llena de diversión, era su voz, fresca y tan profunda...
Me asomé lentamente por encima del escritorio y me topé con su hermoso rostro a escasos centímetros de mi cara. No tengo palabras para decir lo sorprendida que estaba, no tuve palabras en ese momento, estaba muy feliz de verlo allí, de que fuera él y no la abuela (creo que eso contribuyó bastante a mi alegría de verle).
— Hola— lo saludé después de un minuto entero de observarlo tontamente.— Hola— repetí sin saber qué más agregar, ¿qué podía decirle que no me hiciera ver como una loca?
— ¿Necesitas ayuda con eso?— preguntó mirando el manojo de cartas que había dejado junto a mí antes. Me molestó que él pareciera tan apuesto e inteligente y yo estuviera hecha un desastre de histeria. Dije lo único que se me ocurrió y con toda la malicia indiferente de la que fui capaz:
— Puedes vigilar la puerta, si quieres— sonreí y saqué todas las cajas, las revisaría más rápido y me largaría. Sonreí orgullosa, comenzaba a hablar y a pensar como toda una delincuente.
— Eso sí que no, mejor vigila tú la puerta, aunque con lo bien que lo has hecho es probable que nos atrapen sin esfuerzo— dijo sin ninguna muestra de agrado en la voz, sentándose frente a mí en el suelo y tomando el viejo reloj que yo había dejado momentos atrás. Lo observó con atención y dijo: — Es probable que se detuviera en el momento en que su amado la abandonó.
Lo miré incrédula mientras él volvía a dejarlo en su sitio y revisaba los objetos como si nada, era obvio que eso no era importante para él, después de todo, no era el pasado de su familia, no había pertenecido a un ser querido, no sentía ningún respeto por su historia.
— Deja eso, me encargaré— dije quitándole un anticuado caleidoscopio, pero qué esperaba, claro que todo iba a ser anticuado en esas cajas.
— No te enojes— repuso entre divertido y molesto y fue a por otra caja, sacó un montón de hojas sueltas y leyó el encabezado en voz alta: — Una historia escrita por Martha Jacobo...
— Espera, ¿qué?— inquirí sorprendida arrancándole el cuaderno de las manos, no tenía idea de que la abuela Martha solía escribir, pero ¿por qué estaba en las cosas de su hermana? Miré el encabezado una vez más y además el título: "La Fe Se Ha Roto".— Esto es increíble— logré articular, esa historia debía conllevar todo en lo que la abuela Martha había dejado de creer, el título esparcía arte, pero qué pasaba con el contenido... ¿Había amor? ¿Pérdida quizá?
— ¿Vas a quedarte leyendo todo el día o buscarás más pistas? Porque definitivamente no contamos con el tiempo que tu abuela tuvo al hacer esa historia.— Opinó... ese maleducado joven sin mucho ánimo.
— ¿Y tú? Me vas a decir tu nombre o prefieres el anonimato?— inquirí molesta.
— Lo segundo... O sea el anonimato— añadió al ver mi confusión, aprovechó el momento para hacerse con las hojas y dijo: —Pensándolo bien yo vigilaré la puerta, tú sigue buscando pistas— Y se alejó leyendo el manuscrito. No se me escapó que decía "Pistas"del mismo modo que yo lo había estado pensando.
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Entre música y poesía
RomansaHablaban sobre viejas idas y venidas, vueltas que da la vida y una que otra sacudida. Solían hablar de muchas cosas, de sus rutinas divertidas y menos estiradas, de las ferias antiguas y mal diseñadas, de guerras, de casas, de cosas pasadas. No solí...