Intervención

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El día empezó normal. Me levante, tome una ducha e hice exactamente lo que hago cada mañana. Pero, hoy pasó algo inusual.

—Señor Lerman— deje de comer mi manzana y di media vuelta.

—¿Si?— respondí al llamado de la directora, mi jefa.

Ella sonrió levemente —Me temo que no he visto progreso en su tarea de la decoración de la fiesta, ¿todo está bien?

Mierda, había olvidado que tenía tarea. Que por cierto había gastado en una de mis borracheras.

—Todo va perfecto.

La señora Canterbury me vio nerviosa pero luego se tranquilizó y me sonrió.

—Eso espero, que tenga un buen día.

Y siguió caminando de vez en cuando saludando a los alumnos.

Cuando la maestra entro a la oficina, camine rápidamente a mi salón.

Abrí el cajón de mi escritorio y quite el fondo, para ver el espacio escondido. Tome el sobre que estaba a un lado de algunas botellas pequeñas de alcohol y conté el dinero.

—Profesor— escuche, deje el sobre en el cajón y lo cerré.

—¿Si?— mire a la alumna, más bien al globo de nieve que había puesto enfrente de mi cara.

—Feliz Navidad profesor— dijo la niña y me entrego el globo.

Levante una ceja —Aún no es Navidad.

La niña entristeció.

—Pero, gracias— la pequeña rubia levanto su barbilla y mostró una enorme sonrisa, luego se marchó. Mire la bola de nieve y la agite.

—Eso fue amable.

Levante mi mirada y deje de jugar con el adorno —¿Te dolió?

—Luce, ¿qué haces aquí?— pregunte mientras me ponía de pie.

Ella entró al salón y dejó una cartera muy familiar en mi escritorio —Lo dejaste en mi casa.

Lo tome —Oye aquí faltan veinte dólares...

—¿Acaso me estás diciendo ladrona?— pregunto con una mueca en su cara.

—Si eso me gana unos veinte dólares, sí.

Ella rodó los ojos —Me voy.

Y camino hacia la puerta, la seguí pero me detuve en el marco de la puerta. Algunos chicos que apenas entraban en la pubertad la veían pasar y sabía que esa noche sería divertida para los pequeños vírgenes.

El cabello azabache de Luce iba de lado a lado mientras caminaba, y no pude evitar pensar en el olor a vainilla.

*

Bajé del autobús y camine a mi casa, saque mis llaves para abrir la puerta pero note algo extraño. La llave extra que estaba debajo de la maceta en mi porche, no estaba.

—Carajo...— tome la regla que estaba en mi maletín y me puse en guardia. Abrí la puerta y ataque a lo primero que vi.

—¡Dios mío Logan!

Mire a Kaya que intentaba inútilmente ayudar a levantar a Michael que se cubría el ojo con su mano.

—¿Qué demonios Lerman?— pregunto Michael poniéndose de pie.

Eterno NY (PSEMC2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora