Capítulo Cuatro.

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CAPÍTULO CUATRO

Se asombró al ver que los introdujeron en una especie sala de exhibiciones con varias vitrinas tenuemente iluminadas, lo curioso era que no veía la puerta para abrirlas ni una cuerda con polea para que el vidrio subiera. Volvieron a formarlos en fila en la mitad de la sala y, uno a uno, fueron dirigidos hacia las vitrinas; la de Luhan estaba estratégicamente ubicada en la mitad de la sala, bajo un brillante reflector de luz blanca.

-Bien, ¡bajen los vidrios! –La misma mujer de siempre ordenó y, de la nada, los vidrios de las vitrinas empezaron a descender lentamente hasta dejar a la vista los pedestales dorados con ornamentas otomanas adornándolos. Otra vez, el pedestal de Luhan era plateado, diferente a los demás.

-¡Súbanse! Y no se muevan hasta que los vidrios estén arriba nuevamente. –Luhan subió al suyo un poco asustado, miró a su alrededor y vio cómo las chicas estaban en vitrinas consecutivas a su derecha, y los niños igual a su izquierda, todos querían llorar, pero el miedo se los impedía. Los vidrios empezaron a subir y una sensación de claustrofobia se apoderó del pelinegro, el oxígeno empezaba a hacerse escaso a medida que dejaba de ver el filo de la vitrina y su respiración se descontrolaba; iba a gritar por ayuda cuando escuchó el golpe del vidrio contra el techo y la succión de que la vitrina se cerró al vacío, automáticamente, una leve corriente de aire tibio empezó a rodearlo, haciendo que su cabello se meciera levemente y que la tela de sus pantalones se le pegara a los muslos de manera casi imperceptible. El aire lo relajó notoriamente, cerró los ojos un instante y respiró profundo. Acto seguido los abrió y escuchó atentamente las instrucciones de la mujer.

-Muy bien, dentro diez minutos aproximadamente se abrirán esas puertas y mucha gente entrará a observarlos; ustedes son objetos de exhibición, así que sonrían, muévanse de forma elegante y sensual, hagan que su amo se sienta a gusto con sus nuevas adquisiciones; vendrán personalidades importantes de todo el mundo, así que son ciegos, sordos y, lo más importante, mudos. Si alguien intenta hablarles, sonríen y lo ignoran, llegan a entablar una conversación o a revelar quiénes son y sufrirán las consecuencias de ello, ¿no es cierto, Camille? –Luhan observó a una mujer que se mantenía en una esquina, callada y cabizbaja –Pero, querida, ¿por qué no nos cuentas qué fue lo que pasó? –La otra mujer abrió la boca para dejar escapar un alarido desgarrador, mostrando su cavidad bucal completamente libre de dientes y una lengua cercenada, tan sólo un pequeño muñón ennegrecido se distinguía al fondo. Luhan sintió ganas de vomitar y llorar a la vez que Camille cerraba la boca y se cubría el rostro para ocultar las traicioneras lágrimas que corrían por sus mejillas a causa de su previa humillación. –Así es, pequeñas ratas. Por muy hermosas o preciadas que sean, cometen un error y al jefe no le temblará la mano para deshacerse, Camille es sólo una pequeña advertencia de lo que podría ocurrirles, mejor no se arriesguen a conocer más. Buena suerte, si es que todavía la tienen. ¡Andando, damas! –Sin más, la mujer se dio la vuelta con una sonrisa sardónica y empezaba a presidir la comitiva de estilistas que la seguían con la cabeza baja. Dos hombres aparecieron de las sombras, tomaron a Camille cada uno por un brazo y la arrastraron hasta otra compuerta oculta entre la oscuridad.

Luhan suspiró, atemorizado. La función apenas empezaba.

*

-Buenas noches, señoras, señores y respectivos acompañantes, si es que hay alguno. –Kikwang se encontraba en lo alto de las ostentosas escaleras de su mansión mientras daba la bienvenida a sus invitados para la exhibición de sus esclavos esa noche. Sonrió cómplice ante su último comentario y unas risas leves se escucharon por toda la estancia, nadie acudía a esas galas acompañado; llegaban solos y se iban de a dos o tres, el morbo que producían esas preciosas criaturas expuestas lograba calentar hasta el más fuerte y controlado de los hombres. –Como muchos habrán podido apreciar en el catálogo que llegó adjunto a su invitación, en esta maravillosa noche tenemos unos ejemplares únicos para nuestra alegría y deleite, y nuestra atracción principal: Oh Lu Han, ¡damas y caballeros, tenemos al legítimo esposo del magnífico Oh Sehun con nosotros! –El hombre dejó que la expectativa llenara la sala a medida que el volumen de los murmullos aumentaba; bien era cierto que Sehun era conocido por todos, pero la identidad de su esposo era desconocida por muchos, lo que creaba más ansiedad en las masas. –Claramente, mantengo la regla de mirar y no tocar. No me gusta que mis propiedades sean manoseadas.

-Kikwang, ¿eso significa que le robaste el marido a Oh? –Una voz desconocida salió de la marea de gente en el primer piso, Kikwang torció el gesto.

-No se lo robé, imbécil. Simplemente... lo tomé prestado. –Añadió con una mueca maliciosa mientras reía. –Sin más, bienvenidos sean a la exhibición. Que tengan una muy, muy buena noche... con permiso. –Terminado de decir eso, el dueño de la mansión desapareció por un descansillo que desembocaba a una cámara secreta desde la cual podía ver toda la sala de exhibición sin ningún tipo de interrupciones. El muy hijo de puta de Sehun se había aprovechado de su hospitalidad y amabilidad al creerse mejor en el negocio que él cuando fue él mismo quien educó al niñato en todo ese mundo.

-Malagradecido Oh Sehun, me hiciste caer en laruina y creíste que te deshiciste de mí sólo con un disparo. Te equivocaste de hombre, niñato, ya verás lo que te espera cuando intentes sacar a tu princesita de aquí. –Dijo mientras miraba cómo una pareja se acercaba demasiado a la vitrina de Luhan.    

Being Yours  [EXO FanFic] {HunHan}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora