(D)ificultad

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El Dominio es el intervalo en el cual la función está definida.

En la vida, existen estos pequeños momentos que te hacen cuestionarte si en verdad estás haciendo algo bien.

Cuando parece que todo (todo) va cuesta abajo y los problemas te arrastra como si un desastre natural estuviera ocurriendo a tu alrededor. Como si fueras un simple renacuajo nadando contra corriente.

Y sólo puedes pensar en algo.

Mi vida es un asco.

Seungkwan se mantiene recostado a lo largo del sofá. Inmóvil. Mira el techo del departamento como si no hubiese cosa más interesante. Quiere quedarse así por el resto del día..., o de la semana.

Quiere olvidarse de sus tareas, su bajo promedio, su pierna rota, sus materias reprobadas, su familia diciendo que no los visita, su peso, la basura que no han tirado desde hace dos semanas, los problemas con Seokmin, las malas noticias en el noticiario local; el hambre del mundo, el calentamiento global, y la posible tercera guerra mundial.

Seungkwan sólo quiere permanecer inmóvil por un buen rato y olvidar que ahora es un adulto.

— ¿Qué haces? —Pregunta la serena voz de Jihoon.

— Me sumerjo en mi miseria.

Cool. ¿Cuando termines con eso podrías hacer la cena?

Seungkwan ladea el rostro y ve el menudo cuerpo de su mayor de pie junto al sofá.

— Estoy deprimido y con una pierna partida a la mitad.

Los pequeños ojos del castaño parpadean lentamente detrás de sus redondos anteojos.

— ¿Y no crees que un buen rammyun lo solucionaría?

— ¡Hyung! —Se queja el rubio, cerrando con fuerza los ojos.

El mayor rueda los ojos y se cruza de brazos, caminando hacia el teléfono sobre la barra de la cocina.

— Bien, pediré pollo frito —dice como reclamo asomándose por la puerta—, pero si engordamos espero estés consciente de que es tu culpa. Por cierto, Hansol está allá afuera esperándote.

El rubio se levanta bruscamente del sofá, quedando semi incorporado sobre este. Abre ligeramente los ojos y mira con incredulidad a su compañero quien se encoge de hombros y vuelve a sus asuntos.

Seungkwan se levanta lentamente y toma sus muletas. Camina hasta la entrada y cuando abre la puerta de su departamento ve sentado en el último peldaño de las escaleras a un despreocupado azabache.

Hansol levanta la cabeza y Seungkwan nota que el menor no luce como suele lucir a diario. El azabache tiene sus negros cabellos perfectamente peinados hacia un lado, unos jeans negros, la camiseta blanca sencilla, una chaqueta igualmente obscura y el olor exquisito de una fragancia encima.

— ¿Por qué no me llamaste para que te abriera la puerta? —Reclama el rubio con un tono pasivo-agresivo.

— Esperaba que salieras por casualidad y así sorprenderte —Hansol se pone de pie y camina hasta quedar frente a frente con el mayor, haciendo notoria la diferencia de alturas—, pero veo que eres lo suficientemente antisocial como para no asomar la cabeza fuera del departamento por varias horas.

Pierna Rota. [VerKwan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora