7. Pasado 3/3

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Habían pasado varios días desde que Dai se encontraba en la casa de su abuelo, esperando con ansias a que llegara el momento en el que llegaría su madre para estar con ellos. Mientras tanto, seguía peleando de vez en cuando con Okita. Era normal, porque ella quería hacerse su amiga, pero el niño quería todo lo contrario. Siempre intentaba escapar de Dai.
En fin, mucho era que tenían en la casa a Okita, como para que le acabaran echando por pasar demasiado tiempo con la pequeña, por eso huía de ella.

Dai no paraba de seguirle de un lado para otro, aunque fuera a escondidas.
Okita, aparte de hacer algunos deberes de la casa como le había prometido al tío de la chica, visitaba el dojo donde Kondo y el abuelo de Dai le enseñarían al más pequeño el manejo de la espada. No solían enseñarle a cualquiera, pero sabían perfectamente que ese chico tenía un don. Servía para aquello.

La pequeña de pelo castaño observaba escondida tras los troncos de los árboles del jardín cómo el chico practicaba muchas veces a solas.
Ella también quería, pero su abuelo no le permitía coger ninguna katana, aunque fuese de las de madera para practicar kenjutsu.

¿Se podía decir que sentía envidia de Okita? Un poco sí. Llegaba al punto en el que casi odiaba ser una chica.
Cuando su padre vivía, las cosas no eran de esa manera. Podía practicar kenjutsu tantas veces como quisiera, pero allí su abuelo no se lo permitía por el simple hecho de ser una chica.
¿Por que había tanta diferencia entre los niños y las niñas? Ella no podía verlo, todos eran iguales, ¿no? No comprendía por qué no podían hacer las mismas cosas.

Uno de esos días, en los que espiaba tras los árboles del jardín a Okita y a los demás niños, pudo ver una cosa. Algo que no le gustó nada.
Su abuelo y su tío se habían ido, dejando a los chicos entrenando. Un grupo de ellos se acercó a Okita, comenzando a golpearle mientras se reían de él.

— ¡Eres un huérfano! — gritó uno.
— ¡No es verdad! ¡Yo tengo una familia!
— Mentira. Tu padre murió, el señor Shusuke adoptó solo a tu hermana. ¡Tú no tienes familia!
— ¡Ella sigue siendo mi hermana!
— Claro, y cuando adoptaron al señor Kondo Isami también se convirtió en tu hermano, ¿no? ¡Sueñas! ¡A ti no te adoptaron!

¿Había escuchado bien? ¿Su tío también había sido adoptado? ¿No era su tío de sangre? No estaba entendiendo nada.
Apartó la mirada tan solo unos instantes y de repente comenzaron a pelearse todos los niños.
Dai estuvo a punto de salir de donde estaba escondida, pero entonces Okita pudo verla cuando en uno de los golpes le habían tirado al suelo.
La miró sorprendido y negó varias veces con la cabeza para que no saliese de su escondite. Ella quería hacerlo, pero no pudo. Su mirada le había dejado bastante claro que no podía salir de allí, si lo hacía seguramente también sería golpeada por esos chicos al intentar interponerse o humillaría aún más al niño.

En cuanto los chicos se alejaron para irse a sus casas, pues supuestamente había finalizado el entrenamiento de ese día, Dai salió del lugar donde estaba y fue corriendo hacia Okita.
El mayor de los dos se encontraba sentado en el suelo, en silencio a pesar de lo que le dolía el cuerpo por los golpes. Por otro lado, la única que lloraba era la niña. Las lágrimas salían como agua de un río por sus ojos.

— ¿E-estás bien? — murmuró sollozando.
— Sí... — susurró él.
— Espera aquí — contestó todavía llorando.

La niña salió corriendo, fue a buscar un pequeño barreño con agua y gasas para curarle las heridas.
Fue hacia donde había dejado a Okita, casi derramando el agua por todo el camino.
Cuando llegó allí el chico se estaba levantando del suelo para irse, pero ella no le dejó. Puso el barreño en el suelo, obligando al niño a sentarse en el suelo.
Después, le limpió la cara con la gasa húmeda, para quitarle restos de sangre y polvo de la cara. Él cerraba los ojos, pues cuando la gasaba rozaba con las heridas abiertas escocía un poco.

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⏰ Última actualización: Apr 15, 2017 ⏰

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Nunca te fíes de las apariencias. [ EDITANDO ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora