Gordito

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Ya era una tradición que Yoongi fuera súper consentido durante todo marzo y no sólo el día nueve, pues el gatito naranja lo había establecido como su mes. Así que Jimin lo llenaba de más amor y besitos que nunca; Yoongi era extremadamente feliz durante esos 31 días.



El día nueve había ido a comer a un restaurante de carnes con Jimin y Jungkook y como era su cumpleaños, su novio le permitió comer lo que quisiera. Yoongi comió tanto que tuvieron que tomar un taxi porque ya no podía caminar. El fin de semana (tres días después) celebró con Namjoon y los amigos de su novio. Jin y Hoseok cocinaron todo tipo de pescados y mariscos, pues el minino era adicto a ellos; había sobrado tanta comida que la empaquetaron para que Yoongi la comiera durante la semana (en realidad se la acabó dos días después). Definitivamente marzo era su mes favorito.




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Yoongi había descubierto unos extraños chocolates mexicanos durante un paseo familiar que tuvo con su novio y Jungkook. Como aún era marzo le rogó a Jimin porque le comprara veinte cajas y el castaño aceptó, porque seguía siendo marzo y además a él también le habían gustado.
Decir que el par de gatitos había desarrollado una extraña adicción a esos chocolates era poco. Las cajas se acabaron en menos de dos semana y Jimin sólo había probado media tableta.

Jimin no lo sabía, pero Yoongi había convencido a Jungkook de regalarle algunas de sus cajas y el gatito menor aceptó pues Yoongi era como un padre para él.




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El gatito naranja acababa de salir de bañarse, había tomado una relajante ducha cuando encontró eso en su abdomen. Los había visto en muchas otras personas, en Namjoon o Jin pero nunca en él. Eran rollitos de grasa o algo así, odiaba cómo se veían. Preocupado decidió seguir inspeccionando su cuerpo semidesnudo y descubrió que había aumentado un par de kilos; sus mejillas habían aumentado y sus brazos se veían anchos y voluminosos. Dios, ¿qué iba a...?


—Yoonie, ábreme la puerta. — sus orejas y cola se crisparon por el miedo. La dulce voz de Jimin apareció del otro lado, estaba tan ocupado viendo su nuevo cuerpo que nunca lo escuchó acercarse.


—No puedo, estoy desnudo. —Contestó el rubio con voz temblorosa. Diablos, sólo pensar en que Jimin viera su cuerpo así de relleno lo avergonzaba.


—¿En serio? —la estrepitosa risa del castaño se escuchó por todo el departamento. —Yoongi, te he visto desnudo muchísimas veces. Vamos, déjame pasar, tengo frío.


La única respuesta que Jimin recibió fue un suéter estampándose en su rostro, fue tan rápido que ni siquiera pudo ver la puerta abierta.


Yoongi estaba aterrado de la reacción de Jimin hacia su nuevo y espantoso cambio.



Durante la noche, no podía dormir, estaba ansioso y sentir el tonificado cuerpo de Jimin a su lado lo preocupaba más. En algún momento, entre sus cavilaciones, el castaño deslizó uno de sus brazos sobre el abdomen de Yoongi, convirtiéndolo en un perezoso abrazo. El minino se deshizo del agarre inmediatamente y con sigilo salió de su habitación. Dios, gracias a que Jimin estaba más dormido que despierto no se pudo dar cuenta de lo gordo que estaba. El rubio decidió que tenía que tomar medidas extremas para enfrentar su nuevo problema. Mientras descongelaba una pizza en el microondas decidió que tenía que dejar de dormir con Jimin.

Purr || yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora