XVI: Link

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Kakariko es la desolación misma.

El pequeño pueblo enclavado entre los riscos está devastado, todas las casas han sido quemadas. La guerra ha pasado por aquí y ha dejado su temible huella. Los habitantes de Kakariko han abandonado el pueblo, se esconden en la Montaña de la Muerte; seguramente hayan buscado asilo con los goron.

A pesar de todo, exploro minuciosamente los restos que el ejército twili ha dejado a su paso, buscando algún rastro de vida, o algún amigo que no haya logrado escapar. Por suerte, no encuentro nada; los habitantes de Kakariko lograron huir a tiempo... o tal vez se llevaron a sus muertos consigo, pero eso no quiero pensarlo, no puedo pensarlo.

Más por desesperación que por otra cosa, me acerco al manantial del espíritu a lavarme y a curar la herida de mi costado. Pero todo se me olvida cuando veo un puñado de cabellos negros como el carbón flotando en la fuente, como algas enredadas.

-Hashi - susurro.

Miro a mi alrededor, buscando alguna pista que me lleve hasta la niña espíritu, pero no hay ningún rastro reconocible. Salgo del manantial, desolado, preguntándome qué demonios le han hecho a Hashi, si he dejado a Midna sola para encontrarme con que mi amiga ya está muerta. Camino hacia el pueblo, pensando si volver al Crepúsculo con Midna, si ir a la Ciudadela a ofrecer mi ayuda a la Princesa Zelda para defender Hyrule de esta invasión, cuando veo una serie de gotas perfectamente circulares, de un color marrón oxidado. Un color que conozco bien, pues he debido limpiarlo de mis ropas verdes demasiadas veces.

Sangre.

Es muy poca sangre para ser de alguien que ha muerto desangrado, o de una persona herida gravemente. Pero tal vez no sea tan poca sangre para alguien que ha estado al límite de la muerte por desangramiento. Aferrándome a esa esperanza, sigo el tenue rastro de sangre a través del Cementerio, hasta la entrada de la tumba del rey zora... que está bloqueada por un inmenso montón de piedras.

¿Estará Hashi encerrada ahí dentro? ¿Quién la encerraría, y por qué? Retiro la primera de las rocas, dudando, sin atreverme a ilusionarme. Tardo apenas unos minutos en retirarlas todas, y poco más en gatear hasta el interior de la cueva.

-Tú.

La voz está tan cargada de odio que me estremezco inconscientemente. Hay algo terriblemente familiar en esa voz, algo atrapado entre los matices helados de una voz que suena como un espejo al romperse. Aguzo la vista; al otro lado del pequeño lago interior, hay una figura oscura que me mira fijamente. Mis ojos tardan aún unos segundos en acostumbrarse a la oscuridad, pero cuando lo hacen, tengo que tomarme unos segundos para dejar de dudar si lo que estoy viendo es real.

Myrho no me dijo más porque no hay forma de explicarlo. Lo que hay al otro lado del estanque es, sin lugar a dudas, él, esa criatura que aterrorizaba al paje twili más que nada en el mundo. El engendro que me ha arrebatado a Hashi, que la ha apartado de mi lado.

-¿Dónde está Hashi?

La criatura al otro lado del lago deja escapar una carcajada rota, burlona.

-¿Ni siquiera me vas a preguntar quién soy, pequeño idiota? ¿Hashi y eso es todo?

Aprieto los puños, los antebrazos temblándome. No quiero saber qué es, no quiero saber de dónde ha salido. Es como mirarme en un espejo cruel y deformado, como ver mi reflejo en el agua negra de un estanque podrido. Esa criatura, esa aberración que me mira con los ojos destellando de odio no debería existir. No quiero saber quién cree ser.

-¿Dónde está Hashi?

-Se ha marchado - escupe, con una mueca de odio deformando sus blancas facciones -. Se ha largado. Me dejó herido, con una botella de poción roja, pero el sacerdote hijo de puta se la llevó y ordenó que tapiaran la entrada antes de irse...

An Hylian Light (TLoZ: Twilight Princess. Link x Midna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora