La respiración de Hashi es entrecortada, débil. Parece que cada vez que toma aire vaya a ser la última, sus espiraciones parecen estertores. No tiembla, no se estremece, ni siquiera parece capaz de mantener los ojos abiertos. Aprieto los dientes, furioso, porque no puedo permitir que muera sin haber jugado antes con ella. No después de todo lo que he hecho para conseguirla.
Y, por cierto, ¿qué demonios hago llevándola en brazos como a un recién nacido o una amante? Ni que me importase una mierda su comodidad. Estúpida mocosa...
Me la cargo sobre el hombro como un saco o un cadáver, a lo que ella responde con un tenue gemido. Algunas gotas de sangre salpican el suelo delante y detrás de mí, y soy consciente de que con las extremidades colgando, la hemorragia se intensificará. Con un bufido de exasperación, vuelvo a cogerla en brazos como a un bebé. Maldita mocosa, ya puede resultarme entretenida, con todo lo que estoy haciendo para mantenerla con vida...
Es la primera vez que hago algo así, la primera que persigo a una presa con tanto ahínco, y sobre todo para no matarla en el acto. Hashi vivirá aún algún tiempo en mi poder, hasta que me resulte demasiado aburrida o hasta que llegue el momento en el que su muerte me produzca mayor placer que su sufrimiento.
Pero hasta entonces, debe seguir con vida.
Para cuando llegamos a Kakariko, ya es medianoche y nadie está despierto. Incluso los goron, esos insufribles y palurdos seres que parecen tener la cabeza tan llena de piedras como el resto del cuerpo, están tirados en alguna madriguera en la roca. Los hylianos están en sus casas, calientes entre sus sábanas de lino, familias enteras en la misma cama.
Los odio. Los mataría a todos, si no fuera porque el ansia que siento por despertar a Hashi es mayor.
Llego al final del pueblo, al manantial del espíritu y sumerjo a Hashi en el agua, buscando curarla solamente lo necesario para que sobreviva y se despierte, no tanto como para que pueda moverse. Un impulso me sacude, y le sumerjo solamente la cabeza, de modo que cuando despierta manotea débilmente en busca de aire, y su desesperación me hace reír entre dientes.
La saco del agua tirándole del pelo, a lo que responde con un gemido de dolor y llevándose las manos a la cabeza. Trata de alcanzar mi mano y soltarla de sus cabellos, y me da la sensación de que su larga melena le gusta bastante.
Confiando en no equivocarme, saco la daga del cinturón y comienzo a cortarle el pelo a tajos rápidos. Ella protesta débilmente y se revuelve, pero cuando uno de sus movimientos le cuesta un corte en la sien, se queda inmóvil, aterrada.
Ver correr las lágrimas y la sangre por su rostro es casi más de lo que puedo soportar.
Acabo rápidamente con su corte de pelo, de tal manera que su cabeza y su cuello parecen frágiles y desprotegidos; luego, solo por diversión, vuelvo a empujarla al agua, apenas un instante, para ver como el miedo a ser ahogada de nuevo alcanza sus pupilas.
-Vamos, ven - le digo, sonriendo -. No más agua por hoy.
Ella se mueve despacio hacia la orilla, demasiado despacio para mi gusto. No tengo ninguna gana de que se cure más.
-¡Vamos! - rujo, mientras la agarro del cuello y la tiro al polvo de la orilla. Le doy un puntapié en el estómago, no demasiado fuerte, solo para asustarla - Vamos, muévete. Ya que te has quedado tanto tiempo en el agua, supongo que podrás andar.
A base de empujones y gritos la conduzco al cementerio, y luego la obligo a gatear a través de la pequeña abertura que conduce al lago escondido que un día fue refugio para un niño zora. La sigo al interior, donde me espera medio arrodillada, aún sin fuerzas para ponerse en pie del todo, aún desafiante.
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An Hylian Light (TLoZ: Twilight Princess. Link x Midna)
Fanfiction[Este fanfic tiene lugar TRAS el final del Twilight Princess. NO LO LÉAIS si no lo habéis jugado, es una catástrofe de spoilers]. Tras el final de la invasión twili y la batalla contra Ganondorf, Link se encuentra perdido. Ya no tiene lugar en Ordon...