Capítulo 2: Dudas

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Nathaniel salió despavorido de aquel lugar. Cruzó la cancha de la escuela lleno de miedo. Sus manos aún temblorosas sujetaban sus cosas dejando caer algunas. Por dios...

Su respiración se agitaba.

El había visto un lado de Chloè que jamás creería, era... Inseperadamente agradable, no se refería a verla sufrir, si no que el también llegó a creer que Chloè no tenía corazón, que era cruel Pero ahora. Bajó el ritmo de sus pasos. Ahora el creía que había Sido hasta adorable.

¿Sonaba raro? Probablemente.

Pero en el, en su interior, creía que no podía haber placer más grande que ver un orgullo siendo roto, repetía, no en mala manera. La bruja de hielo era solo una fachada y el había sido parte de esos rumores que ahora la hacían ser mala.

El comprendió que sus compañeros, no, no solo ellos también su familia probablemente habían construido aquel mural, después de todo Nathanael también había pasado por ello y a consecuencia fue akumatizado. No solo su amor por el arte, era haber Sido silenciado en aquellos que le permitía expresarse, eso le había hecho caer. ¿Pero Chloè? ¿Ella como se expresaba? ¿Su ropa? No, aunque sonara feo, Chloè llevaba siempre ropa de moda Pero no tenía un estilo único. ¿Su maquillaje? No, parecía que solo era igual, tendencias. ¿Su peinado? No creía que Chloè fuera tan simple para llevar lo mismo siempre... Entonces...

No la había visto dibujar, cantar o escribir... Ella simplemente no tenía como expresarse y eso la hacía más desdichada que el pobre Nathanael.
En el último escalón lo comprendió. Ellos tenían la culpa, el mundo la había orillado a ser eso.

-Espera!! Nathaniel!!- el grito le hizo saltar del susto. Era Sabrina quien le llamaba. -Nathaniel se te cayó esto.- tendió la mano y expuso algunas hojas con garabatos.

-Gr-gracias.- se las quito de la mano, pensando en que solo Sabrina podría conocer el interior de Chloè, tal vez por eso estaba a su lado.

-Oye Nathaniel...- preguntó Sabrina. - Has visto a Chloè?-

Este sacudió la cabeza de manera nerviosa. Acto seguido se marchó. Si no estaban juntas probablemente así lo quería Chloè, estar sola.

Se detuvo unos pasos después y miro la espalda de la pelirroja, buscando a su amiga.

O tal vez no.

En la azotea, Chloè se encontraba secando sus últimas lágrimas con el pañuelo de Nathaniel. Una sonrisa se dibujo en sus adentros. Después apareció un tenue rubor. Nathaniel le había visto. Volvió la preocupación en ella ¿Y si le contara a alguien lo que vio? Su vida, su integridad y su fachada de crueldad se vendrían abajo. No podía permitírselo, a estás alturas de la vida era muy tarde para ser rebelde. Ella tenía que ser buena para su madre, para su padre... Solo para ellos dos. El resto del mundo tendría que soportar el desprecio que les tenía.

Se llevó el flequillo tras la oreja despejando el rostro que parecía estar mejor, de la bolsa sacó maquillaje y se retocó, allí donde las mejillas estaban rojas, polveo. La sombra que se corrió tomo forma y los carnosos labios que habían quedado ahora tenían labial nuevo. Para los ojos no quedó de otra, sus gafas de sol.

-Bien Chloè.- dijo para si misma. -Eres una Diva... Sigue con eso.-

El primer paso hacia el aula provocó un crujido que le hizo bajar la mirada, bajo su zapato estaba un lapicero de minas, roto ahora de la punta. Era de Nathanael, lo tomó entre sus dedos y sonrió de nuevo.

-¿Debí haberlo amenazado más?- pensó.
Ya era tarde para eso, tendria que esperar hasta mañana para saber qué pasaría.

No lo dejaría salirse con la suya, además aún tenía que regresarle el pañuelo y...Gesticuló de fea manera.

El romance de una chica indecisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora