—Tu familia es encantadora. ¡Me encantan!
Jack conduce su auto—uno muy bonito, por cierto—, hacia el lugar en donde cenaremos, aún no me ha dicho a donde iremos así que estoy arriesgando mi vida con un chico que conocí en un ascensor. Si, genial. Jack salió muy feliz de casa, mi mamá nos retuvo una media hora en el sofá de la sala y él no hacía más que encantar a las dos mujeres. En algo se pusieron de acuerdo hoy mi padre y Connor, lo miraron como si fuera una insignificante cucaracha, pero a él no le importó. Jack solo fue él mismo.
—Créeme, tú también les caíste muy bien.
—Menos a tu padre—señala.
—Mi padre ni siquiera quiere a Connor. Y ese chico es una dulzura.
—Yo también soy una dulzura—se queja—. Admite que te traigo loca.
—En tus más grandes sueños.
—Eso no lo puedo discutir. Anoche soñé contigo, tomatito—Vale, el apodo hizo su aparición en mis mejillas.
Nos quedamos en silencio, solo la leve música instrumental que sale de las bocinas del auto se escuchan. Miro por la ventanilla la ciudad llena de luces, es preciosa. Pero hay algo mal. ¿Por qué demonios estamos subiendo una colina? ¿Acaso hay un restaurante en la cima?
—¿A dónde me llevas?
—Ya estamos a punto de llegar, no seas curiosa.
—Jack, si estás pensando en hacerme algo...
—Tranquila, tomatito—Toma mi mano y lo dejo hacerlo—. Te va a gustar.
Luego de unos minutos llegamos a la cima de la colina. Jack se detiene en un espacio que me deja ver hacia una mesa iluminada por velas. Oh Dios, el tipo sabe lo que hace. Abre su puerta y rápidamente llega a la mía para ayudarme a bajar. Vuelve a tomar mi mano para acercarnos a la mesa cubierta por la luz de las velas, levanto un poco mi rostro encontrándome con la maravillosa ciudad iluminada.
Sí, él definitivamente sabe lo que hace.
—Espero que te guste. Hice un delicioso pollo al horno con ensalada y de postre, una marquesa de chocolate.
—Alto. ¿Tu cocinaste?—pregunto incrédula.
—Sí, mi madre me enseñó a cocinar. Preparé mi primer platillo a los diez—retira la silla para mí y luego me ayuda a acomodarme.
—Tengo que decir que me encuentro muy asombrada.
—¿Eso es bueno?—pregunta con su singular sonrisa burlona.
—Extremadamente bueno—aseguro—. ¿Puedo hacerte una pregunta?
—Seguro.
—¿Qué edad tienes?
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Los ascensores son mágicos | Los Intocables #Extra1
Short Story#LASM es un extra de la Serie Los Intocables, por lo tanto puedes leerlo sin haber pasado por los otros libros. Aunque te lo recomiendo, disfrutarás más de la lectura y conocerás a nuestros chicos. No tenía intenciones de mirar a un tipo como él...