VLAD

229 33 27
                                    

El trayecto se nos estaba haciendo eterno. Nosotros creíamos que el castillo donde nos dirigíamos se encontraba relativamente cerca pero llevábamos recorridos demasiados kilómetros para hacernos ilusiones. Estaba amaneciendo y el cielo seguía gris, encapotado por una gruesa capa de nubes que impedía que pasasen los rayos del sol, lo cual agradecíamos.

- No estoy seguro de que esto sea buena idea. - dijo Karel buscando mi mirada – Te recuerdo que ese hombre intentó acabar con mi vida, como si fuese un animal despreciable del que se puede prescindir. - acabó diciendo intentando que le diese la razón.

- Lo sé Karel, pero parece como si todo lo que nos rodea se confabulase en contra nuestra llevándonos inexorablemente ante la presencia de Vlad. - dije convencido – Por lo que creo que más vale terminar con esto cuanto antes para poder regresar a casa. Algo me dice que la clave de todo está en el Príncipe.

- Jaroh tiene razón... en parte. Intentar escapar solo empeoraría nuestras vidas como no te puedes imaginar – intervino Milos – Por otro lado, ir en busca de quien ya sabéis – dijo en nuestro idioma para evitar cualquier problema – es ir directamente a un nido de problemas. Nadie que yo conozca que haya entablado contacto con el Príncipe ha salido airoso.

- Pues yo me conformo con llegar de una pieza de vuelta a casa – dijo Karel, otra vez divertido – Por si no lo sabes Milos, los Vampeires mutilados no suelen ser plato de buen gusto para las jovencitas casaderas. - dijo guiñándole un ojo – Aunque creo que a Ethel eso no le importaría.

- ¡Ja!, eso si no es tu virilidad lo que te amputan – respondió este riéndose mientras intentaba controlar a su caballo que le dio por alejarse de los otros.

- ¡Eso no lo digas ni en broma! – contestó imaginándose la situación. Al poco respondió moviendo la cabeza como intentando ahuyentar sus pensamientos – Creo que ya estamos cerca.

Nos fijamos en el camino que resultó demasiado angosto para ser la vía principal que esperábamos para un castillo. Estaba bordeado a ambos lados por árboles grandes y densos que no dejaban ver nada que no fuese aquel camino nevado. El paso de los caballos que iban por delante aminoró hasta llegar a ser un trote más tranquilo. Casi sin darnos cuenta el bosque dejó paso a un gran claro donde se encontraba el castillo. Realmente no se trataba de tal, era más bien como una mansión o palacio que estaba muy bien cuidado por su aspecto exterior. Por las innumerables ventanas supusimos que estaban al tanto de nuestra llegada pues se veían luces en el interior y sombras ajetreadas de aquí para allá, posiblemente preparando la recepción de "invitados".

Milos se estremeció aunque intentó disimularlo. Yo sabía que después de lo vivido por él, llegar hasta aquí ya era todo un logro. Si en ese mismo instante hubiese dado media vuelta para escapar no se lo reprocharía, pero no fue así. En vez de eso tomó aire y suspiró.

- Bueno supongo que no nos queda otra – dijo con una sonrisa. - Hoy es tan buen día para morir como cualquier otro.

- Tu siempre tan optimista – dijo Karel aparentando seriedad.

- Claro, eso lo dice uno que también estuvo a punto de morir por sus caprichos – rió sarcásticamente.

- Venga dejadlo ya, que al final voy a desear que me intenten matar para estar a vuestra altura. ¿Cuándo fundasteis el club de los No asesinados por Vlad? - dije divertido.

Éramos conscientes de que aunque no entendían nuestro idioma, Stefan torcía el gesto cuando podía distinguir el nombre del Príncipe entre nuestras palabras. Supongo que hubiera dado todo lo que poseía por saber de qué hablábamos, aunque probablemente sería para poder delatarnos a su Señor y de paso ganarse más su confianza.

Vampeires: OrígenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora