INMINENCIA

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Ya por la mañana temprano el ajetreo era patente, los hombres entrenaban ruidosamente, mientras otros afilaban, espadas, hachas y otros objetos extraños para nosotros. Los tres decidimos dar una vuelta por el campamento y ya que esos hombres iban a luchar a nuestro lado, bueno era saber con qué clase de soldados contábamos.

Karel parecía entusiasmado con la idea de entrar en batalla y preguntaba a cualquiera por sus labores, armas o lo que fuese. En un momento dado vio a unos hombres que estaban talando unos árboles cercanos y se quedó extrañado de que lo hiciesen en parejas. Alternaban los golpes arrancando pequeños mordiscos de madera. Se acercó a ellos bastante intrigado.

- ¿Puedo? – dijo indicándoles si podía probar él. Los hombres se quedaron por un momento quietos mirándolo fijamente. El más alto de los dos respondió.

- ¿Quieres probar a dúo?

- No. Me basto solo. – dijo tan sincero que pensaron de que era un arrogante más de los muchos que podían estar por esos Lares.

- De acuerdo. – dijo cediéndole el hacha.

Karel la recogió y la balanceó un par de veces para hacerse con el peso de la herramienta y se fue hacia la base del árbol. Para extrañeza de los presentes acercó el oído hacia el tronco. Ni que decir tiene que aquello era una de las pocas ocasiones de diversión que debían tener aquellos hombres porque al poco había tanta gente viendo lo que hacía mi amigo que era difícil estar de pie y no molestarse unos con otros. Algunos se reían de Karel que parecía ajeno a todo. Fue subiendo y bajando su oído hasta que por su gesto de satisfacción supe que ahora empezaba la verdadera diversión. Se incorporó y colocó la hoja a la altura conveniente, separándola un poco varias veces para calibrar el golpe. Al fin alzó el hacha por encima de su hombro y a una velocidad increíble asestó un golpe tal que al impactar sobre el tronco se clavó entera la hoja. La gente se quedó estupefacta al ver la fuerza de mi amigo. Karel se quedó mirando a los que estaban agolpados al lado contrario del hachazo y al ver que no reaccionaban se acercó y de un "suave" empujón los retiró de la posible caída del árbol. Los presentes arreciaron en sus carcajadas pensando que aquel hombre "extraño" debía estar gastándoles una broma. Impertérrito permaneció mientras los demás se burlaban de él, mientras el leve crujido del árbol llegaba a sus oídos antes que al resto. Su sonrisa lo decía todo, el ruido llegó a todos y en un instante el movimiento hizo su aparición.

El árbol se inclinó al principio lentamente para ir acelerando la caída progresivamente hasta que con un estruendo quedó tirado donde hacía poco habían estado aquellos irresponsables que ya no reían. El silencio sepulcral dio paso a gritos y vítores a favor de Karel, que saludaba divertido a la muchedumbre. Uno de los leñadores se acercó a él visiblemente impresionado.

- Amigo no sé cómo lo has hecho pero ¡que me parta un rayo si no es lo más impresionante que he visto en mi vida! – dijo eufórico.

- Ven acércate y sabrás donde está el truco – le respondió guiñándole el ojo.

Lo llevó hasta la base del árbol y se agachó esperando a que el leñador hiciese lo mismo. Pasó la mano sobre la madera y señaló unos orificios que eras visibles por todo el tronco.

- Esta es la época en la que las larvas suelen eclosionar y se alimenta de la madera. Suponiendo de que fuese igual que en nuestro mundo, suelen dejar bastantes canales en la madera como para debilitarla. Me fijé que vosotros lo hacéis más cercano a la base y eso hace que se requiera bastante gasto de energía para conseguir lo mismo. Nosotros escuchamos el eco que se propaga por los canales producidos por los gusanos mientras comen y se mueven, por lo que donde suene más fuerte indica donde está más debilitado el árbol.

Vampeires: OrígenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora