CACERIA

162 34 28
                                    


Tan rápido como fue posible nos pusieron al tanto de lo que había ocurrido y la negra sombra de los problemas volvió a planear sobre nosotros. Corrimos hacia el lugar donde la muchacha había caído en busca de algún rastro que nos diese alguna pista. En apariencia, los únicos rastros que podíamos ver a simple vista eran unos pequeños regueros de sangre y alguna que otra flor aplastada.

- Parece que está perdiendo mucha sangre. – aventuró Stefan. – A ese ritmo no llegará muy lejos.

- Llevas razón, pero debemos evitar que tenga contacto con cualquier persona. ¿Hay por aquí cerca algún lugar habitado? – pregunté a Stefan mientras le dirigía una mirada significativa a Karel.

- Solo unas cabañas de leñadores como a un par de kilómetros. ¿Por qué lo preguntas? – dijo extrañado.

Al oír su pregunta dudé por un momento en contarle donde estaba el problema en caso de que Irina encontrase a alguien en su camino. Pero sentí que era hora de no ocultar la gravedad del problema, máxime si queríamos la plena colaboración de ellos. Kassandra permanecía inmóvil mirando la sangre que recorría el suelo y con gesto serio me dedicó una mirada que no mostraba el desprecio de momentos anteriores.

- Porque si llega a encontrar a alguien y lo muerde, se recuperará rápidamente, sus heridas cicatrizarán y entonces nos será imposible pararla. Por lo que habéis comentado corre más rápido de lo que vosotros y nosotros podemos llegar a correr jamás. – dije conteniendo el nerviosismo que recorría mi cuerpo.

- ¡Y cuando pensabais contarnos esto! – respondió Kassandra irritada. Algo me decía que no se refería al tema de la regeneración, sino al hecho de que podíamos convertir a las personas en Vampeires, o tendría que decir mejor vampiros, ya que no podía identificar a Irina como una de los nuestros. Todavía resonaba en mi cabeza las palabras de Kassandra: "Si conoces alguna forma por la que podamos estar juntos, algo que nos haga inseparables".

- Es algo que hemos descubierto hace poco y no nos ha dado tiempo de explicarlo. Además no creo que sea algo que se pueda ir diciendo por ahí, ¿no crees? – le repliqué. Su mirada no se relajó pero la apartó de mí, intentando evitar el tono de amargura de mis palabras.

- Entonces será mejor que empecemos a buscarla cuanto antes – contestó un Stefan que ya había asumido la gravedad del asunto por los detalles que se estaban exponiendo. – No quiero esperar a darle la oportunidad de que se recobre a costa de nuestra gente. En seguida vuelvo.

Stefan se marchó en dirección a la entrada del castillo presuroso mientras mascullaba algo entre dientes lo suficientemente bajo para que no le entendiésemos. Karel por su parte supuso que íbamos a buscar a la muchacha y regresó al castillo en busca de nuestros abrigos. Allí volvimos a quedarnos a solas Kassandra y yo, en un principio sin mirarnos y sin pronunciar una sola palabra. Poco a poco, debido al incomodo silencio, empezamos a hablar intentando buscar cualquier tema que nos sacase de aquella situación extraña que había surgido entre los dos, momentos antes de la aparición de nuestros acompañantes.

- Esa muchacha... Irina, ¿es como vosotros? – dudó – Quiero decir, que se ha transformado en una de vuestra especie, ¿no? – expuso casi en un susurro.

Kassandra permanecía en cuclillas observando uno de los regueros de sangre mientras jugueteaba con las pequeñas piedrecitas que sembraban los jardines exteriores. Se incorporó sacudiéndose el polvo de las manos y se encaró directamente a mí, manteniendo la mirada. Su rostro no parecía tan grave como antes.

- Jaroh, no puedo enfadarme contigo. Entiendo lo que estáis pasando fuera de vuestro hogar, entre gente extraña. Y sé que aunque sea cierto que una mujer esté esperando tu regreso, lucharé por ti, y trataré de conseguir tu corazón. –dijo de nuevo con tono dulce.

Vampeires: OrígenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora