FELICIDAD

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Si estás buscando un relato corto esta lectura no es para ti.

Sin embargo si lo que buscas es una historia más compleja y elaborada y te gustan los vampiros, ¿A qué esperas?

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Todavía me encontraba absorto leyendo un viejo ejemplar sobre la lengua natural, cuando esa sensación me sobresaltó. Sabía que el peligro estaba cerca, no hacía falta que el vello corporal me avisase de ello poniéndose en guardia. Cada fibra de mi cuerpo estaba alerta, mis ojos habían cambiado de color a un tono más blancuzco dentro del violáceo natural de mis pupilas. Mis uñas afiladas aparecieron en escena clavándose en el tomo que tenía entre mis manos con un suave crujido.

Con el sigilo natural característico de mi raza, me levanté y me dispuse a averiguar quién era el intruso, oliendo el aire, escuchando el aparente silencio y acercándome al recibidor, esquivando muebles sin emitir un solo sonido que me delatase. No me percaté de ningún olor, por lo que deduje que o bien esa persona evitaba ir a favor del viento o era bastante bueno disimulándolo. Mis ojos me permitían una visión más luminosa de la estancia pudiendo ver hasta el más mínimo detalle aun hallándome en penumbra. Agudicé el oído y percibí que algo o alguien se acercaba hasta la puerta principal furtivamente. Sea quien fuese, había hecho una mala elección... Verdaderamente mala.

Me puse debajo de la viga principal que se alineaba con el centro de la puerta y de un salto me suspendí boca abajo agarrado a la misma. - Un poco más –dije mentalmente mientras observaba el pomo girar lentamente. En ese instante caí en el detalle ¡Algo no cuadraba! ¿Tanto sigilo para acercase a la vivienda y ahora abría la puerta sin más? Até cabos averiguando quién podía ser y a punto estuve de soltar una carcajada - ¡Sólo hay un tonto capaz de hacer una acción tan estúpida! ¿Un ataque frontal? - pensé mientras mi cara se relajaba dando paso a una sonrisa abierta.

Sabía las dimensiones corporales del atacante y la tarea no se presentaba fácil. Tenía que calcular la distancia y altura exacta si quería hacer mi primer ataque efectivo.

La puerta seguía abriéndose a un ritmo constante. Cuando creí que era el momento oportuno abrí la puerta de un golpe y tan rápido como pude, me solté de manos balanceándome como un péndulo en dirección al umbral quedando boca abajo. Fue tan rápido como esperaba, agarré a mi víctima de las pantorrillas y en la inercia de subida tiré de él con todas mis fuerzas. El inmenso cuerpo giró en el aire entrando varios metros al interior de la estancia. El golpe violento sobre el suelo de madera lo dejó por unos segundos aturdido. Aproveché para saltar sobre él, que se encontraba boca abajo, lo agarré del pelo para echar su cabeza a un lado y dejé mis colmillos a solo unos milímetros de su pálida piel.

Vampeires: OrígenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora