Capitulo 14

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El aire parecía desvanecerse de los pulmones de Nako, mientras la desesperación se apoderaba de cada célula de su cuerpo. Sintió cómo su vida comenzaba a desvanecerse en la oscuridad de aquella prisión líquida que Ryu había creado. A su mente volvieron recuerdos de su infancia, momentos que había guardado como pequeños tesoros en su corazón. Su madre sonriendo mientras le daba sus primeras armas ninja, su padre llevándola en hombros mientras observaban el atardecer juntos. Tenten y Lee, siempre a su lado, animándola en los combates, compartiendo el peso de las misiones. Y Neji, con quien había visto una lluvia de estrellas cuando eran niños. Era como si estuviera reviviendo todos esos momentos al borde del último respiro, como si en ese fugaz instante, la vida quisiera regalarle una última chispa de felicidad.

Pero no iba a ser su final. De repente, sus ojos se abrieron y el dolor regresó. Vomitó toda el agua que había invadido su cuerpo, sus pulmones ardiendo con cada tos. La garganta le dolía, rasgada por el esfuerzo de expulsar lo que la había ahogado.

Frente a ella, los pies de Ryu. En un instante, la memoria la golpeó como un relámpago. La persecución, la falta de aire, la desesperación de no poder respirar. Su rabia se encendió, hirviendo en su sangre. Con un grito de furia, se levantó tambaleante para golpearlo, pero él esquivó su ataque con facilidad, y Nako cayó de rodillas, débil y exhausta. El frío comenzó a envolverla, sus pulmones ardían por el aire gélido, y el cuerpo aún cargaba el dolor de la pelea reciente con Neji.

Se abrazó a sí misma, intentando contener el temblor de su cuerpo y de su corazón. Miró a su alrededor, tratando de comprender dónde estaban. No era el bosque de Konoha, sino unas montañas envueltas en niebla, con un lago pequeño y pacífico a su lado.

—¿Dónde estamos? ¡Ryu! ¡Contéstame, por favor! —exclamó, su voz llena de frustración y confusión.

Ryu, indiferente a su angustia, se quitó el haori y lo colocó sobre sus hombros con una calma escalofriante.

—Te vas a enfermar —dijo en un tono que parecía fingir preocupación.

Nako lo apartó con brusquedad, su voz cargada de resentimiento.

—¡No te preocupes por mí cuando casi me matas! ¡Eres un monstruo! —gritó, su ira mezclándose con las lágrimas que comenzaban a correr por sus mejillas. Ryu recogió el haori, dispuesto a ponérselo de nuevo, pero Nako lo empujó con una fuerza desesperada.

—¡Déjame! ¡No me toques! —sollozó, su cuerpo temblando, no solo por el frío, sino también por el horror que sentía ante la presencia de quien alguna vez consideró cercano.

—Nako, aquí hace mucho frío y estás empapada —intentó razonar Ryu, pero ella no quería escuchar nada más de él.

—¡Es tu culpa! ¡Tú me trajiste aquí en contra de mi voluntad! —sus palabras eran un alarido desesperado. Ryu comenzó a perder la paciencia y alzó su dedo índice, una señal de advertencia. Pero antes de que pudiera continuar, un grito resonó en la distancia, un sonido salvaje y lejano que hizo eco en las montañas, interrumpiendo su enfrentamiento.

Ambos se quedaron inmóviles, tratando de identificar el origen del sonido. Nako no sabía qué tipo de animal podía haber emitido ese grito, pero aprovechó la distracción. Corrió, sus pies moviéndose rápido a pesar del frío que mordía su piel. Sentía como el viento cortaba su rostro y la ropa mojada parecía congelarse contra su piel, pero nada importaba más que escapar.

—¡Nako! ¡No tengo tiempo para tus juegos! —gritó Ryu, y antes de que pudiera darse cuenta, el agua la envolvió de nuevo. La burbuja era perfecta, impenetrable, y controlada con maestría por él. Nako se encontró sin aire una vez más, sus manos golpeando las paredes líquidas, su fuerza disminuyendo a cada segundo. El dolor de cabeza se hizo insoportable, y el aire retenido en sus mejillas comenzó a escaparse lentamente.

[1] LUNA || Neji HyūgaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora