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-¡Hola!
No pudo decir nada más. Era tanta la emoción de Katherine de volver a ver a Robert, el chico que conoció en su estancia en Alemania, que las palabras se atascaron a media garganta. Se había enamorado de él. Era un chico no muy apuesto, alto y moreno. Con un poco de acné, pero era maravilloso.
Corrió a abrazarlo para después plantarle un beso en los labios.
- No sabes las ganas que tenía de hacer eso -le dijo.
Él se sorprendió, ya que no esperaba una reacción así. Katty lo notó pero no hizo comentario alguno. Sabía que no habían quedado en nada formal la última vez, ya que ella se mostró reacia a darle un sí. Y no era porque no le gustara. ¿Cómo no enamorarse de alguien tan inteligente y exitoso como él? El problema era que Katty había salido de una relación inmediatamente después que arribó a Berlín. Claro que eso no importaba tanto, le daba vergüenza tocar el tema ya que dicha "relación" había sido producto de una locura adolescente. Conoció al chico por internet. Un conentario algo brillante -tal vez sólo se había confundido y no era tan especial- le llamó la atención y quiso saber de quién eran aquellas líneas. Pronto logró que aquel pobre cayera enamorado de ella. Se divirtió aproximadamente un año, pero él comenzó a comportarse de una manera ridícula y posesiva. Al final él le pidió que lo eliminara de toda red social que les permitiera comunicarse y ella lo aceptó de buena gana. Ya no lo necesitaba. Estaba en un continente nuevo para ella, con gente de diferentes partes del mundo. Tenía todo y ya no necesitaba a un demente que le fastidiara la vida.
Tiempo después la culpa le invadió un poco y lo llamó. Intentó disculparse por cualquier daño que hubiera causado, pero sólo consiguió palabras de odio y desprecio. Al principio él se alegró, tal vez esperando una nueva oportunidad que Katty no pensaba ni deseaba dar. Ella quería que las cosas terminaran bien. Pero el corazón del chico y su boca estaban cargados de rencor y lo dejó estár. Antes del viaje a Estados Unidos en el que se encontraría con Robert, intentó una vez más sanjar las cosas por la vía del bienestar común y volvió a fracasar.  Al menos él le dijo que ya no preguntara cómo estaba y que no lo llamara más. Le deseó una vida llena de felicidad y éxito y se despidio a su manera. Fue por eso que besó a Rob, se sentía liberada de esa culpabilidad que le inquietaba aunque de manera superflua.
Asunto resuelto. Ahora, terminaría su carrera de relaciones internacionales y cumpliría con todos sus objetivos al lado de su nuevo amor.
Dos semanas le aguardaban para disfrutar a Rob y estaba decidida a eso, a pasar los mejores momentos sin que nada ni nadie se interpusiera ni fastidiara esa felicidad.
- Te llevaré a un lugar magnifico.
- soltó Rob de repente. Estaba tan absorta en sus pensamientos que se sobresaltó un poco.
- Eso sería genial, pero antes me gustaría descansar. El viaje ha sido agotador.
Recorrieron las salas de espera del aeropuerto tomados de las manos y felices por estár juntos de nuevo. Y más ahora que su amor se había consolidado. Arribaron al departamento de Robert, situado en el centro de San Francisco. Era una pieza modesta y ordenada -otra de muchas cualidades de Rob- y de inmediato se instaló en la recámara de huespedes. Viviría dos semanas con él, pero aún no estaba lista para dormir en la misma cama. Era demasiado pronto pero quizá, pasarían una noche juntos. Sólo el tiempo lo decidiría.
Se recostó en la cama y de inmediato se sumió en un sueño profundo.
Soñó que viajaba con Robert al lugar aquél que le prometió. Entre paisajes boscosos y una mañana agradable y fresca, inundada por el canto majestuoso de las aves, cantaban al unísono una de sus canciones preferidas. Ella le tomaba la mano en todo momento. Él le besaba la mejilla de cuando en cuando procurando mantenerse atento al camino. De repente, entre beso y caricias se escuchó un golpe en el capó del coche y Rob frenó precipitadamente. Algo salió disparado hacia un lado de la carretera y Katty pensó que un animal salvaje se había atravesado en su camino. Rob salió a verificar los daños y a cerciorarse que efectivamente se tratara de un animal. Katty descendió segundos después y se percató de que algo se movía entre la hierba. Al principio no distinguió la figura, pero al acercarse más, vió algo aterrador. Una pierna humana sobresalía de la maleza y sangre regada tintaba de rojo la hierba seca. Soltó un gritito y Rob fue de inmediato a su lado para ver qué sucedía. Katty se puso a llorar. Habían atropellado a alguien. Se abrazó contra el pecho bien formado de Robert y entre sollozos dijo:
-Lo atropellamos. Lo matamos.
Rob la tranquilizó y la llevó al coche.
-Espera aquí. Iré a comprobar si está muerto o aún sigue con vida. -Le pidió nuevamente que se tranquilizara y caminó hacia donde yacía el cuerpo.
Katty observó todo el procedimiento. Rob se paró en seco, se acuclilló y le tomó el pulso con los dedos índice y medio -obviamente tenía conocimientos en primeros auxilios- y se giró para gritarle que seguía vivo.
Todo pasó tan rápido. El cuerpo se levantó en una fracción de segundo y cuando Rob, sorprendido, giró la cabeza, se escuchó un disparo. Lo vió caer entre una explosión de sesos y sangre. El miedo y el dolor se apoderaron de ella inmediatamente. Pero el terror la inundó cuando reconoció el rostro de aquél asesino. No pudo gritar, un nudo se le formó en la garganta. Quería correr pero ninguna parte de su cuerpo reaccionó a las ordenes de su sistema nervioso. El individuo se levantó completamente y caminó hacia ella, la ropa cubierta de sangre propia y la cara salpicada con la de Rob.
- ¿Qué pasa linda? ¿Parece que has visto a un fantasma? -soltó con una voz cálida y a la vez estremecedora.
Por supuesto vió un fantasma. Un fantasma de su pasado no muy distante que jamás se hubiera imaginado estaría allí en esos momentos.
-Por favor, no me hagas daño -imploró con un hilillo de voz apenas audible.
-Lo mismo te pedí cuando me abandonaste. Te supliqué que no lo hicieras, pero no te importó escucharme, como ahora no te importa que tu noviecito esté tirado muerto en medio de la carretera. Sólo te preocupas porque no te haga daño.
Ya a escasos centimetros de ella, el homicida levantó el arma y apuntó directo a la frente. Su fin había llegado.
-Despidete maldita embustera, ahora pagarás todo el dolor que me causaste. La vida es justa.
En ese momento el fantasma posó el dedo en el gatillo pero se detuvo.
-Te amé con todo mi ser. Pero a ti no te importó nada. -de repente comenzó a llorar él también.
-Yo no quise causarte daño y lo sabes. -Katty se sentía perdida pero tomó fuerzas para responder a su agresor.
Él la miró fijamente, negó con la cabeza y bajó el arma directo al pecho de Katty. Ella cerró los ojos y escuchó un disparo lejano.
Despertó empapada en sudor y con una sensación de dolor en el pecho. Su respiración era acelerada y le temblaban las manos. Recorrió la habitación con la mirada y se tranquilizó al saberse a salvo. Una pesadilla desagradable. Era todo, nada más que un mal sueño. Se sentó y respiró profundamente. Todo ha pasado ya, se dijo; él no puede, no debe estár aquí. No tiene los medios para llegar a mi. Se tranquilizó un poco y decidió darse un baño. Caminó hacia la puerta del dormitorio y dudó un instante. Robert no tenía por qué verla así. Volvió a sentarse y tapó su cara con las dos manos. Se puso a llorar. Pensó que un sueño no podía ejercer tales sentimientos, pero no estaba convencida. Sentía pavor y eso le molestaba.
-No dejaré que amargues mi vida.
-dijo en voz baja, evitando así que Rob la escuchara.
Se relajó un poco y dirigió su mirada a un espejo que tenía en la cómoda situada a lado de la cama. No estaba. Lo buscó con la mirada hasta que se percató de los trozos de vidrio regados en la alfombra. Vió gotitas de sangre y levantó los pies. Uno de ellos tenía un corte poco profundo entre el pulgar y el índice. Tanto era el temor y la exaltación que no sintió dolor alguno. El espejo, tirado en el suelo, reflejaba un semblante pálido cortado en una especie de rompecabezas. Se quedó largo tiempo con la mirada perdida hasta que Rob entró en la habitación.
-La comida llegó, cariño.
Se detuvo un instante al percatarse del mutismo de Katty. A punto estuvo de preguntar si le pasaba algo pero ella respondió.
-En un segundo voy amor.
Quería que se fuera, así que hizo un movimiento con la mano y de alguna manera él entendió el mensaje y salió sin decir nada más.
Su primer día de algo que debía ser maravilloso enturbiado por una simple pesadilla. Lo que ella no sabía y difícilmente se plantearía era que aquello más bien rozaba lo sobrenatural; un presagio. En ese mismo instante, el fantasma se preparaba para salir en busca de su víctima. En ese momento, el reloj comenzaba a correr y sin comprenderlo todavía, a Katty se le terminaba el tiempo. La hora de la venganza estaba cerca.

Ella debe morir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora