—¿Si?
—Es Lu, pequeña idiota…— soltó un risita nada normal.
—¡Lo sé, pequeña idiot!— reí con ella.
—Me amas y lo sabes.
—Ya, vale.
—¿Donde estás?
—Que te cuento; ¡me he conseguido un departamento!
—¿Si? Genial. ¿En qué parte?
—Frente a la playa '. '. El único departamento en esta zona.
—Ah… ¿Y cual es el número del departamento?
—384. ¿Qué?¿Me vas a venir a visitar?
Antes de contestar, rió con fuerza.
— Ya quisiera ir a verte, patito.
—Amy… Iré a colocar los pósters en la cocina.— comentó Matt algo bajo pero que de igual manera se escuchó al otro lado de la línea.
Asentí para no hablar.
—¿Quien esta allí?— preguntó Lu con algo de nerviosismo.
—Un empleado de la mansión que llame para que me ayudara con las cosas.
—¡Ah! Vale, vale. ¡Auch, por qué me pegas!— se escucho como algo calló al suelo. Se alejó un poco del teléfono pero aun se escuchaba.— Agradece que te estoy ayudando.— volvió el teléfono a su oído.— Me tengo que ir, Willy me llama. Adiós.
Y colgó. Fui a la cocina donde estaba Matt colgando el ultimo póster de Bon Jovi al lado de la nueva nevera.
—Disculpa, pero tenia que atender esa llamada.— le dije con algo de pena.
—Tranquila.— se dio la vuelta y me sonrió.— Ya están todos montados y todo en su respectivo lugar.
—Gracias. ¿Te puedo compensar con una cena?
—Pero yo cocino…
—¿Tu cocinas?— levanté las cejas.
—¡Claro! I can make my special spaghetti, beauty.
—Entonces vamos a cocinar y te enseño algunos trucos.
—¿Cuales trucos, linda?— me miró extrañado.
Lo miré con expresión divertida y tome el teléfono para llamar y ordenar dos pizzas de tamaño familiar. Me abstuve a ordenar sushi porque no sabia si a Matt le gustaba y porque la comida italiana es mi otra pasión.
Las pizzas llegaron y con Matt nos sentamos en el enorme sofá a ver un poco de T.V. mientras nos dábamos un enorme banquete con una enorme pizza cada uno.
POV de Matt.
Amy, no se para ustedes pero para mi es una chica perfecta, simplemente a su manera mas hermosa. Cada vez que pienso en ella, mis manos comenzaron a sudar de una manera estúpida.
Desde el primer momento en que la miré en la sala de reuniones con enojo, pude sentir como mi corazón se detuvo y dio un vuelco para comenzar una marcha diferente a la regular en mi. En mi estomago parecieron volar no mariposas, aviones de ataque. Disimuladamente tuve que toser y pestañear por tanta impresión.
Se preguntarán: ¿Por qué tantos silencios incomodos y yo no los puedo evitar? Porque tengo miedo de que, al hablar, se me escape lo que siento por ella… ¡Ven! ¡Eso es a lo que me refiero! Se me escapan las cosas sin darme cuenta de ello.
Pero si; me gusta, me atrae, me agrada, me hace sentir cosas inimaginables. Cosas que no he sentido por Valary, lamentablemente.
Y, pues, me encuentro aquí cenando una deliciosa pizza con ella, con Amy.
—¿Matt?— dijo sin quitar sus hermosos ojos verdes de la pantalla.
—¿Si?— la miré algo desorbitado.
—¿En que piensas tanto?
—Solo pensaba que tengo que ir a casa ahora. Mañana tenemos que ir al estudio y…
—Tranquilo, ve. Creo que nos veremos mañana.— volteó y me sonrió dulcemente.— Gracias por ayudarme a decorar.
—De nada, linda.— siempre sale lo de "linda", por eso prefiero callar y no decir nada.
La chica apagó la T.V. y nos dirigimos a la puerta para despedirme.
—De verdad, gracias, Matt.— me abrazó con su brazo derecho mientras que el izquierdo sostenía la puerta abierta.
—No hay de qué.— le sonreí y me fui.
No puedo creer que un corazón pueda latir tan fuerte y al mismo ritmo durante horas.
Amy, no sabes lo que me has hecho. Rubén tiene mucha suerte de tenerte a su lado.
POV de Amy.
Despedí a Matt y entré al departamento a terminar de devorar mi cena.
—¡Joder!— gruñí al darme cuenta de que todas mis cosas estaban en la mansión.
Mi auto en la mansión (era un lindo Volkswagen 1969 blanco, igual que el que tenía en Madrid), mi ropa, mis artículos personales. Todas mis pertenencias descansaban en aquella horrenda casa.
Llamé a Carlo para que me buscara y me llevara para volver a mi pequeño departamento al día siguiente.
—¡Oh, Amy! No sabes lo genial que me la pasé con Johnny.— comentó Clary mientras llegaba a mi habitación.
—¿Y qué esperas? ¡Cuéntame!
—Me llevó a comer a un lindo restaurante cerca de la costa y empezamos a charlar acerca de nuestras vidas y unas que otras anécdota divertida. Luego fuimos a la costa y seguimos charlando. Fue muy gentil conmigo.— sonrió y se sentó en la cama.— Amy…
—Dime…
—¿Crees en el amor a primera vista?
—Si…
—¿Crees qué aquella corriente que pasa por tu cuerpo al tocar a esa persona especial significa algo?
—Si…
—Eso es lo que me esta pasando ahora, Amy. Creo que me enamoré.
Ah… como me gustaría confesar lo mismo que confesó Clary. ¿Creéis qué es fácil decir eso sobre la persona no indicada? Aun sigo dudosa… ¿Podéis ayudarme con esto? Estoy que me largo al aeropuerto para comprar mi boleto al mismísimo infierno, donde pertenezco.
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