Capítulo 3

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—Mamá! —Grité comenzando a llorar —. Esto es horrible, mamá no voy a volver a caminar! —Mi madre se acercó a mi y me abrazo fuertemente.

—Por supuesto que lo vas a volver a hacer, porque dices eso?

—La enfermera... —Dirigí mi mirada hacia donde se encontraba la enfermera minutos atrás, pero ya se había marchado —Ella me lo dijo mamá, bueno no exactamente, pero yo se que eso fue lo que quiso decir.

—Eso no es verdad hija tu vas a salir de este hospital de pie, ya veras.

—Mamá, tengo miedo.

—Todo estará bien, cariño -Dijo mi papá acercándose a nosotras.

—Si hermanita, ya veras -Dijo James imitando la acción de mi padre.

—Quien es el? —Pregunté mirando fijamente al chico que se encontraba recargado contra la pared, observándonos detenidamente.

—Oh lo siento, el es Keith, básicamente el te salvo la vida -Dijo mi padre.

—Oh no por favor no digan eso, yo no hice nada —Dijo el chico.

—Ya te dijimos que si no hubieras llamado al número de emergencias, tal vez mi hija ya no estaría aquí con nosotros —Dijo mi padre con la voz un poco entrecortada, sabia que si decía una palabra mas iba a llorar.

—Quieren dejar de llorar por favor? Aqui soy yo la que deberia estar llorando, soy yo la que no va a poder volver a caminar, preferiría haber muerto a quedar paralítica toda mi vida —Dije recargando mi cara en mis manos y pude sentir que tenia vendas por casi toda la cara -Porque tengo la cara vendada? —Pregunté.

—Keith nos explicó que tenías muchos cristales incrustados en la cara, tal vez por eso los doctores te vendaron, no podían dejar tus heridas al descubierto.

—Mamá, dame un espejo -Dije, ignorando completamente sus palabras.

—Hija tenemos que esperar a que el doctor autorice que puedes retirar las vendas.

—Denme un espejo! Joder! -Grité.

—Dale un espejo amor, tarde o temprano tendrá que verse -Susurró mi padre.

Mi madre sacó un espejo de su bolso y me lo entregó, lo tome rápidamente,
aprecié mi rostro vendado, suspire, puse el espejo a un lado de mi y comence a retirar las vendas de mi cara con cuidado, cerre los ojos, volvi a tomar el espejo y fui abriendo los ojos lentamente, todos esperaban ver mi reacción.

—Soy un monstruo! -Grité.

—Claro que no, eres hermosa -Dijo el chico que aun seguía ahí, me costaba recordar su nombre.

Quien se creía para poder opinar?

—Que no ves mi cara? Soy horrible!

—Hija, tranquila, con el tiempo y la ayuda de algún doctor, todas esas cicatrices desaparecerán.

—Pero que voy a hacer mientras ese tiempo pasa mamá? Nadie me puede ver así!

—No iras a la escuela en lo que te recuperas, ya hablamos con el doctor sobre eso, hizo una carta y la tendremos que entregar a la directora —Dijo mi padre.

—Hoy trataremos de ponerte de pie, esta bien? —Preguntó el doctor entrando de nuevo.

—Para que? Ya todos sabemos que no puedo sentir las piernas y no voy a lograr ponerme de pie.

—Puede que sea porque haz estado 3 días en cama sin ponerte de pie, aún hay esperanzas, no te rindas tan fácilmente —Trató de animarme el doctor, levanto la manta, dejando al descubierto mis piernas y comenzó a hacer cosquillas en mis pies.

—Sientes esto? —Preguntó.

Yo solo negué con la cabeza, el solo siguió moviendo mis pies, entre otras cosas, aún así, nada, no sentí nada.

—Preferirías que tu padre te sostuviera? —Preguntó.

Asentí.

—Señor Ferguson, podría levantarla por favor?

-—Por supuesto.

Mi padre me cargó en brazos, después, rodeó mi cintura con sus fuertes brazos, para poder sostenerme, mis piernas parecían gelatina, no podía.

—No puedo hacerlo —Murmuré.

—Cariño tienes que tratar —Dijo mi padre cerca de mi oído.

—Ponga los pies de ella sobre sus zapatos y camine lentamente.

—No lo lograre, no puedo.

Mi papá comenzó a caminar, pero lo hizo demasiado rápido y cuando menos lo pensé yo ya estaba en el suelo.

—Te dije que no podría hacerlo! —Grité eufórica, ahora comenzando a llorar otra vez —. Levantame, dejame en la camilla —Esta vez ya no estaba gritando pero aún hablaba un poco fuerte.

Mi papá estaba en shock, era porque me había dejado caer o porque le grité, no se movió así que Keith fue quien se ofreció a levantarme, pero James a donde se va cuando mas lo necesito?

El se agacho y me tomo en sus brazos, wow este chico si que es guapo, no había puesto mucha atención en el por estar de paranoica, nos quedamos viéndonos el uno al otro por unos segundos pero después me di cuenta de lo que estaba haciendo y aparte mi mirada de la suya, el caminó hacía la camilla y me sentó lentamente, por un momento olvidé que mis padres estaban ahí.

—Papá lo siento no quise gritarte, no se porque me enojo con ustedes por algo que yo misma provoqué...

Mi Propio Infierno [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora