Capítulo 3. Invitada... ¿Desde cuándo?

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En mi mente permanecían dos imágenes que me habían quitado el sueño la noche anterior: Jungkook con Rachel  besándose y Jungkook besándose conmigo. Una sensación de despecho o incluso celos se había apoderado de mi corazón, claro está, no pensaba admitirme a mí misma que Jeon Jungkook me gustaba. Posiblemente es una de esas enfermedades... como el síndrome de Estocolmo. Moví mi cabeza apartando esa idea, aunque no sonaba del todo desquiciada. Entre al baño de chicas con un paso lento y abrí el grifo, moje mi rostro para poder relajarme y solté un gran suspiro.

Últimamente las cosas se estaban complicando demasiado. Justo en ese momento la puerta del baño se abrió, gire inconscientemente y mis ojos se abrieron como dos platos al reconocer quien estaba entrando: Rachel.

Mi corazón ahora se había puesto más bravo que nunca, no de miedo, sino de una cólera ciertamente irracional. Ella movió su melena en un gesto de autosuficiente y me miro de reojo, embozo una sonrisa presumida y saco un brillo labial para ponerse en los labios. Yo rodé los ojos, cerré el grifo con cierto enojo y salí por la puerta dando zancadas muy fuertes que casi rompo la mayólica.

¿Que se creía esa chica? ¿Ella sabía cómo me sentía? Bueno, todo el mundo sabía que yo era la "distracción" de Jungkook, ¿acaso se me notaba mucho? Seguí caminando por los pasillos ignorando algunas miradas curiosas y alguno de los murmullos, ¿qué estaba pasando? Nunca nadie empezaba a murmurar mientras me veía, al menos lo habían dejado de hacer desde hace mucho tiempo, ¿qué pasaba? Pensé en lo peor: que habían publicado una foto mía en la web en una situación embarazosa, habían hecho algo con mis cosas o algo parecido a eso.

Finalmente llegue a mi casillero y encontré la razón por la cual las personas estaban comentando en murmuros sobre mí. En mi locker, pegado con algo parecido a una cinta skotch se hallaba una tarjeta, mejor dicho una carta o algo parecido a eso.

-¿Pero qué diablos?- dije en voz baja.

Despegue la carta y la abrí, ahora sí que me iba a dar un ataque: era una invitación. Pero no cualquier invitación, era una invitación para una fiesta en una de las zonas residenciales de la ciudad, y al mismo tiempo era una fiesta en donde solamente los chicos populares iban a ir. Eso era fácil de suponer por el diseño de la invitación, y que por lo visto era la única chica que tenía en todo el pasillo. Todo el mundo me estaba viendo con envidia en los ojos. ¿Desde cuándo me invitaban a fiestas de ese tipo?

-No lo puedo creer.- escuche que alguien decía atrás mío.

Gire para encontrarme con una chica que tenía puesto un uniforme de porrista.

-Yo... yo no sé qué hace esto acá. Creo que se han equivocado.

-Chiquita.- la tipa me contesto con un ademan venenoso.- Si eres tan inteligente porque no ves la parte de atrás de la tarjeta.

Hice lo que la chica me indico y encontré mi nombre: Hanna. Abrí mis ojos, simplemente eso no me cabía en la cabeza.

-Deben estar locos por haberte invitado.- fue lo último que dijo la chica.

Yo seguía parada al frente de mi locker con la tarjeta entre mis manos sin tener la menor idea de cómo reaccionar y mucho menos sentirme, ¿feliz? ¿Disgustada? ¿Neutra? Yo no conocía a nadie popular, nadie me hablaba y mucho menos había tenido alguna relación o cierta conversación mutua con nadie de ese círculo. Seguramente era una broma. Si una broma. Deje la tarjeta en la puerta de mi locker como la había encontrado, no lo iba a tomar enserio ya que podía tratarse de alguna broma proveniente de Jungkook por lo que sería mejor guardar precaución.

Yo, drogada de amor - EL, borracho de odio (Adaptación) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora