La verdad.

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Tony cambiaba los canales sin encontrar algo que realmente le llamará la atención.  Repetición de películas que había visto hasta el cansancio, otras que no le interesaban, series que jamás había visto y seria malo no iniciar desde el primer capítulo. Se comenzó a preguntar por qué tenía cable sí sólo veía Netflix, luego recordó que había acabado todas sus series por ver y ninguna parecía querer apurarse a sacar una nueva temporada. Tomó su soda para beber un trago,  pero la voz de su I.A. lo interrumpió.

―El señor Rogers está intentando ingresar a la torre, Señor Stark― anunció con su voz robotica.

El castaño pudo divisar a Steve afuera de su torre tocando demasiado fuerte para ser normal, lo cual le recordaba a ciertas ocaciones provocadas por el licor Asgardiano, desde una pantalla que tenía a su lado. En ese momento la cabeza de Tony se llenó de cientos de dudas y explicaciones lógicas. Supuso que el bloqueo se había desactivado y que tal vez era por culpa del alcohol. Se debatió por dos segundos y al final dio la orden de que Steve pasará, ni él sabía por qué,  pero lo dejó entrar y esperó atento hasta que escuchó como el elevador paró en su piso y la puerta se abrió.

Tal como él lo suponía, el rubio entró tambaleándose y claramente ebrio. Se cuestionó si Odin nunca se daba cuenta que le faltaba licor de su bar o donde sea que guardará ese tipo de cosas. Los pasos de Steve llegaron a Tony, y ambos no tenían pensado decir nada hasta que el otro hablará.  Pero la convicción y decisión de Steve se perdió entre sus mareos y sus pensamientos nada claros y opacos.

―Vine aquí para...― Rogers se detuvo un momento buscando información en su cabeza y el propósito de su visita―. Para tener sexo contigo―. Dijo al fin recordando
.

―¿Qué? ¿De qué mierda estás hablando? ―Tony frunció las cejas lo más que pudo e hizo una mueca, pues aquellas palabras jamás le pertenecerían a Steve, incluso en ese estado.

―Ya me oíste, así que acuéstate en algún lugar o algo así― extendió sus manos para tomar los hombros de Tony mientras arrastraba sus palabras.

―No lo creo, Steve. Date media vuelta y ve a dormir o hacer algo de ancianos― Tony intentó quitar una de sus manos, pero Steve no estaba dispuesto a soltar su agarre y se acercó más.

―Te dije que lo haré y es porque lo haré― sin que Tony pudiera reclamarla nada más, Steve lo abrazó y lo besó torpemente.

El beso sabía a alcohol y no era tan bueno como los que habían tenido antes, los dos que ambos recordaban con seguridad. ¿Y Tony se dejó llevar? Pues aún no. Intentó empujarle, pero Steve se resistía mostrando su enorme fuerza enterrando sus dedos en la espalda de Tony sin medirse. Y el beso se tornó más apasionado, con caricias y jadeos por falta de aire, entonces Tony sí se dejó llevar por la emoción.

Las manos de Steve bajaron a su cintura, luego a sus muslos hasta que el rubio tuvo la suficiente confianza para levantarlo y  que no se cayeran por movimientos bruscos. Tony puso los brazos alrededor de Steve mientras éste lo llevaba con un maravilloso sentido de la  orientación a la habitación más cercana que pudiera encontrar.

Entonces Tony decidió que eso no estaba bien. Entonces Tony le dijo que parará y Steve no lo hizo. Entonces Tony quiso alejarlo con todas sus fuerzas pero Steve siguió hasta que la espalda del castaño tocó las sábanas.  Entonces Tony se lo pidió a gritos y Steve se detuvo. Con la camisa abierta y Tony bastante nervioso para hablar se dejó caer en su pecho. Y allí se quedó, abrazandolo y acariciando los mechones cafés de Tony.

―¿Puedes olvidar esto? ¿Puedes hacer que ambos olvidemos esto? ¿Puedes olvidar que me comporte así y puedes hacer que yo me olvide de ti completamente?― pidió cuando su boca llegó al cuello de Tony y escondió su cara en él. Tony acercó sus manos temblorosas a su espalda y le dio dos palmadas.

―No puedo, Steve. Lo lamento― Tony suspiró después de decir aquello.  Se sentía incómodo, pero a la vez bien.  Era una mezcla de sentimientos que quería lejos de él.

―¿Entonces que hago ahora?― volvió a cuestionar calmando su respiración―. Siempre hemos estado los dos. Siempre, en cualquier realidad del miltiverso hemos sido tú y yo, ¿cómo puede ser eso nada?―. Y así reanuda su cuestión hablando más para sí mismo.

―Tal vez sólo debas esperar― y así Tony se atrevió a decir y a admitirse a sí mismo que se podría enamorar algún día de Steve, pero que en ese momento ese sentimiento era nulo en su corazón.  Tony quería quererlo, pero no podía, y no quería forzarse a hacerlo y hacer que Steve saliera con él aunque los sentimientos no fueran recíprocos.

―He esperado mucho tiempo.  Lo mejor será olvidarte― Steve se sentía frustrado―. Pero no quiero hacerlo,  quiero esperarte aunque sea impaciente, quiero que tengamos una vida, un futuro juntos. Debo olvidarte y desechar todo lo que siento por ti―. Steve puso más fuerza en su abrazo―. Lo lamento, Tony, pero eres tú quien me confunde. El día que me declare dijiste que no sientes lo mismo que yo, no sientes sólo...― Steve se detuvo al darse cuenta de algo que todos habían dejado pasar por alto― ¿Qué sientes en verdad por mí?

Tony esperó a que dijera algo más mientras pensaba en cómo evadir la pregunta, pero Steve no se movió ni habló por más de cinco minutos. Stark se levantó lentamente y pudo ver que los ojos del rubio estaban cerrados. Se había quedado dormido, así él olvidaría aquello y Tony jamás lo recordaría.

Y sí, Tony quiere a Steve, pero no como todos esperan.

Y no, Steve no es indiferente totalmente a Peggy Carter.

Y sí, ni yo sé como debe terminar esto.

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