Shin Hoseok a sus veintidós años, sin haber recibido entrenamiento alguno antes de la guerra, se encontraba entre los primeros cincuenta mejores soldados clasificados para la batalla.
Al llegar al lugar de refugio, el comandante dijo claramente que el objetivo era "matar a todos los que hay que matar y salvar a todos los que hay que salvar", sin más ni menos.
También dio órdenes de separar el grupo en dos. Un grupo pequeño, que solo se encargaría de salvar a algunos ciudadanos que mantenían secuestrados, mientras tanto, el otro grupo iría más adelante distrayendo a la mayoría de los enemigos para abrir paso a los rescatistas.
Hoseok se encontraba entre los rescatistas. Su misión no era tan arriesgada como enfrentarse directamente con el enemigo, sin embargo, la zona donde se encontraban los ciudadanos no había podido ser investigada por obvias razones y no sabían qué tan peligroso sería entrar a ese lugar, debían estar totalmente alerta de todas formas.
La misión no se llevaría a cabo hasta unas horas después, cuando el sol se ocultara y pudieran tomar al enemigo desprevenido. Sería un poco difícil para ellos, debido a la oscuridad tan intensa del lugar, sin embargo, no había derecho a refutar.
El comandante volvió justo antes de comenzar con tan horrible batalla, dando la norma de que todo aquel ciudadano que decidiera revelarse ante los soldados, debía ser ejecutado. Algunos se sorprendieron por aquella regla tan despiadada, ¿por qué matar a alguien inocente?, pero la respuesta fue aclarada al segundo. Era una misión con un tiempo pautado, no se debía desperdiciar ni una milésima intentando hacer razonar a una persona que se negaba a ser salvado, si tanto quería quedarse allí, entonces lo mejor sería disparar.
Todos estaban totalmente serios, debían ser inteligentes, ese sería uno de los muchos días en batalla y no debían titubear en el acto, debían ser rápidos, decididos, con un solo objetivo en mente que sería cumplir la misión, o al menos ayudar a cumplirla si alguno llegaba a morir en el intento.
Estaban conscientes del riesgo que vivirían de ahora en adelante durante todo su tiempo allí, y que, por supuesto, las posibilidades de ver a un amigo morir eran extremadamente altas. Debían estar realmente preparados para eso y de que los soldados que apenas iniciaban su labor en esa carrera sufrirían sin dudar daños psicológicos al presenciar tanta masacre en vivo y en directo.
Algunas horas después, el primer grupo había partido. Hoseok estaba nervioso a más no poder, pero no, no quería estarlo, quería estar seguro de sí mismo y de confiar en sus habilidades aún sin descubrir, intentó verle el lado positivo a la situación, y le encantó saber que luego de eso, podría considerarse a sí mismo como un salvador de la nación, hasta imaginó a todas esas personas agradeciéndole, y entonces, sonrió.
—¿De qué tanto te ries, muñeco? —le dijo un chico que parecía tener su misma edad, con una cara de póker y una voz profunda que no quedaba para nada bien con el apodo "muñeco".
—Solo pienso en lo bien que se sentiría salvar a todos esos rehenes —lo miró, sonriendo aún más. El contrario no cambió su expresión.
—Esto no es un juego, ¿sabías? —le golpeó ligeramente el hombro, y Hoseok reaccionó riendo un poco— ¿acaso nunca dejas de reír?
—¿Por qué debería dejar de hacerlo? No quiero deprimirme por esta situación.
—Estamos en una situación en la que no da tiempo ser feliz, deberías estar totalmente concentrado en la misión y asegurarte de que no te asesinen —asintió, dándole toda la razón.
—Lo sé, te entiendo, pero yo estoy preparado para sentir toda la adrenalina en mi cuerpo, sabes, nunca he vivido un momento en donde los nervios los tenga tan desatados, y esto me emociona, así que quiero disfrutar todo lo que suceda, así sea bueno o malo, solo deseo vivirlo —y por supuesto, su sonrisa no podía faltar.
—¿Cómo te llamas? —preguntó, y procedió a terminar de alistarse para salir a tan temida batalla por todos los reclutados.
—Shin Hoseok, ¿y tú? —volteó y lo miró con curiosidad, mientras se estiraba y hacía tronar sus huesos.
—Lee Jooheon, espero no mueras, compañero.
•••
No podía ser más feliz. La misión había sido un total éxito. Bueno, en realidad, total no sería la palabra, en vez se debería describir como "parcial" éxito.
El primer grupo de soldados inexpertos a la hora de la retirada se había topado con una trampa, algunas minas enterradas en la tierra para ser más específicos, causando así que muchas personas murieran y que hubieran aún más bajas de las que esperaban.
Por supuesto, también estuvieron aquellas personas que se resistían a ser sacadas de allí por miedo a encontrarse con una muerte peor. Aunque fueron realmente pocas, murieron instantáneamente con una bala atravesando su cabeza.
Lee Jooheon había sido una de esas personas que disparó a sangre fría contra los secuestrados, no pudiendo soportar lo patéticos que se veían algunos titubeando, apretando sus ojos con fuerza y con el dedo sobre el gatillo haciendo ningún efecto porque les daba demasiado remordimiento matar a alguien inocente.
"No estamos aquí para jugar, maricas" fue lo que alcanzó a decir mientras disparaba en lugar de esas bolas de nerviosismo. Por suerte, Hoseok no se había topado con algún secuestrado resistiéndose a ser salvado, porque de ser así, también se hubiera unido al grupo de incapaces de hacer su trabajo bien.
Al llegar al refugio, algunos propusieron la idea de hacer un brindis por su éxito. Hoseok sonrió ante la idea, pero de inmediato negó.
—Díganme, ¿de dónde sacarán la bebida en medio de la guerra? —dijo, con una sonrisa que aparentaba total inocencia, escondiendo así sus palabras de ironía pura.
—Por dios, chico, no seas tan tonto —se levantó el hombre palmeando el hombro de Hoseok una vez estuvo de pie a su lado. Este frunció el ceño, no le había gustado el tacto— antes esto era una ciudad, seguro conseguiremos bebida por allí, para unos hombres bebedores como nosotros nada es imposible.
—Pues, bien —interrumpió Jooheon—, vayan a buscar sus bebidas y enfréntese al suicidio, a ver si son tan valientes —se posicionó frente al hombre y lo miró fijamente entrecerrando sus ojos, haciéndolos ver como una fina línea— Si regresan vivos, les juro que les hago un altar.
—Hmp, ya veremos, idiota —respondió, y se marchó junto con los demás que de igual forma deseaban buscar qué beber.
Apenas unos minutos después, los mismos soldados volvieron a entrar al refugio. Hoseok y Jooheon los miraron sorprendidos, pensando que realmente habían logrado conseguir lo que querían, sin embargo, al ver que su ánimo estaba quebrantado y no llevaban ni una sola bebida en sus manos, descartaron la idea. Pues, el superior los había descubierto mandándolos así de regreso, realmente no deseaba perder más hombres esa noche.
Hoseok miró a Jooheon sentado en una de las esquinas del lugar, lo vio reír un poco y luego volvió a su usual carácter serio y a su ceño fruncido pareciendo querer matar a alguien.
Se dirigió hacia él sentándose a su lado, la mirada juzgadora del contrario no tardó en llegar.
—Entonces, ¿te divertiste allá afuera, risitas? —Hoseok rio ante el tonto apodo, pero era cierto, siempre estaba lleno de sonrisas.
—La verdad, fue emocionante, pero eso no le quita lo deprimente e increíblemente nervioso que estaba, dios, me sentía morir —dijo, alzando sus brazos hacia el cielo agregándole dramatismo, o en ese caso, hacia el techo. Esto provocó una pequeña risa en Jooheon, y se sorprendió, realmente no creía poder sacarlo de ese semblante tan serio que cargaba consigo.
—Eres divertido, ¿lo sabías? —sonrió, haciendo notar unos pequeños y adorables hoyuelos. A Hoseok casi se le cae la mandíbula al verlo.
Own, es tan tierno. Pensó.
—Lo sé, me lo han dicho varias veces —le guiñó— entonces, ¿amigos? —preguntó, para así alzar su puño esperando que lo chocara en señal de acuerdo.
—Estoy en contra de eso.
—Oh, ya veo —con un poco de desilusión en su tono, fue retirando su mano. Para su sorpresa, Jooheon la sostuvo impidiéndoselo.
—Pero me agradas, así que eres la excepción, amigo —sonrió, y así chocaron sus puños.
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Ten Years; ‹hyungwonho›
FanfictionUna guerra se había desatado, y todos los hombres a partir de los 15 años debían ir a servir a su país. Hyungwon, sin poder ser capaz de ir, se encontraba ese día en el muelle donde todos esos valientes partirían. Él no sabía qué hacía allí, no ten...