TASTE THE FEELING [NCT]

Heartbreaker » JaeNo

❝Duele pero me agrada

Es cómo si estuviese acostumbrado a ello

Te doy todo de mí❞

JaeMin se miró en el espejo del baño de varones, un chico ojeroso, mejillas sonrojadas y labios rotos le devolvió la mirada. Intentó no volver a ver su reflejo porque sabía que iba del asco –con su uniforme mal puesto y con su cabello señalando todas las direcciones posibles– pero no pudo evitarlo y estuvo a punto de auto-insultarse antes de recordarlo. Sacudió su cabeza para espantar aquellos pensamientos, repetidamente; se mareó y de pronto todo el mundo daba vueltas alrededor de él, aunque todo servía cómo distracción para no pensarlo, inclusive su dolor de trasero.

—Lo sabías —masculló entre dientes. El nudo en su garganta se hizo más grande e insoportable y su estómago dio un vuelco que le hizo creer que devolvería todo el desayuno. Falsa alarma—. Lo sabías, lo sabías —repitió, esta vez dándose leves golpes en su cabeza en un intento de enmendar su error.

¿Cuántas personas le habían advertido? Demasiadas para recordarlo, claro, ¡Hasta Mark le había advertido! Pero él sólo hizo oídos sordos a todo aquello, porque en realidad prefería engañarse con una sonrisa curiosamente cautivadora, caricias que parecían sólo por y para él y palabras dulces vacías, ¡qué iluso había sido!

Lee JaeNo podía ser la persona más cínica e hipócrita si es que se lo proponía.

Se dijo que no lloraría, aunque en su mente tuviera viva la imagen de la chica sobre las piernas de JeNo besándose, de una forma para nada sutil, en el aula, a ojos de todos.

—Mark y Donghyuck hyung van a matarme —murmuró para sí, haciendo una mueca.

Cuándo entró al aula con lo primero que se encontró fue con el ceño fruncido del profesor Moon y muchos pares de ojos encima de él –pero en realidad sólo veía la mirada de JeNo cargada de sorna–. Sus mejillas rápidamente se cubrieron de rojo y boqueó cuál pez en busca de algo que le excusase su retraso, pero nada.

—¿Por qué llega tarde, joven Na? —cuestionó su profesor, inspeccionándolo por encima de sus lentes de pasta negra.

—Es que, uh, mi alarma no sonó y...

—Lo noté —le interrumpió toscamente, analizándolo con la mirada nuevamente—. Sólo tome asiento.

Hizo una pequeña venia a modo de agradecimiento antes de encaminarse a paso apresurado y torpe a su pupitre compartido con DongHyuck, éste le miró confuso con el entrecejo fruncido en una mueca de confusión.

—Ni creas que me voy a tragar eso de mi ilirmi ni siní —espetó el mayor antes de que JaeMin pudiera siquiera soltar un suspiro cansado—. Suéltalo.

JaeMin hizo una mueca al sentir el insoportable y punzante dolor que había acudido a su espalda baja, joder, JeNo ni siquiera tuvo piedad a la hora del polvo, claramente había hecho oídos sordos al soy virgen de JaeMin a la hora del mete-y-saca, cómo le había apodado DongHyuck.

JaeMin negó con la cabeza cuándo DongHyuck le siguió insistiendo en que le contase, porque era incapaz de articular palabra; sabía con anticipación que sí hablaba si voz saldría aguda, quebradiza y entrecortada, pues le estaba doliendo cómo los mil demonios y no sabía sí era por el hecho de que JeNo lo hubiese dejado tirado cómo juguete viejo y que DongHyuck le preguntara qué sucedía le hacía recordar todo o por que se había sentado de forma tan brusca en la silla que sentía cómo si se hubiese desgarrado, pero dolía y estaba a punto echarse a llorar encima de su pupitre cuál magdalena.

Tomó una gran bocanada de aire antes de soltarle en un murmullo casi inaudible, temeroso:

—JeNo.

No hubo necesidad de decir más, claro estaba; DongHyuck se le quedó mirando estático, mientras que a los segundos después su rostro pasaba por distintas facetas.

—¿No vas a hacer nada?

No respondió, porque temía que si lo hacía, soltaría cualquier estupidez que sólo lograría que el enojo del mayor aumentase. Tampoco había caso en que hiciera algo, JeNo simplemente lo pasaría por alto y lo dejaría en vergüenza frente a toda la clase; no, gracias, suficiente tenía con el dolor en su ano.

Un grito exasperado y furioso estuvo a punto de salir de sus labios al tiempo que JeNo le jalaba bruscamente para llevarlo a quién-sabe-dónde, pero de pronto se vio paralizado y no tuvo de otro que seguir los pasos apresurados de JeNo de forma torpe y descoordinada.

—Tenemos qué hablar —soltó JeNo, serio y con el ceño ligeramente fruncido.

No iba a responderle; con la cabeza gacha se dispuso a retirarse del aula completamente vacía, pero su acción se vio interrumpida por la mano de JeNo alrededor de su muñeca nuevamente, sólo que esta vez ejercía más fuerza y escocía, mucho.

—No hay nada de qué hablar —soltó JaeMin, mirándolo a los ojos, los propios aguados y inyectados en sangre—. Suéltame, debo ir a casa.

—No.

—Te dije que me soltaras, JaeNo —Hizo un vano intento de retirarse pero esta vez fue arrastrado hasta uno de los pupitres para posteriormente ser subido a éste con brusquedad, JeNo le rodeó la cintura de forma cruel.

Su pulso se aceleró radicalmente; el grito que quedó atascado en su garganta, a punto de salir de sus pequeños labios fue interrumpido por los labiales del contrario con descortesía, chocando dientes y ahogando jadeos.

Sabía que no debía hacerlo, lo sabía. Pero nuevamente estaba dejándose engañar por la suave caricia que JeNo le brindaba en su cadera y los besos que plantaba impaciente en su cuello, sintió la sonrisa del mayor dibujándose contra su cuello, burlona y cínica, nuevamente había caído.

—

Le dolía, nuevamente. A su lado y de pie, JeNo recogía sus pantalones que era la única prenda que se había quitado y él, tirado en el suelo, desnudo y completamente a su merced, llorando silenciosamente, sin que JeNo lo notase. Era tan tonto. Tonto, tonto, tonto, se repetía en su cabeza.

JeNo se retiró en silencio del aula, cerrando la puerta con un golpe seco. Dejando a JaeMin solo, nuevamente.

Porque después de todo

Lee JaeNo era un

rompecorazones.