Lo mejor del día » YuJae

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MiliMiliMiau

No más miedo a entregar,
mis labios sin antes mirar.
No más miedo a acariciar,
nuestros cuerpos y soñar.

~

El espeso color azul oscuro tintaba en su totalidad el infinito cielo, sobre las extensas y transitadas calles de Tokio.

Alzó la vista y un leve sonrojo se posó en las mejillas del japonés. Su alarma mental le indicaba el cese de aquella extenuante jornada de trabajo y finalmente, el tan ambicionado regreso a casa.

¿La mejor parte del día? .

Yuta bajó la cabeza cohibido, en un intento inútil por ocultar la sonrisa que se esbozaba en su rostro todos los días, a la misma hora. Es que no había momento más ansiado, más deseado por él, que el instante en que el ocaso se fusionaba con su tan anhelado horizonte.

Subió a su automóvil, cruzó su cinturón de seguridad y se puso en marcha hacia su destino; donde lo esperaba la razón de sus sonrisas, de sus desvelos y, por qué no: de su completa felicidad. Adoraba curiosear dentro de esa mirada llena de sinceridad, repleta de tranquilidad; perderse dentro de aquellos ojos colmados de luz. Cada noche, recorrer suavemente con la yema de sus dedos los labios entreabiertos de su amado mientras duerme y, que este al percatarse de tal caricia los esconda; en un gesto rebosante de ternura y timidez.

El joven japonés amaba con misticismo a su novio, Jung Jaehyun.

Era su tercer aniversario; mas el primero que se permitían celebrar sin pensar en los demás, sin escuchar el hiriente y despectivo cuchicheo de la gente al rededor, sin ese ridículo sentimiento de culpa y pesar al suponer que estaban haciendo algo realmente pernicioso y aberrante.

A pocas cuadras de llegar al inmueble, Yuta sonrió con admiración al recordar cómo es que llegaron al punto de vivir su amor en completa libertad.

De no haberse enfrentado a sus padres con osadía y denuedo; quizás, Jaehyun estaría saliendo con alguna hermosa y educada chica, hija de alguna de las tantas familias influyentes relacionadas directamente con sus padres. Sin embargo, decidió quitarse aquel antifaz que los disfrazaba de una persona que no era, ni sería jamás; no titubeó ni un segundo en gritar a los cuatro vientos que estaba completamente enamorado de un hombre; de un extranjero, de un revolucionario japonés con actitud estoica; tampoco le faltó coraje y valentía al agregar que estaba totalmente orgulloso de ser una persona en extremo diferente a sus progenitores y, que prefería vivir como un vagabundo sin oficio ni beneficio, en las calles de cualquier ciudad; a vivir como ellos le tenían planeado.

Le costó, claro; la mirada repulsiva de su padre y las lágrimas de decepción de su madre... Siendo él, su único hijo, ¿quién le daría nietos o una odiosa nuera con quien sentarse a beber innumerables tazas de té?; para la mujer fue demasiado.

- ¡Yukkuri! ¿Eres tú? - Cuestionó emocionado el menor desde la cocina al sentir la puerta cerrarse con firmeza.

Yuta negó con la cabeza, sonriendo ante la interrogante. Dejó las llaves y un pequeño obsequio en la mesita de centro y, guiado por un exquisito aroma a comida hogareña, se dirigió a la cocina, donde se encontraba de espaldas, totalmente ensimismado en picar vegetales; la persona que mas ansiaba ver durante el día.

- ¿Es que acaso esperabas a alguien mas? - Replicó Yuta, rodeando la cintura del contrario con sus largos brazos, fundiendo su rostro en la base de su cuello, dejando pequeños besos en la zona.

- C-claro que no, a-amor - Apenas respondió el menor debido al incesable cosquilleo que le provocaba su novio - Ya... d-déjam-e. - Suplicó soltando el cuchillo, moviéndose como un invertebrado, tratando vanamente de soltarse del interminable cosquilleo del contrario.

El japonés accedió a las suplicas del menor, permitiendo a este, girarse en su lugar.

Sobrepuso cuidadosamente sus antebrazos en los hombros del mayor, evitando impregnar sus ropas con la fragancia única a ciboulette.

- ¿Sabes qué día es hoy? - Cuestionó el coreano gesticulando un adorable puchero.

- Jueves, ¿quizás? - Contestó Yuta acercándose al rostro del contrario, con un único objetivo, besarle.

- No - Jaehyun giró su cabeza, alejándose de los traviesos labios de su persistente novio - No me besarás hasta que recuerdes. -

Los gestos adorables del menor lo enloquecían de sobremanera; no era capaz de mantenerse firme ante esa amalgama maravillosa entre ternura y picardía que brotaban por los poros de Jaehyun.

Alzó su rostro pensativo y al cabo de tres segundos, chasqueo la lengua sonriendo victorioso y, aprovechando el descuido del menor por sentirse aliviado, lo atrajo hacia su cuerpo y le besó; este no demoró en responder aquel ósculo repleto de emociones e infinitas ansias.

Poco a poco el beso fue subiendo de intensidad, a tal punto, que Yuta llevó al menor hacia la pared mas cercana y lo apretó contra esta; mientras a este le importó un rábano pringar las prendas del mayor con el exótico aroma a vegetales.

El de cabellos claros se inmovilizó de un momento a otro, dejando a Yuta con una expresión de extrema confusión.
Arrugó un poco su nariz y olfateó, un molesto hedor le llenaba las fosas nasales.

- ¡La carne! - Exclamó Jaehyun, empujando suavemente al japonés.

En efecto parte de la comida hecha especialmente para su tercer aniversario se había quemado.

Un Jaehyun frustrado, estaba frente a la olla meneando los trozos de carne ligeramente quemados.
Yuta recordó el pequeño obsequio que le tenía preparado a su novio y fue en búsqueda de él, para subirle el ánimo.
Al volver, abrazó a su amado por la espalda.

- Amor, eso... - Indicó el contenido de la olla. - Debe estar exquisito - Halagó Yuta mientras se apegaba mas a su cuerpo.

Entregó la pequeña caja y el menor hizo un sonido de asombro.

- ¡Amor, sí lo recordaste! - Exclamó dichoso Jaehyun girando sobre sí.

Las manos del japonés recorrieron el rostro del menor, agradeciendo mentalmente tenerlo como compañero de vida, por amarlo, por respirar el mismo aire...

Por ser siempre, la mejor parte del día.

TASTE THE FEELING [NCT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora