Mavda y Anabelle

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Anabelle salía de la iglesia un dia más, percibió dos cosas gracias a su condición de paladín terrenal, una que alguien la seguía, otra, que los de la rosa la vigilaban.

Mavda llevaba un buen rato siguiéndola, casi se duerme esperando que saliera de la iglesia, la siguió hasta unos jardines con setos a los lados, aquello daba la impresión de ser un laberinto, estaba en lo cierto, de pronto se cerró el pasillo a su espalda con otro muro de seto, igual sucedió con el camino de delante, Anabelle se giró y sacó la Lohengrin, la cargó de luz celestial y la disparó hacia ella y comenzó a chillar.

-¿Que quieres? ¿Porqué me venías siguiendo y me has cerrado el paso?

-¿De qué me hablas? Yo pensé. que me habias cerrado tu el camino de escape y que por eso me has disparado.

-Argent Rose-Dijo pegando su espalda a la mia y poniéndose en guardia, no fuí menos y desperté al pequeñín, hoy estaba especialmente juguetón lo malo es que no podré usar todo el potencial de la cadena puesto que Zayn y Harry tienen los otros dos fragmentos.

-Peque, ya sabes que hacer-abrí la cremallera y destrozó las paredes de seto tan rápido que no se le pudo ver el cuerpecito, justo detrás de los setos nos esperaban hombres uniformados de gris con fusiles de mitrilo, seguramente irían cargados con cargas de mysidia y orichalcum, el peque no las podrá parar, y no creo que la santurrona tenga algo de adamantina.

-¿Donde estas Amelia? Nunca mandarías una tropa a por mi sin tu supervisión personal.

-Anabelle, veo que nunca cambias, espero que el trato que te voy a proponer te parezca justo hermana...

Ojos embrujadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora