CAPÍTULO 35

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Ese capullo nos quiere hacer la vida imposible

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Ese capullo nos quiere hacer la vida imposible. Está claro que no le bastó con matar al padre de Addi, si no que, para joder aún más, quiere matarla a ella. Pero está claro que eso es algo que no permitiré.

Su mensaje me desconcierta. ¿Cómo a conseguido su número?

Después de tanto tiempo, ella cambió de número, tarifa, hasta de móvil con tal de que su vida retomara camino, pero no, Stephen no descansa.

Investigué un poco sobre él, claro que por mi propia cuenta.

Ese tipo tiene una vida interesante, no era como ella lo describió, era mucho peor. Pero nadie se dió cuenta hasta que ya fue demasiado tarde...lástima, me gustaría haber conocido a Jhon. Parecía un buen hombre y segurísimo que le hubiese gustado.

Pero las cosas son así y ya solo me queda proteger a la persona más importante de mi miserable vida.

-¿En qué piensas?-dice con voz dulce en mi oído.

Sonrío inconscientemente.

-En nada importante cariño-le miento. Sí, se que no está bien. Pero...¿Qué más puedo hacer? ¿Comtarle todo y estresarla aún más?

-¿Seguro?-pregunta frunciendo ligeramente el ceño. Asiento.

Suspiro.

-Claro-le digo dejando un beso en su sien. Mentirle a ella es imposible, me conoce tan bien...

-Mike, si hay algo...-comienza a decir, pero me niego, no pienso hablar más de esta mierda. Lo que tenga que pasar, pasará y yo estaré ahí para que todo nos salga bien. Beso la comisura de sus labios suavemente, luego su mejilla, después su cuello y luego, con un suave mordisco, juego con su lóbulo-¿Alguien amaneció juguetón hoy?-dice con una pícara sonrisa.

-No sabes cuanto...-le digo empujando su pequeño cuerpo contra el sillón. La verdad es que no dormí tan mal después de todo.

Beso su cuello poco a poco, bajando hasta su clavícula. Su piel suave, está caliente al tacto y su bello se eriza a mi paso. Con las manos en mi pelo, hecha su cabeza hacia atrás disfrutando de mi caricias.

Mis manos tocan sus curvas una por una.

Sus piernas, sus muslos, su cadera...todo, absolutamente todo es perfecto.

Dejando un beso muy cerca de sus pechos, su respiración torna a pesada y acelerada. Un pequeño gemido logra salir de sus carnosos labios, haciéndome estremecer al momento.

Dios. ¿Que haría yo sin escuchar esos gemidos, sin tocar esta piel y sin ver su dulce rostro cada día?

Aquí y ahora prometo: El último de sus días, será mi último día.

Sus piernas rodean mi cintura pidiéndome más, subo las manos hasta el borde de su camiseta subiendola poco a poco hasta dejar al descubierto toda su piel.

MIKE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora