#2

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Su día transcurría cómo siempre; despertaba, trabajaba, dormía.

Y al siguiente día, la misma rutina, siempre.

Pero hoy algo cambió.

Lo que vió fue a tres soldados pateando a un pequeño niño que ocultaba entre sus brazos un pedazo de pan.

Aleska no estaba acostumbrada a fingir lo que no es, a fingir sus emociones.

Rápidamente corrió hacía aquel niño, pero una mano la detuvo, tirandola hacía una esquina.

— ¿¡Qué demonios crees que haces, Aleska?!

Era Daniel, su amigo, observándola con el ceño fruncido.

— ¡El niño! — Exclamó, queriendo levantarse. Daniel la obligó a quedarse en el suelo, sujetándola de los hombros.

— ¡¿Acaso no valoras tu vida?! — La sarandeó. —  ¡¿Piensas que va a ser así de fácil poder rescatarlo?! ¡Primero nos fusilaran! — La sujeto como mas fuerza. — ¡Deja de poner la vida de los antes que la tuya!

Aleska cayó en la cruda realidad.

Daniel tenía razón, ella no podría salvarlo.

Bajó su mirada, sollozante.

— No llores, por favor. — Daniel se agachó, acariciando su cabeza.

Rompió en un silencioso llanto.

Daniel fue ordenado a levantar aquel cadáver.

No podía siquiera mirar el cuerpo de aquel niño, lleno de moretones, cortes..

Quería vomitar.

¿Por qué los humanos eran así de crueles...?

Lo levantó en una carretilla, quién sabe dónde se lo llevarían.. o más bien, que harían con él.

Sólo observaba cómo aquel cadáver resaltaba entre los cientos más que habían dentro de esa carretilla que de alejaba lentamente de él.

El Angel de VarsoviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora