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De alguna forma, logró llegar a la casa de Daniel.

Tocó con desesperación la puerta.

— ¿Quién demonios es a esta hora..? — Daniel abrió la puerta, encontrándose a una cansada y lastimada Aleska frente a él.

Daniel no preguntó nada y de un empujón metió a la rubia a su casa.

La abrazó fuertemente.

— Tu.. imbécil.. tonta.. estúpida.. — Daniel se echó a llorar en el hombro de Aleska mientras ella solamente recuperaba el aliento y se tragaba todo lo que el húngaro tenía para decirle.

— Me afixias.. — Logró decir con voz quebrada.

Daniel se separó rápidamente.

— ¿Qué pasó..?

— Ellos saben lo que hago.. — Admitió.

— ¡No puede ser! ¿Cómo es que lograste escapar? — Daniel solo veía sus heridas, graves heridas. Se sorprendió al verla ¿Cómo es que había llegado a su casa corriendo en ese estado?

— Un soldado.. me gritó en polaco.. que corriera.. me liberó..

— ¿La resistencia?

-— No lo sé..

— Tranquila. Todo está bien ahora. — acarició su cabeza, cálidamente.

Aleska abrazó fuertemente a Daniel. Quería sentir aquel calor un rato más. Lloró en su pecho. Quería volver a verlo. Quería seguir ayudando. Agradecida al cielo por aquella oportunidad.

— ¡Perdón! ¡Perdón, perdón! — Repetía, sollozante.

— Está bien, Aleska. Todo está bien ahora. Vamos a idear un plan para poder seguir ayudando. — La abrazó, con fuerza y cariño.

— ¿Vamos..? ¿Tu..?  — ¿Hablaba en serio?

— Fui egoísta al dejarte sola con esto. Desde ahora, te ayudaré.  — Sonrió, decidido.

— Hagamos esto juntos.  — Aleska entrelazó sus manos. Un sentimiento cálido la invadía.

— Sí, juntos.  — Ambos sonrieron mutuamente.

Lo lograrían si lo hacían juntos.

El Angel de VarsoviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora