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Aleska salió de la camioneta que estaba estacionada en frente su casa.

Su vecindario era un caos. Los polacos se preparaban para reverlarse.

Cruzó los pasillos de su casa hasta llegar al patio.

Levantó las piedras que escondían aquel agujero donde se encontraban los frascos de vidrio, los sacó con cuidado verificando que las listas estuvieran intactas.

Escuchó el sonido de una pistola recargandose detrás de su nuca. Giró lentamente, un soldado alemán apuntaba a su cabeza.

— Tenía la sospecha de que estuvieran enterradas en tu patio.

Aleska cerró los ojos, ¿Era ese su fin?

— Me llamo Ludwig.

— ¿Por qué te presentas..? — Abrió sus ojos, confundida.

El soldado alemán bajó su arma.

—Aquí hay una pequeña lista de personas que logré sacar de los campos de concentración.

Le tendió aquel papel.

Aleska lo tomó lentamente. Reconoció algunos nombres.

— ¿Eres el de la otra vez? — Inquirió.

— Sí.

— Gracias por ayudarme. — Quiso decírselo antes, pero debido a las circunstancias no pudo hacerlo.

— De nada.. — Ludwig sonrió. — Pero, deberías correr.

Sirenas sonaron, ¿Qué era lo que pasaba?

— Me aseguraré de tener tu nombre presente.

Dijo sonriente para luego echarse a correr hacia la camioneta de Daniel.

Entró y el húngaro no perdió tiempo para acelerar rápidamente.

— ¿¡Por qué tardaste tanto?! — Exclamó, enojado.

— Me encontré con un amigo. — Aleska sonrió, Daniel la observó con rareza.

Ludwig.. Era un lindo nombre. 

El Angel de VarsoviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora