Capítulo 3 ♦ Roberto

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Fernando jala mi camisa, está bien que quiera subir el cuello pero esto es demasiado, me volteo haciendo que suelte la tela, tiene los ojos muy abiertos y un semblante serio

– ¿Qué te pasa, por qué hiciste eso?

– Tu espalda...

– Ah si, cuando nos vestíamos en unos cambiadores pequeños nos picó algo o nos golpearon con alguna cosa, ¿Tengo un moretón o algo? –le interrumpo

– Quizá te golpearon con miles de agujas. Tienes un tatuaje.

– ¿Qué? –digo, alarmado

Toco mi espalda y noto un cambio de textura en algunas zonas, no sé si es porque tengo un tatuaje recién hecho. Pienso en una forma de comprobarlo, viendo la pared se me ocurre reflejar mi espalda en los trozos de espejo, me levanto del banco en el que estamos todos sentados y algunos comiendo, busco un ángulo donde ver mi espalda y aparto mi camisa de la piel para ver, todos me observan pero necesito ver qué tengo tatuado, solo son unas letras, pero son enormes, yo no quiero tatuajes ahora y menos tener marcas sin un pinche sentido para mí, puta madre. Todos empezaron a revisar sus espaldas.

– ¿Por qué nos tatuaste sin preguntar –digo casi gritando a la pantalla

No quería que se les olvidara, además se me hizo un bonito detalle, ¿O acaso no les parece bueno?

– ¿Bueno? Ni siquiera nos avisaste

Si no te lo parece te lo puedes quitar

La voz se empieza a reir como loca, no sé si es de una mujer, un hombre o un programa, pero suena realmente raro y extrañamente la risa me parece familiar.

Los demás no se quedan callados, oigo comentarios como "No mames, están de la verga, parezco vaca, soy un ser humano no un recipiente" y muchos comentarios pervertidos de parte de un chico alto y delgado, son graciosos pero trato de evitar reirme, de pronto Fernando interrumpe mis pensamientos

– Quizá por eso estábamos llenos de aceite –dice tallándose la nuca

– ¿Cómo? –pregunto

– Piénsalo, un tatuaje debe de hidratarse para cicatrizar correctamente, además lo que sea que tuviéramos empapándonos no olía mal, sino más bien como...

Como almendras, RI. Exactamente, esos tatuajes son perfección pura, y no se preocupen por mantener sus tatuajes, la ropa, el aceite y la comida propiciarán que no les duela, porque no nos gusta el dolor, por eso pasen a las escaleras

¿Qué escaleras? Aquí solo hay dos puertas por las que llegamos

De las paredes salen varios cubos, sus bordes no se notaban por los espejos, en la pared angosta en la que está la puerta por la que llegamos los nones sale un rectángulo largo que recorre toda la pared, y tres paneles se deslizan hacia abajo dejando ver tres puertas que se llenan de una leve luz rojiza

¡Pasen a sus dormitorios! Cuidado porque no hay bandaral, no quiero que se caigan, pero agrúpense un dos equipos de diez y uno de nueve, los de nueve irán en medio y los de diez en las puertas de los lados, la hora de dormir es cuando el reloj llegue a la derecha, hasta mañana

– ¿Bandaral? ¿No se dice barandal? –pregunta alguien

No, se dice bandaral, buenas noches

El helado de crema que había en la mesa desaparece, no me comí el mío por estar viendo los números en mi espalda, me choca tener un tatuaje, no me acostumbor a la idea, quizá cuando salgamos nos los dejen quitar o algo, pero bueno.

§prēkkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora