Capítulo 10 ♦ Guillermo

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No sé qué pedo, estoy bien pinche cansado de estar corriendo, pero una ventana como las de las carnicerías se abre, exhibiendo así a tres chicos desnudos, colgados de las manos como cerdos, me llama la atención que sus genitales están húmedos, me pregunto qué habrán estado haciendo, pero me intriga más por qué uno de los vatos tiene conectados electrodos y una cicatriz muy gruesa y roja en el cuello, veo que uno de ellos grita pero no escucho nada, el vidrio debe de ser a prueba de sonido.

Ustedes elegirán, y ellos tendrán que hacer que los elijan

...como que ya sé por qué el vidrio es así...

Elijan una letra

Los weyes colgados empiezan a hacer señas. Escucho que los demás dicen las letras B, D y E, no sé a qué se refieren, así que grito a lo pendejo

- ¡B!

El chico de la izquierda es subido un medio metro, entonces dos gruesos chorros de un líquido espeso y luminoso cae entre los tres chicos y a los lados, separándolos visualmente.

Elijan un mueble

Todos empiezan a gritar "clóset", me les uno, y el chico de la derecha desciende medio metro, veo la lava subir poco a poco bajo sus pies

Escojan un cantande

-¡Ed Sheeran! -grito antes que todos

El chico del medio sube un metro, veo sus manos, moradas.

Una comida. Fideos
Una prenda. Lentes
Una parte del cuerpo. Cuello
Un autor. Stephen King
Un parentezco. Gemelos
Un cargo político. Presidente
Una bebida alcohólica. Vino
Un integrante de la familia. Madre
Amor o sexo. Amor

El chico de la derecha se quedó muy abajo, la lava lo alcanza, engulléndolo, la roca fundido escala por sus pies, rodillas, muslos, espalda, cuello; acompañado por supuesto, de gritos, tan fuertes que se lograban escuchar un poco a través de la barrera cristalina, el vato se retorcía como gusano con sal, la lava cubrió su cabeza, petrificándose al devorarlo del todo.

Los otros dos tipos fueron soltados, poniéndose de pie sobre la roca aún caliente, pero no letal, ambos se abrazan y el más bajito llora, al parecer estaba preocupado por él, y que no se ha dado cuenta de que no tiene ropa...

El vidrio se pierde en el suelo, el chico de las gafas nos agradece

-¡Sí, si, mucha pinche ayuda, pero tápate el pito, cabrón! -grita un wey de lentes atrás de mi, me río un poco.

Al final, los chicos salieron de donde estaban amarrados y se vistieron, desde entonces no se han separado, todo el día se la pasaron juntos y rojos como tomates, se veían de cierta forma tiernos

Aunque, entre Eduardo, Brandon (averigüé sus nombres) Monse y Marco me siento mal tercio en todos lados.

El día siguió su curso normal, cenamos y subimos a los cuartos a dormir, como siempre soñé de una forma muy extraña (No se me hace cotidiano ver un imperio de gatos siendo víctima de una rebelión de ratones). Pero lo más extraño fue el no haberme despertado una alarma, sino Fernanda.

-¡Guillermo! -me abofetea levemente

-¿Qué? -digo medio dormido

-¡No sonó la alarma!

-Vaya...

-¡Atn no se ha aparecido!¡No sirve la estación de comida!¡Los baños están cerrados, nada funciona!

Me levanto medio de golpe- ¿Qué?

¡Sí, mira el reloj, es lo único que sirve, marca las 10 am, nosotros siempre despertábamos a las 2:34!

-¿Apoco?

-¡Sí, y regresábamos para cenar nada más!

-¿Osea que las pruebas duraban más de 18 horas?

-¡Sí y nunca nos dimos cuenta!

Me río, Fernanda me da un puñetazo en el estómago

-¡Esto es serio!¿Qué vamos a hacer sin comida, sin baños?

Me doy cuenta de la gravedad del asunto

Pasaron unas tres horas desde que nos dimos cuenta de que algo andaba mal, buscamos por todos lados pero no había nada, comida, agua, baterías, nada.

Mi estómago dolía como la chingada.


Así pasaron tres días.

Hasta que se abrió una compuerta en el comedor. Comida había dentro de un desnivel de un par de metros de profundidad.

Comimos como si no lo hubiéramos hecho en meses. Todos quedamos con hambre, pero no quedaba nada más en la abertura, solo venían un par de cajas de manzanas, mucho pan, agua y pescado frito.

La abertura se perdió.

Dos días más tarde, estábamos en la habitación central todos reunidos, las otras dos las usamos para guardar la ropa hedionda (Algunas chicas hicieron más ropa con las sábanas de los cuartos laterales) y para ir al baño, olía horrible ahí dentro.

Escuchamos una alarma estridente, salimos del cuarto hechos madre para ver qué era, el sonido no parecía venir de ningún lado, las mesas no estaban.

La abertura regresó, parecía mucho más profunda, y esta vez había alguien adentro, muerto.

Tratamos de correr dentro del cuarto de nuevo, pero la puerta se cerró en nuestras caras, las paredes se empezaron a inclinar y la plataforma que permitía entrar a los cuartos junto con las escaleras se metieron en esta, todos nos resbalamos dentro de la abertura cual monedas dentro de una alcancía, las compuertas se cerraron, todo se quedó en silencio y oscuridad durante un minuto, hasta que algo sonó dando un latigazo, empezamos a caer, era como un elevador, todos empezamos a gritar, no aguantaba el terror de no saber si todos moriríamos al impactar contra el piso, sentí como el calor desaparecía de mi cuerpo, mi presión disminuía y mi cara pálida se reflejaba en... ¿Es un reflejo lo que veo? Sí. La caja se empezó a volver transparente, pude ver como las paredes metálicas ascendían, hasta que finalmente caímos. En agua. Oscura y fría como su madre, sin mencionar los horribles peces con enormes dientes filosos, ojos sin mirada y una pinche lucesita cagabolas colgándoles en frente, íbamos muy lento.

Una hora pasó en mi mente, estaba harto de estar entre todos esas personas, aunque al caer nos organizamos para ponernos todos de pie y no aplastarnos los unos a los otros, íbamos apretadísimos.

Al fin, media vida después, la caja de metal/vidrio llegó a lo que parece el techo de otro lugar, el piso se abrió y los que estábamos en medio caímos tres metros sobre esponjas hexaédricas, seguidos de los demás.

El nuevo lugar era raro, mucho más amplio, pero lleno un metro de esponjas, y paredes forradas de éstas.

Bienvenidos a La Sala

No era Atn. No era solo ella, sonaban al menos cuatro voces, una más aguda una más grave y una masculina.

Del techo bajaron siete camas dispuestas como una litera, y la comida, dentro de cajas de embalaje, le cayó en la cabeza a la chava homofóbica.

Nadie quiso tocar nada.

No nos importa lo que quieran, coman y a dormir.

Ni pedo, no quiero morir.

§prēkkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora