Parte VI

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Minho se tira sobre su cama, cierra los ojos y, aunque todavía hay luz entrando por la ventana, cae dormido y rendido de tantas amanecidas, tanto cansancio acumulado, incluso tuvo que ir a dejar a Kibum hasta su parada para que después no termine dormido en plena plaza.

Cuando abre los ojos ya es de día, y sabe que durmió un día entero o más, por su cuerpo descansado y su energía a tope. Sólo tenía hambre, y eso podía solucionarlo fácilmente.

Su celular suena insistente, debajo de su trasero. Y no sabía cómo seguía vivo si ya casi ni tenía batería cuando se tiró a dormir.

Cuando lo desbloquea sonríe al ver que tenía como tres por ciento de batería antes de que muriera por completo. Abre los mensajes que Kibum le había escrito, habían un par más, de números desconocidos.

<<No olvides ir a la ceremonia de cierre>>

<<Iré... qué flojera>>

Lo había olvidado.

Duda en abrir los otros mensajes de números desconocidos, pero lo hace, porque no tiene nada mejor que hacer mientras el microondas recalienta su desayuno. Y al ver el nombre con el que aparecía el usuario, cree que lo mejor será eliminar los mensajes, porque encima son tres.

¿En serio Jonghyun le había hablado?

<<No soy quién para decirlo>>

<<Pero siquiera recuerdas que tienes un novio que cumplió años hace tres días?>>

<<No te escribo porque TÚ me importes, es por él>>

¡Mierda, mil veces mierda!

Casi estrella el móvil contra la pared, pero sólo se queda presionándolo entre sus dedos. Lo había olvidado.

Por la maldita mierda, lo había olvidado.

Y eso que tenía un regalo preparado para ese día en especial. Lo había terminado a inicios de ese mes, alucinando con ver su rostro bonito alegre al ver que él sí pudo hacer realidad uno de sus sueños.

A Taemin le gustaban esas ceremonias de cierre de semestre, porque algunas veces solían presentarse grupos de música de muchachos de la misma universidad, grupos de baile, y otras cosas que llamaban su atención.

Se siente tan mal cuando marca su número, pero no contesta, él no contestaba, cuando generalmente solía contestarle a la primera, como si estuviera esperando por su llamada. La comida le sabe insípida y se prepara para ir.

Seguro lo vería ahí.

Y aunque intenta llamar mil veces más durante el viaje, él no contesta, ni siquiera a sus mensajes.

¿Estaría enojado, mucho demasiado?

¿Le terminaría?

Ni siquiera tenía derecho a guardar alguna esperanza de que le perdonara, porque sabía que para él era suficiente con un mensaje o una llamada. Pero tampoco se sentía con derecho a pedirle perdón por haberse olvidado de él, como si no le importara.

Mira la pequeña caja de regalo que tenía lista hacía tantos días atrás. ¿La aceptaría?

¿Siquiera le miraría a la cara?

Y cuando el bus se detiene ve a muchos universitarios quedarse ahí, donde él temía bajar, porque sí, porque no quería que la realidad de diera una bofetada para decirle que su relación terminaría tan prematura.

Así es el Amor - Temporada I: IlusionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora