Parte III

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Y cree que encontró su lugar en el mundo, a su lado, en esos asientos que no son impedimento para besarse en medio de la oscuridad, para comerse la boca y probar un poco más de ese éxtasis natural que lo envolvía cada que sentía sus suaves labios succionar los suyos, cuando sus dientes mordisqueaban sus labios, y sus manos se escabullían bajo su camiseta y le hacían sentir que flotaba.

Flotaba.

¿Acaso alguien le entendería?

Porque llevaba media película besándole y marcando su cuello para que cada par de ojos que lo vieran supieran que Choi Minho tenía dueño, que Lee Taemin era su dueño.

Suspira al sentir sus manos recorrer sus muslos de arriba para abajo, acercándose y apretándole para que doliera de placer, y él gimiera porque él parecía encontrar fácilmente sus áreas sensibles.

Sujeta con fuerza su muñeca, cuando se da cuenta de que él subiría más, y aquello se descontrolaría. Y no se sentía con el suficiente valor como para detenerlo, no cuando sentía el roce de su nariz con la suya y su mano volver a acariciarlo suave sobre la tela de su pantalón, atreviéndose a más, erizándole cada maldito bello de su cuerpo.

Si él seguía así tendría serios problemas y no quería hacer el ridículo al salir de cine y que todo el mundo le viera con una obvia erección en sus pantalones. Pero quería, por la mierda que quería que continuara.

Y cuando Minho parece tener la intensión de meter su mano dentro de sus pantalones, el celular dentro de su chaqueta se mueve y su pantalla se enciende.

Una señal que hace que Taemin aterrice y acomode su ropa desordenada, mientras Minho reía divertido y revisaba su celular. Quiso quejarse de que no era justo que él llevara esa maldita tienda de campaña en sus jeans, pero cuando lo vio, exactamente en la entrepierna de su novio, supo que él también tenía serios problemas.

Y no se queja, porque hasta sintió algo como la felicidad removerse en su estómago, porque no eran las palomitas con la gaseosa, era la felicidad de saber que provocaba eso en él.

Minho se frota la cara y respira pesado, esperando a que eso que tenía ahí abajo bajara pronto, aunque no tendría que hacer magia para eso, eso que leía en los mensajes de su grupo era suficiente para enfriarse y que los glaciares aparecieran.

Se recrimina el tener que dejar ahí a su novio, y sólo por haber creído que sería una buena idea el prestar sus planos por dinero.

Maldita pendeja.

—¿Qué pasó? —Taemin no debe ser adivino para deducir lo que estaba pasando, podía notarlo en su rostro algo molesto.

—Ella escribió y dijo que fuéramos hoy a recoger los planos a la universidad, que estará como una hora más, porque no vendrá mañana a clases —Minho toma la mano de su novio, su novio que había cambiado de expresión, cuyas mejillas sonrosadas empezaban a congelarse, justo como las suyas propias—. Mierda, sabía que no debí, pero sabes que necesito el dinero.

—Lo sé, ve.

Y cuando cree que eso no podía ser peor, cae en cuenta; él había dicho: fuéramos, había hablado en plural, pero tampoco le había invitado a acompañarle.

Se voltea y ve la misma escena. Kibum recogía sus cosas y se ponía en marcha después de despedirse de su novio.

Claro, cuando hablaba en plural y mencionaba un 'nosotros', jamás se trataba de él, Lee Taemin. Y sentirse en las nubes con ese noviazgo le hacía sentir también el otro extremo de lo hermoso, esas ganas de llorar que poco a poco se instalan en su interior.

Así es el Amor - Temporada I: IlusionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora