CAPÍTULO 03 | Marihuana

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Narración: Jungkook.


—No me gusta el metro —Jae se quejó cruzando sus pequeños brazos sobre el pecho y con el ceño fruncido.

Yo no podía dejar de reír.

—Lo sé, pero vamos a estar en casa pronto.

—No mientas. Mamá dice que no es bueno —me sentía estúpido cuando mi pequeño hermano me regañaba.

—Mira Jae, sólo quedan alrededor de veinte minutos para el final —suspiré, ajustándome la bolsa de deportes entre las piernas.

—Si hubieras estado bien con April, ella nos habría llevado a casa —él me envió una mirada de muerte, pero aún se veía lindo. ¿Qué? Tengo una debilidad por mis hermanos.

—Es complicado —suspiré de nuevo, corriendo la mano a través de mi cabello.

—No, no lo es.

—Sí, lo es. Eres joven, no entiendes. April no puede venir a nuestro barrio. No es seguro para ella ... ni su coche.

—¡Pero nada pasó ayer! —lanzó sus pequeños brazos en el aire.

—Por suerte —no es que me preocupe por la chica, pero yo no voy por ahí deseando que la gente sufra. ¿Y quién sabe lo que podría sucederle a una chica como ella en un barrio como el mío? Apuesto a que vive en el Upper East o algo así.

—¿Por qué no te gusta? Ella es bonita —él sonrió mientras decía esto. Supongo que es más como yo de lo que pensaba.

—Ella está bien —me encogí de hombros descuidadamente, mirando a las paredes exteriores de los coches que pasaban a toda velocidad. Me gustó todo de ella, con tetas y un buen culo; pero lo que más me llamó la atención fue el color insólito de sus ojos. Eran de un tono marrón muy claro, entre el miel y el Ámbar.

Por el rabillo del ojo vi a Jae soltar pequeñas risitas.

—¿Qué? —abrí una sonrisa.

—Nada —se encogió de hombros, pero mantuvo sus pequeños ojos negros en los míos.

—Deja de mirarme así Jae —le advertí en tono de broma.

Él se rió y seguí recibiendo raras miradas de la gente alrededor. Viajando en el metro de Nueva York te acostumbras a ver de todo. Y cuando digo todo me refiero a todo.

—Vamos Jae —Dije, llamando su atención—. Estamos aquí.

Saltó del asiento donde estaba sentado y me cogió la mano. Nuestra casa está a sólo un par de cuadras de la estación de metro, así que podemos ir andando mientras disfrutamos del buen tiempo a mediados de septiembre, me hablaba de su práctica y de cómo había marcado un gol.

—¡Jeon! —una voz llamó desde el parque cerca de nuestro bloque. El parque donde mis amigos y yo solemos pasar nuestro tiempo.

—¿Qué pasa, amigo? Llevaré a Jae a casa y volveré —ellos asintieron en mi dirección y seguimos caminando hacia la puerta de mi casa.

Busqué en mi bolsillo mi juego de llaves y abrí la puerta, ajustando el bolso de Jae en mi hombro. Subimos las escaleras como siempre —ya que no disponemos de ascensor— y dejé a Jae en casa con mi hermana Jennie.

—¡Jennie! Me voy. Jae está aquí, asegúrate de que haga su tarea —le grité a través de la sala donde dejé la bolsa de Jae, esperando que ella me escuchara.

Pero no tuve esa suerte. Gruñendo me dirigí a su habitación y la abrí sin llamar. Ella estaba acostada en su cama con sus auriculares, la música a todo volumen.

Me acerqué y saqué los auriculares de su iPod haciéndola gemir.

—¡¿Qué?! —gritó mirándome con enojo a mí—. ¿Alguna vez vas a aprender a llamar a mi puerta?

—¿Por qué debo llamar? No es como si me vayas a escuchar —respiré profundamente tratando de calmarme.

—Lo que sea, Jeon —sí, ella tenía este hábito raro de que me llame por mi apellido, incluso cuando es de ella también—. ¿Qué quieres ahora?

—Jaehyun está en casa, asegúrate de que haga su tarea y echa un vistazo de que este bien —le contesté, señalando con el dedo en advertencia.

—¿No lo hago siempre? —ella se rió sarcásticamente.

—No te hagas la lista conmigo. Sigo siendo tu hermano mayor —le susurré en referencia a su maldición y su actitud. Soy consciente de que ella está en sus días de adolescente, pero eso no le da derecho a hablarme así.

—Exactamente. Mi hermano mayor, no mi padre —se puso de pie empujándome fuera de su habitación, no antes de que pudiera obtener una visión de sus ojos brillantes. Vete a la mierda. La hice llorar. Tiré de mi pelo frustrado y di una patada a la pared del pasillo. Necesitaba algo que me enfríe y sabía exactamente dónde conseguirlo.

Bajé corriendo las escaleras lo más rápido que pude hasta que llegué al parque donde aún estaban los chicos.

—Hermano, ¿estás bien? —Jimin preguntó mientras hacemos nuestro apretón de manos.

—Sí, ¿tienes?

—Lo estaba guardando para ti —sacó un cilindro delgado del bolsillo de sus vaqueros y me lo entregó con un encendedor rojo casi fuera de gas.

Tomé un largo soplo y al instante sentí relajarme bajo el poder mágico de la marihuana.


Tomé un largo soplo y al instante sentí relajarme bajo el poder mágico de la marihuana

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Diamondaguz

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Los chicos malos también se enamoran; 𝑱𝒖𝒏𝒈𝒌𝒐𝒐𝒌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora