CAPÍTULO 31 | Prueba

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Poco a poco me di la vuelta y vi que sus ojos se habían oscurecido y su mandíbula estaba tensa. Yo estaba tranquila, pero la tensión crecía espesa en el aire debido al gran silencio, era difícil de soportar.

—Lo siento, yo no quería... —Empecé a hablar solo para cerrar de nuevo la boca cuando Jungkook habló.

—Está bien. Voy a tener que decirte, tarde o temprano —Su voz era ronca como si estuviera tratando de recobrar la compostura.

Jungkook suspiró y se dejó caer en la cama, apoyando la espalda contra la cabecera.

Me pasé la mano por el pelo, que estaba un poco anudado debido al viento.

—Jungkook, no es necesario que me lo digas ahora, hazlo cuando te sientas listo —Le di una sonrisa tranquilizadora y me senté en el borde de la cama a su lado. Hundió la cara entre sus manos, dejando escapar otro suspiro. No voy a mentir, la curiosidad me estaba comiendo viva, pero, para que Jungkook actuara de esta manera, debe haber sido algo realmente serio, triste, duro.

Mi mano tentativamente alcanzó a tocar la suya y él soltó la cara de sus manos debajo de mi tacto, relajándose un poco. Me acerqué más a él y mi pulgar acarició sus nudillos. Sus ojos se negaron a encontrarse con los míos y me mordí el labio con preocupación.

De repente, los dedos de Jungkook se movieron para entrelazarse con los míos y comenzó a acariciarlos también, para luego regalarme una pequeña sonrisa, que yo devolví.

Después de otro largo suspiro, finalmente dijo algo.

—Él es mi padre —Señaló con el mentón a la foto que había visto anteriormente. A pesar de que mantuvo el rostro impasible, su voz lo traicionó. Sus ojos no tenían lágrimas ni nada, solo estaban más negros que de costumbre. Tenía miedo de oír lo que pasó con su papá. ¿Estaba muerto? ¿Dejó a su familia? Todas las posibilidades corrieron por mi mente como un torbellino.

Asentí con la cabeza y le apreté la mano, haciéndole saber que podía seguir si quería.

—Él —Se aclaró la garganta, para que su voz saliera menos sombría. Esperé a que siguiera, no queriendo que se sintiera presionado—... no lo he visto en casi cinco años —Me miró mientras intentaba no jadear. Sus ojos se suavizaron y llegó a tomar mi otra mano también.

—¿Por qué? —Le pregunté en voz baja, encontrándome con su mirada.

Oí el sonido de su lengua chasqueando los labios.

—Él está en el ejército, en Corea del Sur. Las cosas están complicadas allí, por esa razón nos vinimos a Nueva York.

Y entonces, todo tenía sentido. Su padre no había estado en casa durante mucho tiempo, la cadena que Jungkook llevaba era de él.

—Oh —Fue todo lo que pude murmurar—. Yo, lo siento. Debe ser realmente duro —Añadí, sin saber qué más decir.

Para mi sorpresa, una pequeña risita escapó la boca de Jungkook.

—¿Por qué lo sientes?

Me encogí de hombros torpemente, mirando hacia él. Su rostro se había suavizado en general y ya no parecía enfadado.

—No sé, me siento mal, no imagino lo difícil que debe ser estar sin tu padre y tener que tomar su rol...

—No necesito la compasión de nadie —Frunció el ceño y dejó caer las manos, cruzando los brazos sobre su pecho.

Mis cejas se elevaron, sorprendida por su repentina dureza, pero yo lo entendía. Supongo que me sentiría igual en su lugar, así que ignoré su arrebato y decidí preguntarle algo en vez de enojarme.

Los chicos malos también se enamoran; 𝑱𝒖𝒏𝒈𝒌𝒐𝒐𝒌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora