CAPÍTULO 62 | Muros de cristal

670 44 6
                                    

Suga y yo habíamos pasado la mañana comprando –o más bien tratando de comprar– regalos para la Navidad. Decir que nuestra misión había sido un total fallo sería un eufemismo. Elegir regalos para los chicos resultaba mucho más sencillo: juguetes para Jae y Tommy, o una botella del whisky favorito de mi padre, ese que no ha tenido en meses. Pero cuando se trataba de las chicas, era un mundo aparte.

Habíamos comprado a nuestras madres unas pulseras iguales, ya que no se darían cuenta de todos modos y me imagino que les gustaría, porque las mujeres aman la joyería. Jennie quería una cámara de fotos, pero todavía no había reunido el dinero suficiente para comprarla.

A pesar de haber trabajado toda la semana para el hijo de puta de Yong Guk, cumpliendo con cada orden, incluso las más sucias, no me alcanzaba para cubrir los regalos de todos. No podía fallarles en esta navidad, sobre todo a April. Es mi primera Navidad junto a ella, y quería sorprenderla con algo especial.

Pero yo estaba perdido. April ya tenía todo. Todo lo que una chica podría desear o pedir: ropa de los mejores diseñadores, joyas elegantes -hasta la más pequeña de ellas sale más que mi casa-, productos de belleza exclusivos, auto y teléfono del año, además de un sinfín de gadgets. Su habitación estaba decorada al extremo, llena de objetos hasta el punto en que apenas quedaba espacio vacío.

¿Qué demonios les gusta a las chicas cuando ya lo tienen todo?

Me rompía la cabeza intentando encontrar algo que pudiera sorprenderla, algo que no fuera simplemente material. Sabía que no podía competir con lo que ya poseía, así que tenía que pensar en algo diferente, algo que realmente tocara su corazón.

La pregunta se había ido reproduciendo en mi mente incluso después de que había vuelto a casa, incluso después de haber almorzado, incluso después de haberme duchado y cambiado de ropa. Y todavía no tenía ni idea de lo que podría conseguir que ella no tuviera ya, y que a ella le gustara. Yo era terrible en hacer regalos. Recordé que le había gustado el graffiti que hice bajo un puente para su cumpleaños, pero no puedo llenar toda la ciudad con graffitis para cada ocasión que requiere la compra de un regalo. Aunque sería más fácil que romper mi cerebro.

Suga había ordenado un collar personalizado con Yoonah y su nombre grabado en un corazón, pero parecía demasiado poco original y cursi para mí. Sin embargo, no es como si pudiera pensar en un mejor regalo.

Por eso, tan pronto como escuché la apertura de la puerta delantera, corrí hacia ella, sorprendiendo a Jennie que acababa de entrar con muchas bolsas de marcas de lujo colgadas en sus brazos.

—¿Has averiguado algo? —Exigí rápidamente, con la esperanza de que como era una chica, ella pudiera ayudarme con esto.

—¿Puedes incluso dejar que me ponga cómoda? —Ella se burló, dejó las bolsas en el piso, se quitó el abrigo y lo colgó del bastidor, pasando junto a mí a la cocina.

Seguí detrás de ella. Ella no lo iba a hacer tan fácil, como de costumbre.

—Mataría por una Coca Cola fría en estos momentos —Ella dio a entender, cayendo en una de las sillas alrededor de la "mesa". Era apenas lo suficientemente grande para todos nosotros y Jae tenía que sentarse en el regazo de alguien.

—Yo no soy tu esclavo —Me burlé, cruzando los brazos sobre mi pecho.

Jennie, que tenía los ojos cerrados, abrió uno para mirarme.

—¿Quieres la información o no?

—Culo perezoso —Murmuré, poniendo los ojos cuando llevé a la pequeña princesa lo que quería—. Ahora dilo.

Se tomó su tiempo para satisfacer su sed y, cuando por fin habló, lo que dijo no tuvo sentido.

—Ella quiere un tatuaje.

Los chicos malos también se enamoran; 𝑱𝒖𝒏𝒈𝒌𝒐𝒐𝒌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora