CAPÍTULO 30 | Amor

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Narración: Jungkook

Paré el coche, aparcando justo en frente de la entrada del instituto de April. Agarré mi chaqueta de cuero desde el asiento del pasajero y abrí la puerta, saliendo a la calle fría. Di un paseo alrededor del coche, apoyándome contra la puerta. Busqué en el bolsillo de mi chaqueta el paquete de cigarrillos y deslicé uno, sosteniéndolo entre mis labios mientras lo encendía con el mechero. Yo fumaba tranquilamente mientras esperaba a que sonara el timbre para ver a mi rubia.

Eché una mirada a mí –obviamente robado– reloj de oro, vi que tenía al menos otros cinco minutos hasta que las clases terminaran.

La gente que pasaba por delante miraban mi coche y murmuraban, probablemente comentando lo bueno que era y lo mucho que les gustaría tener uno como éste. Sonreí para mis adentros con satisfacción. 

Pensar que yo no gasté un centavo en él, soy muy bueno en mi trabajo cuando se trata de robar. ¿Qué puedo decir? He tenido mi práctica. Debería sentirme mal por estar orgulloso de esto.

Después de un par de minutos más, terminé mi cigarrillo, arrojando la colilla a la acera.

Justo en ese momento, la campana sonó y los estudiantes comenzaron a salir del edificio. Era bastante grande, por lo menos 6 pisos de altura, y se veía viejo pero nuevo al mismo tiempo, si saben lo que quiero decir. Los primeros que salieron parecían demasiado jóvenes para ser del año de April. Unas cuantas chicas me miraron y se rieron. Sí, ese es el efecto que normalmente tengo en las mujeres, sin importar la edad. No hice caso de sus sonrisas coquetas, rodando los ojos. A veces, tener tanta atención por parte del género femenino es abrumador y molesto, aunque no lo crean.

Después de un montón de caras desconocidas, reconocí a un muchacho alto, de ojos azules, rodeado por un grupo de otros chicos estúpidos que nunca había visto. Mi mandíbula se tensó y apreté los puños al recordar el dolor que me causó, quiero decir, a April. Él me vio y su estúpida sonrisa se desvaneció, pero yo sonreí con malicia hacia él. La pelota de baloncesto escapó de su agarre y salió rodando por el suelo a mis pies, al instante la cogí. Podía verlo tragando saliva. ¿Realmente doy tanto miedo? Levanté la pelota con la mano izquierda y empecé a hacerla girar con solo el dedo índice, al igual que mi padre me había enseñado. Sus amigos se quedaron boquiabiertos y empezaron a aplaudir, completamente ajenos a la tensión que Jackson estaba sintiendo. Incluso examinaron mi auto deportivo celosamente.

Se dirigieron hacia donde yo estaba, aún apoyado en mi coche, por lo que mi sonrisa y la emoción se hicieron más grandes.

—Eso es genial. ¿Cómo lo haces? —Un tipo con el pelo rojo me preguntó. Jackson seguía mirándome con recelo, como si estuviera tratando de ver cuáles eran mis intenciones.

—Solo práctica. Es fácil —Me encogí de hombros, cambiando mis ojos hacia el muchacho bajito—. Podríamos jugar un partido amistoso algún día. Puedo traer algunos amigos, ¿qué dices? —Buena idea, Jungkook. Mentalmente me felicité, ya que todos asintieron alegremente mientras Jackson suspiraba. No saben con quién están jugando.

—¿Quieres tu pelota, Jason? —Le pregunté en un tono agradable falso, sonriéndole. Estábamos a la misma altura, pero mi cuerpo es más grande que el de él. Lo trabajé mucho.

Si Jackson supiera lo que realmente era capaz de hacer con estas manos –además de jugar con su pelota–, él ni siquiera estaría ahí mirándome de esa forma.

—Es Jackson —Murmuró, alargando su mano para agarrar la pelota.

Me reí entre dientes. Qué nombre tan horrible, sus padres lo odiaban claramente incluso antes de nacer.

Los chicos malos también se enamoran; 𝑱𝒖𝒏𝒈𝒌𝒐𝒐𝒌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora