Capítulo 4

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Salí de mi cuarto - Más bien el cuarto que me ofrecía Adam - y con paso apresurado me encaminé hacia la cocina. Cuando llegué mis ojos viajaron directo al refrigerador que estaba abierto. Corrí dando pequeños saltos hacia él y agarré lo primero que se vio más apetitoso a mi parecer. Cereal en barra. Lo saqué del refrigerador, pero en el momento en que me lo comería un Adam algo despeinado entró desprevenidamente en la cocina.

- ¿Qué ha...? - Se quedó con la palabra en el aire al verme masticar descaradamente un buen trozo de cereal - ¡Hey!

- ¿Qué? - Di otro mordisco y pregunté con la boca llena.

- Ese es mi cereal favorito - Le miré algo incrédula mientras seguía masticando. Por supuesto que se que este cereal le fascina, pero quiero molestarle un rato.

Seguí masticando con la mirada de Adam sobre la barra. Se relamía los labios seguidamente ante cada pedazo que sacaba despistada. Se le notaban las ganas de estar en mi lugar, disfrutando la barra con pequeñas bolitas de chocolate incrustadas, siendo devoradas sin piedad por su hermana. Le veo con diversión un rato más hasta que creo que ya es suficiente.

Me puse de cuclillas frente al refrigerador y saqué otro paquete de cereal. Me di la vuelta incorporándome de nuevo y extendí la barra hacia él, quien se acercó rápido y la tomó entre sus manos con fuerza.

- ¿En serio Adam? - Le pregunté mientras le veía quitar el envoltorio - Esta no es la única barra del mundo - Hice referencia a mi cereal, a la cual anteriormente se quedó mirando como un bobo, sin pensar en la posibilidad de que hubiera otro.

No dijo nada, sino que comenzó a devorar el pequeño alimento.

Me alejé para ir hacia la sala, pero me detuve en el umbral de la puerta tras pensar cuidadosamente mis palabras.

- ¡Jo! ¿Ahora una miserable barra de cereal es más importante que tu hermana? Que lógico.

Me fui dejándole plantado en medio de la cocina y me tiré sobre el sofá. Estiré el brazo en busca del control remoto, encendí la televisión en un programa de comedia. Comencé a cambiar canales hasta llegar a "Cine Canal" en la película de "La era de hielo 5"

(...)

- ¿Entonces a las siete en punto? - Dije distraída mientras acomodaba un mechón de cabello tras mi oreja.

- Si, no olvides...

- La cartulina - Interrumpí. Luego eché un vistazo rápido a todos los materiales de la mesa - Tengo todo.

- Muy bien ¿Nos vemos? - El rostro al otro lado de mi laptop sonrió.

- Nos vemos - Corté la llamada por Skype y suspiré.

Me juntaré con Nick en su casa por un trabajo escolar en parejas. Me ha costado verle de la misma manera luego del incidente con la pobre de Sam. Me da tanta pena por ella... Y lo que me dijo realmente me conmovió.

(Flashback)

- ¿S-Sam?

- ¿Por qué siempre a mi Jane? ¿Por qué siempre a mi?

No entendía que pasaba. Sam se movía mientras sollozaba a la par de mojar un poco mi hombro.

- Se que Nick es tu mejor amigo... Y lo entiendo. No te prohibiré que sigas con él por el bien mío... Aunque tal vez pierda por completo el contacto con él.

(Fin del Flashback)

Dejé mi mente en blanco. Los pensamientos escaparon costosamente de mi cerebro. Me quedé rígida en mi lugar hasta que percibí unos golpes en la puerta.

- ¡Jane! ¿Estás ahí? - La voz de Adam resonó en mis tímpanos.

- ¡Si, si! ¡Ya voy! - Tomé mi computadora portátil entre mis manos y la introduje cuidadosamente en mi mochila. A continuación verifiqué que todos mis materiales estuvieran en esta, y al concluir que tenía todo, salí de la habitación con mi celular en una mano y la mochila colgándome de un hombro.

Frente a mi habitación se encontraba mi hermano con el cabello ligeramente mojado, ya que apenas hace unos minutos se había bañado.

- ¿Tienes todo? - Echó un vistazo rápido a mi espalda y yo asentí - Nick te espera en la puerta.

- Okey - Pasé por su lado y lo vi ingresar al cuarto.

Estaba atravesando los pasillos del extenso apartamento hasta llegar a la sala de estar. En uno de los sillones estaba sentado Nick. Vestía un jersey azul, unos pantalones de mezclilla simples y zapatillas converse.

- ¿Nick? - Le llamé.

- Hola Jane - No me miraba. Sus ojos estaban sin brillo alguno.

- ¿Pasa algo? - Pregunté dudosa consiguiendo que girara la cabeza para verme.

- N-Nada - Se levantó del sillón apresurado - Mi auto está bajo el edificio.

Atravesó la puerta conmigo pisándole los talones. Bajamos las infinitas escaleras en completo silencio. Solo teníamos el eco de nuestras pisadas en los peldaños de metal como únicos compañeros. Cuando llegamos a la entrada pude observar como la puerta estaba abierta, y un auto que conozco perfectamente se encontraba aparcado frente al de Nick.

Sentí mi rostro palidecer, y por instinto tomé las gafas de sol de Nick que colgaban del cuello de su jersey. Inmediatamente cubrí mis ojos con el material polarizado.

- ¿Jane? ¿Pasa algo? - Me preguntó mientras veía nerviosa a través de las gafas como él bajaba del auto.

- N-No es nada - Sentía mis manos tiritar de nervios a los costados de mis caderas.

- Jane...

- Es él... Es él - Susurré desviando la mirada a mis Vans.

- ¿Él? Es decir "¿Él?" - Hizo comillas con los dedos por sobre su cabeza. ¿Qué este se cree conejo?

Asentí con la cabeza. De inmediato Nick me agarró la muñeca y me arrastró junto con él hacia su mustang. Corrimos descaradamente por todo el estacionamiento, y cuando llegamos a su destino literalmente me lancé por la ventana del copiloto seguida de Nick, quien hizo lo mismo pero por la ventana del conductor.

- ¡Rápido! - Palmotee desesperada mis muslos.

Nick ingresó las llaves seguido de arrancar y dejarle en el estacionamiento sin idea de quienes éramos. Eso estuvo cerca.

El mustang pasó por varias calles desconocidas para mi. El paisaje a mis ojos no eran más que casas, apartamentos, centros comerciales y personas transitando sin perder de vista el frente. Era una mañana tranquila y fría de Sábado, como cada mañana en la ciudad de California. No se veían estudiantes en las calles debido al fin de semana, y los cafés y locales de comida rápida se sentían vacíos gracias a la escasez de colegiales ingresando y saliendo de ellos, a veces con un chocolate caliente entre las manos en invierno, o en verano con un helado.

Seguimos andando, y yo solo me limitaba a mirar por la ventanilla empañada en vapor helado, sin decir palabra alguna. De pronto frenamos ante una casa en medio de un barrio totalmente desconocido para mi.

- N-Nick ¿Qué hacemos aquí? - Le vi removerse incómodo en su asiento, y luego dirigir su mirada a mi rostro.

- Solo... No grites.

Equivocada - PremiosInspirateSong ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora