No se que pasa. No se que le pasa.
Un momento está alegre bromeando conmigo, y al otro está enojado diciéndome incoherencias.
El problema de tener un amigo bipolar.
Estoy frustrada conmigo misma. Me senté en la banca de brazos cruzados tal como él lo hizo unos momentos atrás. Suspiré pesadamente, y crucé una pierna arriba de la otra.
Me dediqué a observar el paisaje. A mi vista se ofrecía una pequeña laguna de agua cristalina. La mañana de otoño ofrecía a mis ojos una vista con tonos anaranjados, rojos y amarillentos. Los árboles estaban surtidos de hojas con aquellos colores, moviéndose al ritmo de una danza improvisada con el viento. El agua del pequeño estanque se comenzaba a congelar, esperando al invierno que pronto se aproximaba.
La gente pasaba con abrigos y bufandas. A veces con un café en manos, de esos que desparramaban humo tibio en la atmósfera, en un intento fallido de calentar el ambiente.
Me comenzó a dar frío, entonces decidí reanudar la marcha. Al sentir mis pies totalmente apoyados en la tierra húmeda comencé a caminar lentamente. No tenía idea de adonde me dirigía, no conocía este lugar. Solo era yo intentando cobrar calor.
Mis exhalaciones despedían humo helado por la nariz y boca. En estos momentos me arrepentía de no estar un poco más abrigada. Solo vestía un jersey que por poco cubría mi cuello y muñecas. Un Jean ajustado que no me abrigaba para nada, y unas converse maltratadas.
La brisa me soltaba algunos mechones de mi cabello atado en una trenza, desparramándolos en mi cara, a los cuales con gestos rápidos apartaba con un mano que luego guardaba en un bolsillo de mi pantalón.
No traía mi celular conmigo, y por ende no le podía pedir a nadie que me viniera a buscar.
Vi a la distancia un local del que algunas personas salían con un café en manos. Sin dudarlo partí rumbo hacia allá.
A cada paso unas gotas de agua resonaban bajo mis zapatillas, todas ellas producto de la helada que debió caer en la mañana. Las plantas a mi izquierda yacientes en la vereda, estaban cubiertas de una fina capa de escarcha.
Mis pies se entretenían pisoteando hojas secas, y mis oídos de alguna extraña manera se deleitaban escuchándolas crujir bajo mi peso.
Al fin estaba frente a aquel local.
Leí la pancarta a medio poner arriba de la puerta y entré. Sobre mí escuché sonar una campanilla, anunciando mi llegada. Unas cuantas personas giraron la cabeza, pero de inmediato volvieron a sus conversaciones.
El ambiente de chocolate caliente inundó mis sentidos, mi olfato y tacto se sintieron atraídos por aquel lugar. Me senté en una mesa desocupada al lado de la pared. En esta había una especie de canasta con pan amasado, que desprendía una especie de olor alertando a mis fosas nasales.
Inspire el aroma tibio, y vi a un mesero acercándose a mi.
- Hola Adam - Susurré tras identificar a la persona que escondía aquel delantal.
- Hola Jane - De inmediato su ceño se frunció - ¿Qué haces aquí?
- ¿Qué acaso no puedo visitar a mi hermano favorito? - Él se mostró mucho más confundido, y yo sonreí inocentemente. La verdad para él que yo me comporte así es alerta de patería - Uhm... Una larga historia. Te cuento en casa.
- Bien - Aún no quitaba su expresión de confundido - ¿Quieres algo? - Dijo ya más relajado.
- Si. Ehm... - Eche un vistazo rápido a un pequeño menú en la mesa - Un capuccino por favor. Y la dirección a casa - Puse ojos de perrito mojado.
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Equivocada - PremiosInspirateSong ©
Historia Corta#PremiosInspirateSong Una chica cualquiera, un amor cualquiera... Todo normal ¿No? Bueno... No. ¡Ella odia los clichés! Pero señor karma llega y ¡Bum! Vida de Jane, es igual a: Vida cliché. Jane Smith, soñadora natural, rubia natural, diablilla natu...