A TODAS HORAS

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Prólogo 

Ese día parecía normal, como uno cualquiera. Nunca me hubiera imaginado que mi vida daría un completo giro sobre si misma justo ese día. Iba hacia el instituto silenciosamente cuando me fijé que habían abierto un nuevo restaurante cerca de casa. Decidí asomarme para cotillear un poco. Hacía tiempo que en el pueblo no abrían tiendas nuevas, siempre era exactamente lo mismo: tiendas pasadas de moda, supermercados pequeños, parques con las hierbas más altas que jamás verás... Y, además, para acabar de "mejorar" mi "queridísimo" pueblecito, a todo eso (Y a muchas más cosas peores que no voy a mencionar ya que ni me creeríais) se le añadían los malditos gritos de los niños pequeños. Imagínate un pueblo pequeño lleno de niños correteando arriba y abajo gritando como desesperados y tirándote las hojas de los deberes que tenias pendientes para hacer. Sí, ese era mi pueblo, mi "deseable" pueblo. El mismo que me había visto crecer y que, también, vería como mi desastrosa vida pasaría a ser algo más que eso. Esa mañana todo el mundo parecía adormilado, hasta las personas que salian a hacer ejercicio por la calle. Dentro del restaurante se respiraba el mismo ambiente, y todo el pueblo entero se veía como un gran cementerio viviente. Una vez que ya había visitado el nuevo local (que estaba seguro que cerraría dentro de poco) me encaminé de nuevo hacia el instituto. Cuando entré al edificio el ruido que hacían los alumnos gritando, corriendo, caminando o hasta discutiendo, se me metió en la cabeza como una taladradora. Me encaminé hacia mi clase y, por el camino, me encontré a Claire.

-¡"Lucky!" -Gritó entusiasmada.

Yo no me llamo así, aunque tengo un nombre relativamente parecido.

-Deja de llamarme así. -Le respondí sin pararme a mirarla.

-Como quieras, "Lucky". -Volvió a repetir ella burlona mientras empezaba a seguirme.

-Claire, llevas cinco años llamándome así, déjalo ya.

Me molestaba que me llamara "Lucky". Primeramente porque ese no es mi nombre y segundo porque yo no era nada "Lucky", es decir, "suertudo". Gruñí suavemente y ella dejó ir una suave carcajada.

-Es normal que estés de mal humor, lo de tus padres no tiene que haberte sentado nada bien. -Le clavé la mirada y sus azulados ojos se agrandaron por momentos.

-¡Perdona! -Se disculpó. -No quería dañar sentimientos.

-No lo haces. -Mentí.

Tanto ella como yo sabíamos que la separación de mis padres no me había gustado nada, y el hecho de que mi madre tuviera ya un novio, aún menos. Claire suspiró y me puso una mano en el hombro. En ese momento no supe apreciar su pequeño pero significativo gesto. Le aparté la mano y seguí mi camino con ella al lado. Claire sabía perfectamente que había tocado un punto que no me gustaba y se sentía mal por ello. Entramos en clase y el profesor lo hizo justo después de nosotros. Me senté en mi sitio y miré a Ethan, mi mejor amigo, que se sentaba justo al fondo de la clase. Me sonrió y me hizo un signo con la mano que no entendí. Le devolví la sonrisa y me giré hacia la pizarra, en la cual ya había extraños símbolos en ella. Suspiré y presté toda la atención que pude. Las clases se me hicieron eternas, pero al menos Mia, la chica que se sentaba a mi lado, me distraía un poco. Cuando salimos de clase, después de un agotador día de estudios continuos, Claire y yo nos dirigimos juntos a nuestras casas. Desde que éramos pequeños volvíamos juntos a casa o bien a la escuela. También, cuando aún íbamos a primaria, solíamos visitarnos mutuamente para jugar o simplemente charlar. Pero poco a poco esa confianza se fue enfriando y acabamos viéndonos solo en clases y volviendo juntos por la tarde. Nada de vernos fuera de la escuela.

-"Lucky" -Me llamó mientras andábamos. -Por lo de esta mañana...

-No te preocupes. -La corté sonriendo.

-De veras, yo no pretendía...

-Lo sé. -Volví a intervenir. -Además, pensándolo bien, no hay para tanto. Mis padres son felices así.

-Tienes razón, Luke.

-Me acabas de llamar por mi nombre. -Murmuré impresionado.

-¿Qué? -Preguntó ella. -¿Estás seguro, "Lucky"?

Me reí y ella también lo hizo. Claire me dio un codazo para avisarme que el semáforo ya estaba en verde. Antes de que diera mi primer paso, me percaté de que un coche venía directo a nosotros, bueno directo a Claire, que estaba ya a mitad de camino de cruzar la calle. Ella no se dio cuenta y me miró extrañada. Quería gritarle que se apartara. Quería moverme y poder empujarla. Quería ponerla a salvo. Pero no hice nada de eso. Me quedé quieto sin poder mover ni un solo músculo, preso de pánico. Claire cada vez estaba más confusa por mi repentino extraño comportamiento. En el último segundo, Claire se dio la vuelta y vio al coche, pero ya era tarde. Grité su nombre como un desesperado, pero ya no me sirvió de nada.

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